Tuesday, May 8, 2012

Páez y la formación del estado venezolano Parte II


1847- General José Antonio Páez, Litografía de  H. H. Doty 

Este ensayo es obra del profesor Carlos Alarico Gómez, Ph. D en historia y magister en periodismo. Para facilitar su lectura y comprensión, será presentada en tres entregas. NOTA: El autor regalará su biografía de Páez a las 20 primeras personas que envíen su opinión sobre este ensayo.

Parte II: PÁEZ: DE CARABOBO A LA COSIATA
Durante el año 1819 el Congreso de Angostura (15 de febrero) sanciona la creación de la República de Venezuela y Simón Bolívar es electo presidente, cargo en el que se juramentó dos días después. Ese mismo año se reúne con Páez en el Apure y luego decide remontar Los Andes para darle la libertad a la Nueva Granada y obtiene la victoria de Boyacá (7 de agosto), con la cual sella e inicia el camino definitivo para lograr la de Venezuela. Mientras el Libertador concreta su proyecto, José Antonio Páez permanece vigilante en el Apure y Santiago Mariño en el oriente. Al volver a Guayana, el Libertador convoca de nuevo al Congreso y se produce, por iniciativa suya, la creación de la República de Colombia el 17 de diciembre.

Entretanto, Páez sigue su lucha durante todo el año 1819, habiendo logrado triunfar en todos sus compromisos, pero el más espectacular de todos fue el de Las Queseras del Medio, batalla librada el 2 de abril en presencia de Bolívar, ocurrida después del combate del Paso Marrereño (5 de febrero) y de la Gamarra (27 de marzo). El lugar de la batalla fue en los márgenes del río Arauca. A la izquierda estaba ubicado el ejército del mariscal Morillo. Muy temprano en la mañana llegó el comandante Narciso López proveniente de Achaguas, al mando de un escuadrón de 6.000 hombres, de los cuales 1.000 eran jinetes. Bolívar había llegado a fines de marzo de 1819, apenas un mes después de haber sido nombrado presidente de Venezuela. Tan pronto puso pie en el Apure se reunió con Páez en el Caujaral de Cunaviche y desde ese mismo momento iniciaron el acoso de Morillo.
Tan pronto Páez se enteró de la cantidad de hombres que había llegado con Narciso López a Las Queseras le aconsejó a Bolívar desistir de un ataque frontal, que seguramente perderían, pero le pidió permiso para realizar una operación comando contra Morillo a la cabeza de 150 jinetes escogidos entre sus más fieros llaneros. Obtenido el permiso cruzó el Arauca al frente de tres columnas y se dirigió decidido contra el campamento realista. Ante el inesperado e insensato ataque de Páez, Morillo movió su ejército con la caballería al frente mientras “El Catire” simulaba emprender la retirada en la dirección donde Bolívar había apostado un pelotón de infantería y ante esa situación el jefe español le ordenó a Narciso López que rodeara al batallón de Páez al mando de un escuadrón y fue en ese momento cuando “El Catire” le ordenó s sus hombres:

-¡Vuelvan caras!

Y de inmediato se produjo el feroz ataque contra las fuerzas de López, cuyos hombres no pudieron detener el impulso de sus caballos y fueron derecho a clavarse en las lanzas de los llaneros paecistas, sembrando el caos en el ejército realista. Ante el ataque de las fuerzas patriotas el resto de la caballería realista se retiró con precipitación y se echó sobre su propia infantería, la cual no fue arrollada gracias a la decisión de Morillo de trasladarla a un bosque cercano. El triunfo militar de José Antonio Páez en la batalla de las Queseras del Medio, contribuyó a acrecentar su fama. Al condecorar al grupo de llaneros que participó en la acción, Bolívar expresó:

-Soldados: Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones. Ciento cincuenta hombres, mejor diré ciento cincuenta héroes, guiados por el impertérrito general Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo... Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate y confiad en la vitoria que lleváis en la punta de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas".
Colombia

A partir de ese momento los hechos se suceden con una agilidad vertiginosa. Bolívar se reúne con su estado mayor en el sitio de Los Setenta e inicia el Paso de Los Andes, que culmina con la Batalla de Boyacá, en la que le da la libertad a la Nueva Granada, mientras Páez permanece en el Apure y vence a los españoles en La Cruz y Apurito. Bolívar regresa a Angostura y el 17 de diciembre crea la República de Colombia, dando fin a la III República de Venezuela y luego regresa a Bogotá a darle forma al país que acababa de crear, inspirado en las ideas mirandinas.
 En 1820 Páez ocupa Barinas, prácticamente sin resistencia. Las condiciones parecían anunciar el pronto fin de la guerra. Bolívar emprende una fuerte acción diplomática y firma el Tratado de Regularización de la Guerra en Santa Ana de Trujillo el 26 de noviembre de 1820, pero este acuerdo muy pronto se romperá. El 28 de abril de 1821 se reinician las hostilidades. Páez sale de Achaguas hacia San Carlos el 10 de mayo, donde ya se encontraba Bolívar. Estaba cerca el día de la victoria. Carabobo estaba a solo un mes.

Después de Carabobo

Al producirse el triunfo, Bolívar le reconoce sus méritos a Páez y en el mismo campo de batalla lo asciende a general en jefe. Coro había sido incorporado a la causa patriota el 3 de mayo de 1821 por iniciativa de  la paraguanera Josefa Camejo, pero la causa de la libertad no se consolida hasta que Maracaibo es liberada por el almirante José Prudencio Padilla el 24 de julio de 1823 y Puerto Cabello el 8 de noviembre de ese mismo año, gracias a la efectiva intervención de Páez. Era el último bastión de los Borbones en territorio venezolano. Venció en esa acción a Sebastián de La Calzada, al que le permitió una rendición honrosa y le permitió zarpar con su bandera española izada.
Los años que siguen serán de gran dramatismo para los nuevos gobernantes. La Constitución de Cúcuta no había sido recibida con agrado por el pueblo venezolano Los nuevos gobernantes no tenían experiencia como hombres de Estado y muy pocos comprendían acertadamente como enfrentar la problemática social y económica que tenían ante sí, después de aquel terrible holocausto de la Guerra de Independencia. Los venezolanos se encontraban ahora con un problema que no podían comprender del todo: ¿Por qué tenían que seguir mandando hombres y recursos económicos a Bogotá? Se habían independizado de Madrid, pero ocurría que ahora tenían que pagar el mantenimiento de la burocracia bogotana.

Bolívar prácticamente no gobernaba, pues estaba en el sur ocupado con su proyecto de consolidación de la independencia, lo cual solo era posible –según decía- si se sacaba a los españoles de la América del Sur. Pichincha, Junín, Ayacucho, el Perú, la creación de Bolivia. Su vida militar y sus proyectos políticos lo absorben por completo, pues estimaba que era la única vía para completar su sueño de liberación de Colombia. Paso a paso, con la ayuda de Sucre, Flores y otros oficiales de su más absoluta confianza va sorteando las dificultades hasta lograr, con la liberación de El Callao, todos sus objetivos en torno a la libertad de la América del Sur. Lo supo con seguridad el día en que el poeta José Domingo Choquehuanca le dijo en el Alto Perú, el 2 de agosto de 1825: “Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”. No hay duda. El gran caraqueño había logrado su sueño, aunque no estaba al tanto de saber exactamente lo que ocurría en su tierra natal.

El malestar había aumentado en Venezuela por diferentes razones, algunas de índole económica y otras de carácter político, pero la situación empeoró cuando se supo el fusilamiento del coronel Leonardo Infante, hecho ocurrido el 26 de marzo de 1825, acusado sin pruebas de haber asesinado al teniente venezolano Francisco Perdomo, “por asunto de faldas” según se decía. El presidente de la Alta Corte de Justicia, Dr. Miguel Peña, se negó a firmar la sentencia por considerarla un “asesinato judicial” auspiciado por el vicepresidente Francisco de Paula Santander. Peña, también venezolano, es presionado de tal forma a estampar su firma, que para no hacerlo se ve obligado a renunciar a su cargo. La muerte de Infante fue presenciada como un espectáculo público a plena luz del día en la Plaza Mayor de Bogotá. Al caer el cuerpo, Santander avanzó entre la tropa montado a caballo y a los pies del difunto, con notable desprecio, expresó: “Está muerto”.

Peña tuvo que abandonar la capital y regresar a su lar valenciano. Infante era un héroe militar que había sido pasado a retiro por encontrarse lisiado de guerra. Tenía apenas 26 años, estaba casado y esperaba un hijo para el momento de su fusilamiento. La noticia circuló a los pocos días en Venezuela y se conoció con detalles cuando Peña regresó. La viuda, María Dolores Caicedo, una joven y humilde mujer, esperó en vano que el vicepresidente le cancelara la pensión de viudez y el montepío y, debido a su desesperada y trágica situación, decidió enviar una carta al general venezolano Carlos Soublette, secretario de Guerra y Marina de la República de Colombia, a quien dice: 
“...que por el documento adjunto consta que le adeudan a mi difunto esposo setecientos treinta y dos pesos con cuatro y medio reales de descuentos accidentales...suplico a V.E. mande se me paguen en la tesorería, pues no tengo otra cosa con que subsistir ni para subvenir a los gastos de mi parto...ni aún tengo el montepío que otros pueden disfrutar...”.

La Cosiata

No había terminado de pasar este escándalo, cuando comienza otro mayor, de mucho más repercusión: Páez es acusado de desacato por el Senado y recibe orden de trasladarse a Bogotá para ser sometido a juicio. Peña lo previene:

-Si va usted, general, le espera la misma suerte que al coronel Infante.

 El problema que originó la decisión del Senado había comenzado en abril de 1824 cuando Páez recibió la orden del vicepresidente Santander de enviar hombres con destino a la Campaña del Perú. En consecuencia, envió un contingente de 2.694 venezolanos al mando del general José Gregorio Monagas. Un mes después, el 8 de mayo de 1824, recibió una segunda orden de alistar un ejército de 50 mil hombres entre 16 y 40 años con el objetivo de defender la patria contra un posible ataque de España, unida ahora en la “Santa Alianza” con el reino de Francia y los imperios de Prusia, Rusia y Austria. La orden se basaba en el Reglamento de Milicias, el cual Páez estaba obligado a obedecer en su condición de jefe civil y militar del Departamento de Venezuela.

De acuerdo a las instrucciones recibidas, Páez llamó a servicio militar a fines de 1824 y a principios de 1825, pero la población no respondió. Por este motivo, ordenó que reclutaran a los hombres que se encontraran en las calles, lo que produjo un gran malestar en la población caraqueña, cansada como estaba de ver a sus hijos morir en los campos de batalla. El intendente Juan Escalona había sido consultado por Páez antes de tomar la medida, pero cuando vio la airada reacción popular se retractó y dijo no haber dado ningún apoyo al jefe militar, motivo por el cual la Municipalidad de Caracas y el propio intendente hicieron la denuncia respectiva ante el Congreso, que estaba en Bogotá.

El 27 de marzo el Senado admitió la acusación, suspendiendo de su cargo a Páez, a la vez que se le ordenaba presentarse de inmediato en la capital de Colombia. El 26 de abril recibió nuevas instrucciones:

-Debe proceder a entregar el mando al intendente Juan Escalona.

Páez obedece, levanta un acta y le entrega el mando el día 29 de abril. La reacción no se hizo esperar. La popularidad de Páez era muy grande en el país. Una multitud de dos mil personas se aglomeró frente a su casa en Valencia y lo condujo en hombros ante la Municipalidad, la cual se unió al deseo del pueblo de exigirle que retomara el mando y desobedeciera la orden de trasladarse a Bogotá. Era una rebelión popular que en seguida se comenzó a llamar La Cosiata. Algunos dicen que era por una obra de teatro que, con ese nombre, se estaba presentando en Valencia. Otros piensan que se trataba de un juego de palabras que traducía: “La cosa ata”. Es decir, “La injusticia nos une”. El resto de las municipalidades, incluyendo la de Caracas, siguieron el ejemplo de la de Valencia y hubo una posición casi unánime en pedir a Páez que retomara el mando. Solo Bermúdez en Maturín no le da el apoyo y Urdaneta en Maracaibo le sugiere que se mantenga dentro de los cánones de la debida obediencia. Bolívar le envía entonces una carta a Páez, fechada 8 de agosto, en la que le expresa:

-A mis ojos, la ruina de Colombia está consumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso.
Páez le responde diciéndole que aceptaría el mando, como le pedían la inmensa mayoría de las municipalidades, pero solamente por un tiempo, agregando:
-Hasta que usted vuelva a asegurar la estabilidad de la República.
Bolívar en Caracas

El Gobierno del Perú le otorga entonces el Busto del Libertador a Páez (1 de septiembre de 1826) y tres días después sale Bolívar hacia Venezuela, vía Bogotá. El resto del año  sigue la diatriba. Cristóbal Mendoza, presidente de la Primera República, respalda a Páez y asume la intendencia. La Corte, la Municipalidad y un público masivo se reúne el 7 de noviembre de 1826 en asamblea popular, mientras que Bolívar reasume en Bogotá la Presidencia de Colombia el 23 de ese mismo mes, con poderes extraordinarios. Pedro Briceño Méndez, casado con Benigna, una sobrina del Libertador, toma entonces el mando en Puerto Cabello y desconoce la autoridad de Páez. El general Santiago Mariño desplaza al también general José Francisco Bermúdez en Maturín. Angostura y Mérida declaran fidelidad a Bogotá, en tanto Margarita y Cumaná se alinean a favor de Páez. Venezuela está al borde de la guerra civil. Consciente del peligro, Bolívar emprende viaje a Venezuela y el 1 de enero de 1827 desciende del barco en Puerto Cabello. Hacía seis años que se había ausentado de su patria y dieciséis desde los sucesos de Puerto Cabello, cuando perdió esa plaza por la traición de Francisco Fernández Vinoni. El 4 de enero los dos héroes se abrazan en Naguanagua. Bolívar lo ratifica como jefe Civil y Militar de Venezuela y una semana más tarde le entrega su espada de regalo. Páez le pide que le designe un tribunal para que juzgue su conducta y el Libertador le responde: 

-Lejos de ser culpable, usted es el salvador de la patria.

Bolívar estará en Caracas hasta julio de 1827. Mientras permanece en la ciudad que lo vio nacer se dedica a tranquilizar a la población, al tiempo que contribuye a sanear la hacienda pública, a poner en funcionamiento las instituciones y a definir los Estatutos de la Universidad de Caracas. El día 5 de julio -aniversario de la firma del Acta de la Independencia- Bolívar se levanta muy temprano y en compañía de varios amigos se dirige a La Guaira a tomar el buque que lo conducirá a Maracaibo, para luego seguir a  Bogotá donde lo esperan grandes amarguras. Después de los sucesos de la Convención de Ocaña y del intento de magnicidio en Bogotá, Bolívar dijo:

-La independencia es el único beneficio que hemos conseguido, a costa de todo lo demás.

Esta expresión, si bien reveladora del estado de postración física y mental en que se hallaba, también dejaba en claro la situación de anarquía y malestar económico-social en que estaba Colombia. No había sido posible motivar a los ciudadanos para que se integraran en un nuevo país y se dieran a la tarea de reconstruir la patria, que había quedado reducida a escombros y con una irreparable pérdida de recursos humanos, muchos de los cuales habían sido los jóvenes de mejor formación intelectual de la antigua Capitanía General de Venezuela, así como de Nueva Granada y Quito. En su obra La Estadística en la Historia de Venezuela, Manuel Alfredo Rodríguez (1973, p.141) indica que se estima en 350 mil vidas el costo total de la guerra en Venezuela. Es decir, casi un 40% del total de la población que existía en 1810. Por otra parte, las grandes extensiones de los territorios liberados y consolidados, en lugar de integrarse, se enfrentaron en una lucha constante por el poder. Páez, Santander y Flores buscan ejercer liderazgos regionales y esto conduce al fracaso del proyecto nacional bolivariano (1830). Venezuela, Nueva Granada y Quito comienzan el proceso de separación, en tanto Bolívar renuncia a la Presidencia y se retira de la escena política, rumbo hacia su destino final de Santa Marta.

El 13 de enero de 1830 Páez separa de hecho a Venezuela; el 13 de mayo de 1830 la Asamblea de Quito decide la separación del Ecuador, encargando al venezolano Juan José Flores de la Presidencia; y en septiembre de 1830 Rafael Urdaneta da un golpe de Estado en Bogotá y asume la Presidencia de Colombia, cargo en el que estará hasta el 28 de abril de 1831. Bolívar diría entonces:

-He arado en el mar

Continura….

Como citar este artículo

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Carlos Alarico Gómez. Páez y la Formación del Estado Venezolano.  Parte II: Páez: DE CARABOBO A LA COSIATA
Entrada del 08 de Mayo  de 2012, Consultado el xx/xx/ 2012 URL 
http://generalenjefejoseantoniopaez.blogspot.com/2012/05/paez-y-la-formacion-del-estado.html



FUENTES CONSULTADAS:
Bruni Celli, Blas (1973). Discurso de orden. Centenario de la muerte del general Páez. Caracas: Boletín de la ANH Nº 221, Tomo LVI.
Castillo, Rafael (1984). José Tadeo Monagas. Auge y consolidación de un caudillo. Caracas: Monte Ávila Editores.
Díaz Sánchez, Ramón (1969). Guzmán. Madrid: Editorial Mediterráneo.
Diccionario de Historia de Venezuela (2000).
García Ponce, Antonio (1982). Panorámica de un Período Crucial en la Historia de Venezuela. Caracas: Ucab.  
Gómez, Carlos Alarico (1996). José Antonio Páez. Caracas: Panapo.
Gómez, Carlos Alarico (2006). Monagas. Caracas: Edit. El Nacional.
Landaeta Rosales, Manuel (1890/1963). Gran Recopilación Geográfica, Estadística e Histórica. Caracas: BCV (Reed.).
Landaeta Rosales, Manuel (1891). Anuario Estadístico. Caracas: BCV.
Páez, José Antonio (1863/1981). Autobiografía. Caracas: Pdvsa (Reed.) 
Polanco, Tomás (2000). Páez. Caracas: Cemex.
Rodríguez, Manuel Alfredo (1973). La Estadística en la Historia de Venezuela. Caracas: ANH.




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