Saturday, December 6, 2008

La Verdadera Nobleza del General José Antonio Páez era su Alma

Parte del Cuadro de Arturo Michelena Vuelvan Caras

En 1825, llegó a Venezuela un joven escritor francés, de ideas liberales, P.D.Martin Maillerfer, quien permaneció en nuestro país varios años. Tratando entre los años de 1825-1829 al General Páez, conociendo a su vez al General Simón Bolívar en 1827. Al regresar a su patria, Martin Maillerfer publicó una obra titulada Los Novios de Caracas, especie de poema en prosa de tema romántico, con notas de carácter histórico. En una de estas notas se refiere así al General José Antonio Páez:

“...EL General Páez representaba en esa época apenas cuarenta años de edad. Es un hombre de mediana estatura, pero de muy buen porte: la gracia y la agilidad se unen en su persona a todas las manifestaciones de la fuerza. Su fisionomía es franca; su acceso, fácil. Reservado siempre con los extranjeros, tiene el talento de callar, y de oír. Nada más franco que su manera de recibir, y, por más que diga M. Mollien, nada menos fastuoso. Una concurrencia numerosa detúvose cierto día en sus terrenos de los contornos de Valencia. Reinó abundancia patriarcal en la comida, pero fue preciso contentarse con dos o tres vasos y otros tantos tenedores. En seguida se durmió en la hamaca, según la costumbre del país. Todo el lujo de Páez consiste en algunos uniformes; pero se complace, sobre todo, en el numero y la belleza de sus caballos y de sus gallos de riña. Doce o quince onzas (1.000 a 1.300 francos, aproximadamente), por un buen gallo de Jamaica le parecerán una nonada.

En campaña ningún General ha podido ir tan bien montado como él. Usó a veces cincuenta caballos en una sola jornada saltando de uno a otro, sin poner pie en tierra. Por lo demás, tiene en más estima su reputación de caballero que la de jinete.

Un inglés admiraba cierto día uno de sus caballos favoritos. “...está a la entera disposición de vuestra señoría...”, respondió galantemente el general. Pero en esta ocasión, no se trataba de una vana fórmula de cortesía, pues media hora más tarde era conducido el soberbio animal, enjaezado, a la puerta del inglés.

Reúne Páez a sus grandes cualidades nativas, algunos talentos agradables: canta bien y se acompaña con gusto en el violín. Su maestro de música, en valencia, era un negro renombrado como compositor y ejecutante. Daba gusto ver a su Excelencia deponer los cuidados y el tono de mando, para estudiar la Caramba, improvisación bastante feliz de ese negro Fougantini.

Ignoro con qué autoridad lo han llamado algunos Viajeros el mulato Páez. Es más blanco que muchos españoles y provenzales, y nada hay en su fisionomía que anuncie origen africano. En todo caso antes seria mestizo que mulato; pero, ¿qué importa esto en verdad? Cuando se tiene la nobleza del alma, ¿qué significan la de los pergaminos ni la de la piel? El nombre de Páez quedara irrevocablemente unido a los más hermosos hechos de la emancipación.

Tomado de: Martin Maillfer Los Novios de Caracas. Traducción de Santiago Key Ayala, Caracas 1954, páginas 93 y 94.

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