Tuesday, May 22, 2012

EL OSTRACISMO DE PÁEZ

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1858 - General José Antonio Páez,  Litografia de Francois D´Avignon  (0,52 x 0,405)


Tomado de:

Lun, 21/05/2012 - 6:53pm.
Hechos y Personajes

Miguel Azpúrua

El general en Jefe José Antonio Páez, uno de los grandes forjadores de la independencia de Venezuela, no escapó al desgraciado sino de los libertadores del mundo y también fue víctima del destierro, el escarnio público y la humillación. Luego de la desintegración sufrida por Colombia –La Grande-, en 1830, que se tradujo en la desaparición física de los sublimes emancipadores de América, el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre y el inigualable Gran Capitán General Simón Bolívar, El Libertador; el general Páez mal aconsejado por su primo el doctor Miguel Peña Páez y otros áulicos, ejerció el Poder Ejecutivo, entre 1830 y 1843, cayendo alternativamente en la maquinaciones perversas de politicastros liberales y conservadores, destruyendo prácticamente su aureola de Centauro imbatible de nuestras llanuras.

Una vez producido el “Golpe contra el Congreso”, en 1848, por parte de seguidores del general Judas Tadeo Monagas; el general Páez –quien se encontraba abrumado por la muerte de su compañera sentimental doña Barbarita Nieves, en diciembre de 1847- se distancia de su protegido y fomenta desde Calabozo una insurrección con el fin de “Restablecer la Constitución de la República”; en contra de él actúa su compadre y ex subalterno, el general Cornelio Muñoz, derrotándolo en el sitio de Los Araguatos, el 10 de marzo de ese mismo año. Páez se retira a Nueva Granada, siguiendo hacia Curazao, desde donde invade el 2 de julio de 1849 por La Vela de Coro, pero las cosas no le resultaron muy bien que se diga, la aventura termina en Macapo Abajo, donde cae prisionero del general tinaquero José Laurencio Silva, quien lo remite amarrado hacia Caracas, custodiado por el entonces comandante Ezequiel Zamora, éste lo protege de las turbamultas que consiguen en el camino a la capital, que le enrostraban los epítetos de “Rey de los Araguatos”,  “Godo de cotiza” y “Garrasí”. El Presidente Monagas ordena su encierro en Cumaná, en el castillo “San Antonio de la Eminencia”; allí permanecerá hasta el 23 de mayo de 1850, cuando su esposa doña Dominga Ortíz  y su hija logran que Monagas le cambie la prisión por exilio hacia Saint Thomas, viajando paradójicamente en el barco “El Libertador”, vía Estados Unidos y Europa, donde fue agasajado y reconocido, como un héroe de América del Sur.

Una vez producida la burda “Revolución de Marzo” en 1858, dirigida en apariencia por el mentecato general Julián Castro, éste le escribe urgiéndole el regreso en calidad de “Jefe de los Ejércitos de la República”, retornando desde Nueva York en diciembre de 1858, casi 10 años han pasado y ya Páez no es el mismo y está desprestigiado; la nación estaba convulsionada por la inestabilidad política y se avecinaba el torrente federal, en la “Guerra de los 5 años”, dirigido por el “General del Pueblo Soberano” Ezequiel Zamora, hasta que muere –producto de un balazo misterioso en un ojo- en San Carlos, hoy capital del estado Cojedes,  el 10 de enero de 1860.  

Páez ante las nuevas circunstancias decide abandonar el campo, y en mayo de 1859 se autoexilia, y otra  vez viaja hacia Estados Unidos, con un cargo diplomático más nominal que efectivo. Una vez más intenta el general Páez convertirse en el “salvador de la Patria” en 1861, asume la dictadura, pero lo arropan otra vez las ambiciones políticas de los nuevos “hombres fuertes” de Venezuela, Pedro José Rojas y el propio Manuel Felipe de Tovar; se reúne  con el presunto “jefe” de la Federación, Juan Crisóstomo Falcón, buscando un arreglo imposible de darse. Durante 1862 y parte de 1863, se sostiene tambaleante en el poder alterno de la nación devastada por el huracán de la guerra, entre federalistas y conservadores. Para terminar con el infame “Tratado de Coche” en abril de 1863,  firmado por Pedro José Rojas –consejero de Páez- y el inmoral Antonio Guzmán Blanco, secretario de Falcón, dividiéndose el poder entre los partidarios de ambos movimientos; constituyendo una acomodaticia Asamblea Nacional, ante la cual renunció el general Páez, abandonando por última vez el país el 13 de agosto de 1863, una vez más se dirige a Nueva York, donde supuestamente escribió –o le escribieron- su “Autobiografía”, donde se distorsionó a su antojo y conveniencia la historia independentista de Venezuela.

José Antonio Páez recibió numerosos reconocimientos de los países que visitó, Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Uruguay; y hasta sus adversarios los federalistas le expidieron un pergamino haciendo constar su condición de “Ilustre Prócer de la Independencia Suramericana”, en 1867. El general José Antonio Páez falleció en Nueva York, el 6 de mayo de 1873, contaba con 83 años de edad; longevidad poco común  entre sus contemporáneos compañeros de armas, sus restos repatriados e inhumados en el Panteón Nacional, el 19 de abril de 1888, durante el denominado “bienio”, en un pomposo acto protagonizado por el Presidente encargado, Hermógenes López, en contra de los deseos del mayor bribón de la Federación, el “doctor y general”  Antonio Guzmán Blanco.       
  
                          
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Miguel Azpúrua

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