Thursday, December 3, 2009

Ricardo Gil Otaiza // El arte magnífico de Francisco Lacruz (General José Antonio Páez)

Tomado de:
http://www.eluniversal.com/2009/12/03/opi_art_el-arte-magnifico-de_03A3142415.shtml


Recientemente pude disfrutar en el auditorio de la Asociación de Profesores de la Universidad de Los Andes (APULA), de una muestra pictórica del artista plástico venezolano Francisco Lacruz (Mérida, 1945). Hubiese querido tener a la mano lápiz y papel (ni decir una laptop) para desde aquel recinto comenzar a describir mis profundas emociones en torno a aquella obra, que no me canso de calificar como "magnífica".

Me llamaron poderosamente la atención los retratos del físico alemán Albert Einstein (1879-1955): uno disertando sobre sus famosas teorías y el otro en actitud reflexiva. Con respecto al segundo -mi favorito-, destaca la luminosidad del rostro, la chispa del genio impregnada de sosiego; ese halo beatífico que nos sublima hasta alcanzar un candor metafísico difícil de patentizar sobre la tela. Es asombroso cómo logra Lacruz plasmar la textura de la piel, las manchas de la vejez y hasta los lunares, con un grado de perfección tal, que el espectador se queda atónito, paralizado, frente a la obra. Quien observa al Eistein reflexivo, setentón, meditabundo, con las manos entrelazadas, apoyado sobre sus libros, es presa de una extraña mezcla de sentimientos: alegría por el encuentro con el gran científico, pero también de compasión ante la inmensa soledad del genio; admiración por la exquisita luminosidad de unos ojos cargados de logros científicos, y al mismo tiempo pesadumbre por las tantas decepciones humanas llevadas sobre sus hombros ya cansados. Estar a solas con este retrato, es equivalente a un instante de gloria junto al eminente físico y pensador, que transmutó para siempre la percepción del mundo y su relación con el cosmos.

Magníficos también son sus lienzos de Mario Moreno Cantinflas, Diana de Gales, Jesucristo (en profundo trance de oración), niños campesinos vendiendo sus animales y sus verduras a los viajeros que se adentran por las estrechas carreteras andinas, y las vírgenes (casi beldades) con sus hijos sobre los regazos, entre otros, que completaron con maestría esta impresionante muestra pictórica.

He sido un fiel seguidor de la carrera artística de Francisco Lacruz; posiblemente el mejor retratista venezolano de su generación. Como todo ulandino, he podido extasiarme frente a sus obras que dan brillo a las galerías del Aula Magna, Paraninfo y Salón Rojo de la ULA. En la primera galería destaca la restauración que hiciera de un óleo de Tito Salas sobre el Libertador Simón Bolívar, así como los retratos de Tulio Febres Cordero, José Humberto Cardenal Quintero (con quien comparte honores pictóricos en otro de los espacios), Mario Briceño Iragorry, Caracciolo Parra Pérez, Julio César Salas, y Pedro Rincón Gutiérrez. En el Paraninfo (galería de los fundadores y rectores), exhibe los retratos de Francisco Javier Irastorza, José Domingo Paoli, José Antonio Páez, Carlos IV Rey de España (copia), otra vez Pedro Rincón Gutiérrez, Ramón Vicente Casanova, José Mendoza Angulo, Néstor López Rodríguez, Miguel Rodríguez Villenave, Humberto Pachano Rivera y Genry Vargas Contreras. En el Salón Rojo exhibe una copia hecha al retrato de Fray Juan Ramos de Lora, fundador de nuestra universidad.

En su carrera, Lacruz se ha adentrado en otras técnicas de expresión plástica: carboncillo, acuarela, plumilla y pastel, dejando sentado un estilo y unas ansias de perfección que se traducen en obras de extraordinaria calidad y belleza. Como se ha de suponer, su obra pictórica no sólo está presente en los predios de la casa de estudios merideña, sino también en diversas instituciones regionales, nacionales y fuera de nuestras fronteras.

Y si a todos estos méritos artísticos -que no alcanzo a describir con meras palabras, porque me quedo corto- se aúnan la sencillez del autor, así como su trato diáfano y directo, no queda otra alternativa sino reconocer en Francisco Lacruz a uno de los grandes talentos universales de nuestra muy amada ciudad de Mérida.

Vaya a ese gran artista este pequeño tributo de admiración de un humilde, pero sensible coterráneo. rigilo99@hotmail.com

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