PÁEZ Y LA FORMACIÓN DEL ESTADO VENEZOLANO Parte IV
1846-El General José Antonio Páez. Por su sobrino Ramón Paez (0, 185 x 0, 115)
Este
ensayo es obra del profesor Carlos Alarico Gómez, Ph. D
en historia y magister en periodismo. Para facilitar su lectura y comprensión,
ha sido presentado en cuatro entregas. Esta es la última de ellas. NOTA: El
autor regalará su biografía de Páez a las 20 primeras personas que envíen su
opinión sobre este ensayo.
Parte
IV y última: LA GUERRA FEDERAL
El
24 de mayo de 1850 Páez fue expulsado del país desde Cumaná, donde se embarcó
en el buque Libertador que lo condujo a Nueva York. Durante su exilio, en
Venezuela se produjo el período de dominación de José Tadeo Monagas, que abarcó
un lapso de 11 años, que va desde 1847 hasta 1858. Esa etapa se caracterizó por un marcado nepotismo, lo
que creó una especie de dinastía entre los hermanos Monagas, apoyados por sus
cuñados, hijos y amigos de su círculo más cercano.
Su
derrocamiento es el producto de una alianza entre liberales y conservadores,
que no aceptan el cambio de la Constitución debido a que representaba tan solo
un medio para mantenerse en el poder de manera indefinida. Sin embargo las contradicciones entre ambos partidos y la falta de
liderazgo de Julián Castro –el nuevo hombre fuerte- provocan una crisis internacional debido a la
interpretación del Protocolo Urrutia, lo cual se soluciona gracias a la
intervención efectiva de Carlos Soublette, que había regresado del exilio. Un
aspecto positivo de ese cambio fue la convocatoria para una constituyente, lo
que dio origen a la Convención de Valencia, la cual decretó la vigencia de la
Constitución de 1830, mientras sancionaba una nueva y designó a Julián Castro
presidente de la República. Otro aspecto importante lo constituyó la política
de “olvido del pasado”, que buscaba la unión del país. En consecuencia, volvieron los exiliados y fueron
liberados la mayoría de los presos políticos.
El 31 de
diciembre de 1858 quedó sancionada la nueva Constitución y ese mismo día el presidente
Castro le puso el ejecútese. La nueva Carta Magna instauró el
voto universal y directo (varones alfabetos) y fortaleció el poder municipal,
pero mantuvo la pena de muerte y la restricción de la libertad de prensa. Castro
estuvo frente a los destinos del país entre el 15 de marzo de 1858 y el 1 de
agosto de 1859.
Guerra
Federal
El 20 de
febrero de 1859 Tirso Salaverría dio su famoso grito de Federación en Coro,
mientras Juan Crisóstomo Falcón en Saint Thomas y Ezequiel Zamora en Curazao coordinaban
las actividades revolucionarias. Tan pronto se produjo el
alzamiento, Zamora descendió en La Vela de Coro el 23 de febrero, asumiendo la
dirección de la guerra con el cargo de jefe de operaciones de occidente y
proclamando a Falcón como jefe supremo de la Revolución Federal. A partir de
entonces, se desplaza victorioso por el área, aun cuando León de Febres Cordero
es enviado a hacerle frente obligándolo a huir hacia el sur, a pesar de lo cual
vence en El Palito, San Felipe y Araure. En Caracas, el Gobierno se tambalea y
el gabinete renuncia en pleno, siendo designados Rafael Arvelo, Pedro Casas y
Carlos Soublette, para dirigir los despachos de Interiores, Exteriores y Guerra
y Marina, respectivamente. Los liberales se mueven con toda rapidez en la
capital, organizando una manifestación en la que se daban vivas a la Federación.
En ese estado de cosas, la guarnición de
Caracas repelió la manifestación con particular ensañamiento, produciendo bajas
entre la población civil.
El general
en jefe José Antonio Páez había regresado al país el 18 de diciembre de 1858 y
asumió la jefatura del ejército, aunque casi en seguida entró en conflicto con Castro y renunció al
cargo. No había cohesión en el alto Gobierno. Los rebeldes, en cambio,
día tras día aumentaban sus simpatías entre los venezolanos. Por oriente, Juan Sotillo asume la dirección de las
tropas federales, hasta el regreso al país del general José Tadeo Monagas.
Mientras
tanto, Julián Castro toma la extraña decisión de simularse enfermo y entrega el
poder al vicepresidente Manuel Felipe de Tovar, en una táctica que
aparentemente llevaba la meta de averiguar quiénes eran sus verdaderos amigos
en el Gobierno. Tovar intenta que Castro retome
sus responsabilidades y en vista de su negativa decide nombrar gabinete, pues
cree que la decisión del presidente es definitiva. Existe una situación de caos
extremo. Se necesita que alguien gobierne y Castro, aparentemente, no lo quiere
hacer. Sin embargo, una vez que Tovar comienza a actuar, se encuentra con la
sorpresa de que Castro regresa una noche, en ropa militar, reasumiendo el Poder
Ejecutivo sin previo aviso. La decisión causa una grave crisis en su propio
régimen. Tovar había formado un Gobierno de tipo
conservador, que al regresar Castro es destituido constituyéndose otro de corte
liberal-federalista.
Ante tal
realidad, se produce una reacción y se concreta un golpe de Estado el 1 de
agosto de 1859, con el consiguiente arresto y juicio político de Castro
(abril-julio de 1860). Pedro Gual asume la Presidencia
interinamente, mientras Tovar regresa a Caracas, lo que ocurre días después,
pero el suceso genera una terrible situación de violencia y confusión que va a
ser conocido en la historia como “La san pablera”, debido a que en las cuatro
horas que duró la lucha, entre El Calvario y la Plaza de San Pablo, la gente no
sabía quién defendía a quién. El golpe contra Castro lo dirigió el comandante
de Armas de Caracas Manuel Vicente de Las Casas, en tanto que el general Pedro
Vicente Aguado intentaba reponerlo en el poder y eso produjo una violencia de
tal magnitud en la capital, que nadie sabía a quién estaba defendiendo. Fue un
hecho de confusión extrema.
El nuevo presidente
es Manuel Felipe de Tovar, el cual ejerce como encargado en el lapso agosto
1859-abril de 1860 y el 12 de abril de ese año asume como presidente
constitucional, electo en la primera votación universal que hubo en el país,
aun cuando era solo de varones. Sin embargo, su Gobierno se desarrolla en el
medio de grandes contradicciones y de una violencia casi imposible de ser
detenida, que culmina en un proceso contra Castro, que fue juzgado y sentenciado
como traidor a la patria, aunque Tovar lo perdona y lo expulsa del país.
Tercera Presidencia
No
obstante, dada la crisis política, Manuel Felipe Tovar decide renunciar el 18
de mayo de 1861, después de haber ejercido la Presidencia durante un lapso de
13 meses. Lo sustituye Gual, quien tampoco puede hacer mucho ante la
conspiración interna del coronel José Echezuría, quien logra darle un golpe de
Estado el 29 de agosto de 1861, imponiendo a Páez en la Presidencia. “El Catire” reasumió el poder por tercera y última vez,
con el fin de buscar una solución que le permitiera ayudar a su país a salir de
la violencia.
Su llegada
a la jefatura del Estado trajo nuevas esperanzas a un país ensangrentado,
empobrecido y deseoso de recuperar la alegría de vivir, pero una vez más sus
esperanzas se vieron frustradas, ya que la situación era prácticamente
irreversible.
En efecto,
el movimiento que se presentó en Coro el 20 de febrero de 1859 dio origen a la
Guerra Federal. Cuando Páez aceptó la dictadura Venezuela
estaba en un profundo caos, que le costó la vida a unas 200 mil personas, de
acuerdo al investigador Landaeta Rosales en su obra Anuario Estadístico (1891),
citado en el Diccionario de Historia de Venezuela (2000). Para comprender el
inmenso drama ocurrido en ese período, es necesario recordar que para la época
en que comenzó la guerra había un total de 1.800.000 habitantes. Es decir, un
10% de la población perdió la vida y la gran mayoría vivió en un tiempo de
angustias, de necesidades básicas, de indignidad. Landaeta (Ibid) estima que
durante el período de la Guerra Federal (1859-1863) se produjeron 327 batallas
y unas 2.467 acciones guerrilleras. Sin duda, cabe preguntarse: ¿Por qué la
caída de Monagas, en lugar de traer la paz y la armonía que se estaba buscando,
provoca en cambio una guerra civil de tan graves proporciones? La respuesta a
esta pregunta no es fácil.
Páez trató
de buscar una solución y en ese sentido se reunió con Falcón el 8 de diciembre
de 1861 en el Campo de Carabobo, apenas tres meses después de haber asumido el
mando. A la reunión asistió el joven Eduardo Blanco, en calidad de asistente
del mariscal Falcón. Mientras los dos líderes hablaban Falcón
le pidió a Páez que le comentara la batalla de Carabobo, a lo que Páez accedió
gustoso, pero en la medida en que fue narrando los hechos ocurridos el 24 de
junio de 1821 los presentes se emocionaron, especialmente los más jóvenes, lo
que motivó a Falcón a volverse hacia donde estaba Blanco al que le dijo:
-Oye,
hijo, oye, al propio Aquiles contando sus proezas.
La
causa principal que llevó a Páez a establecer ese diálogo con el líder de la
Federación fue la precaria situación política, militar y económica que estaba
viviendo el país. En lo político el partido Conservador estaba seriamente
dividido y sus principales líderes encabezaban fracciones antagónicas. En lo
económico existía una gran inestabilidad y no había recursos económicos
suficientes para el mantenimiento de un presupuesto equilibrado. En lo militar la situación era aún más grave, debido a
la inexistencia de unidad de criterio.
Páez
trataba de hacer lo humanamente posible para mantener al país con dignidad,
pero cada vez era más difícil lograrlo. No
era posible el sostenimiento de un ejército medianamente eficaz. Páez buscó un
empréstito en Inglaterra, pero esa acción en lugar de ayudarlo terminó
desacreditando al régimen, pues sus enemigos fueron muy hábiles haciendo
circular rumores insanos. Por tanto, decidió negociar. El 23 de abril de 1863
los miembros del Gobierno del general José Antonio Páez, encabezados por el periodista
Pedro José Rojas; y los federalistas del general Juan Crisóstomo Falcón,
representados por Antonio Guzmán Blanco se reunieron en una hacienda de Coche
propiedad de Juan Bautista Madrid para negociar un Tratado. Ambos bandos buscaban
darle término a la Guerra Federal. El Tratado
de Coche fue firmado y Páez resignó el mando ante la Asamblea reunida en La Victoria
el 15 de junio de 1863 y abandonó el país el 13 de agosto siguiente.
Muerte y repatriación de sus restos
El
6 de mayo de 1873 murió en Nueva York y antes de ser sepultado en el Marble
Cemettery de Manhattan fue embalsamado por el médico cubano Federico Gálvez. Quince
años más tarde llegó a Nueva York una comisión enviada por el presidente de
Venezuela Hermógenes López a buscar los restos de Páez, la cual estaba integrada
por Ramón Páez, Jacinto Regino Pachano y Antonio María Soteldo. El presidente
Grover Cleveland aceptó repatriar los restos del héroe venezolano y a tal
efecto designó a los generales Philip Sheridan, William Sherman y Daniel
Sickles para que le rindieran los honores correspondientes. Sikles fue el comandante
del III Cuerpo del ejército de la Unión que luchó en Gettysburg bajo las
órdenes del general George Gordon Meade, vencedor del general sureño Robert
Lee. El resultado le dio la victoria definitiva al Gobierno de Abraham Lincoln en
la terrible guerra de secesión norteamericana (1861-1865). Fue a él a quien le correspondió el honor de dirigir
el desfile militar que se efectuó el 24 de marzo de 1888 por la quinta avenida
de Nueva York, conduciendo marcialmente el féretro hasta el muelle ubicado en
la calle 26, donde fue embarcado en el buque de guerra Pensacola, rumbo a La
Guaira.
Los restos
de Páez llegaron a las costas venezolanas el 17 de abril y fueron recibidos por
una comitiva integrada por Henrique Boulton, Arístides Rojas y Carlos Yanes, en
representación del presidente de Venezuela. Dos días después se ofició en su
honor una misa en la Catedral de Caracas, que culminó con su traslado al
Panteón Nacional donde se le dio cristiana sepultura.
Centenario de su muerte
En
1973, al cumplirse el primer centenario de su muerte, el presidente Rafael
Caldera ordenó la colocación de un mausoleo en el lugar donde reposaban los
restos del héroe. El monumento era una donación de Manuel Vicente Rodríguez
Llamozas, descendiente directo de María del Rosario Páez de Llamozas (Mayota),
hija del prócer con Dominga Ortiz. El encargado de dirigir el trabajo fue
Marcos París del Gallego, director del Ceremonial de la Presidencia de la
República. Al abrir la fosa se produjo un hecho insólito. Debajo de la losa
estaba el cuerpo intacto del triunfador de Las Queseras. Los presentes se
quedaron atónitos viéndolo tal cual era en vida. El estupor creció cuando el
pelo gris y lacio del llanero se movió ligeramente con la brisa que penetró por
la puerta abierta del Panteón. Un mechón de su cabellera cayó sobre su frente
amplia y generosa. Su mano derecha descansaba sobre su corazón, mientras que el
izquierdo estaba extendido a lo largo de su cuerpo. Su paltó levita le daba
aspecto de gobernante a punto de dictar órdenes trascendentes, como las miles
que emitió durante su vida. Parecía que el tiempo se hubiera detenido.
Hay seres
cuya ejecutoria trasciende su tránsito vital, que nacen para ser inmortales,
seres que suman a su creatividad y poder de decisión un halo que les permite
vencer limitaciones inmensas. Esos seres nacen para la gloria,
para la leyenda, para la historia. José Antonio Páez, “El Catire”,
“El
Centauro de los Llanos” fue uno de esos seres.
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Carlos
Alarico Gómez. Páez y la Formación del Estado Venezolano. Parte I: Páez: el origen de un mito. Entrada.
Entrada del
04 de Junio de de 2012, Consultado el xx/xx/ 2012 URL
FUENTES CONSULTADAS:
Bruni
Celli, Blas (1973). Discurso de orden. Centenario de la muerte del general
Páez. Caracas: Boletín de la ANH Nº 221, Tomo LVI.
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Labels: Fundador de la nacionalidad venezolana, General José A. Páez
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