Tuesday, July 29, 2008

Pensar a Venezuela. Guillermo Morón

Tomado del elnuevodia.com.ve 30 de julio de 2008

Lo que pasa es que Venezuela no está completa sino a partir de 1830 cuando José Antonio Páez, que no ha traicionado a nadie y menos a Simón Bolívar, funda esta imperfecta República sin solución de continuidad hasta esta catastrófica experiencia que vivimos de susto en susto desde 1998, esto es, de cadena en cadena y de viaje en viaje del comandante militar que no baja a la dimensión constitucional de presidente de la República.
Porque el nombre de Venezuela, como lo saben los maestros de escuela, se le debe al cartógrafo Juan de la Cosa, quien lo escribió en su planisferio de 1501 cuando estuvo en el Golfo de Venezuela, que no tenía otro nombre, pues Coquibacoa se denominaba, en lengua indígena, a la perdida Península venezolana (1528-1941) de la Guajira, incluido el Cabo de la Vela, el Valle de Upar y todo el Casanare. Que no se debe llorar, como las mujeres de antes, aquello que no se supo defender como los hombres de antes.

Venezuela es una Gobernación y Capitanía General durante los siglos XVI (1528), XVII y XVIII. A la par, desde todos los puntos de vista político, económico, social y cultural, de las otras circunscripciones (Margarita, Trinidad, Nueva Andalucía, Guayana, La Grita - Mérida - Maracaibo sin Barinas). Venezuela es Venezuela después de que Don Carlos III organizó su territorio, su gobierno y su población: 1776, Intendencia; 1777, Capitanía General; 1786, Real Audiencia; 1793, Real Consulado. Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado, Fray Pedro Simón, José de Oviedo y Baños "pensaron" a una Provincia de Venezuela. Juan Germán Roscio, Rafael María Baralt, Cecilio Acosta, Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz pueden "pensar a Venezuela" ya en su integridad.

Sucede que el otro día el Maestro Elio Gómez Grillo convocó a su biblioteca, frente al bosque donde vive dedicado a estudiar, pensar y escribir, a uno de los escritores fundamentales de la Venezuela contemporánea, José Balza, y a este viejo amigo suyo desde los años del Instituto Pedagógico Nacional de Caracas y el Liceo Santa María que estaba en Sabana Grande, cuando Caracas era todavía la ciudad amable de Oviedo y Baños, de Humboldt y de Santiago Key Ayala. Entre los libros de José Balza que conservo está “El fiero (y dulce) instinto terrestre” - Ejercicio y ensayos (El Libro menor, 137, Academia Nacional de la Historia, Caracas 1988, 259 págs.). Ya en ese libro Balza piensa a Venezuela, si es que no lo ha hecho larga y pausadamente desde “Marzo Anterior”, de 1965, y los “Ejercicios narrativos”, de 1967, género literario de su creación. Novelista, cuentista -y detenida, honda e ilustradamente ensayista- este escritor que conversa con atinada palabra culta, ha dedicado su tarea, en el aula universitaria y en su obra escrita, a "pensar a Venezuela".

Con ese título ha publicado su último libro, muy bien editado en la Colección Intramuros, Serie Literaria (bid & co. Editor, Caracas 2008, 226 págs.). Pensar a Venezuela es una reflexión sobre lo que ha sido y es el país verdadero a lo largo de su historia más profunda y animada, a contrapelo de historiadores, geógrafos, sociólogos y demás eruditos o repetidores. Tal vez si menciono algunos nombres, antecesores de José Balza en la búsqueda e interpretación de esa Venezuela auténtica, permanente pero en continua ebullición y evolución, me acerque a la iluminada intención de este nuevo Pensar a Venezuela del escritor de San Rafael de Manamo, Delta del Orinoco, de Venezuela y de la lengua castellana.

En primer lugar, Cecilio Acosta (1818-1881) con toda su obra en prosa y en verso, pero acertadamente, en este caso, su conocido, divulgado y despreciado ensayo “Cosas sabidas y por saberse”. Que yo sepa, fue publicado por última vez, en el volumen 3 de la colección Clásicos Venezolanos que dirigí para la Academia Venezolana de la Lengua, con un Estudio Preliminar espléndido (¡qué adjetivo mas innecesario!) de Oscar Sambrano Urdaneta. Ramón Diaz Sánchez (1903-1968) reflexionó con agudeza en su ensayo Transición (Política y realidad en Venezuela), de 1937. Nuestro escritor cita con regocijo a Don Augusto Mijares (1897-1979) con su estudio visceral Lo afirmativo venezolano ("Figuras siniestras o grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública", escribió para nuestro tiempo). Y, desde luego, el grande e inmortal Mariano Picón Salas (1901-1965) en su Comprensión de Venezuela, desde 1949 a la edición de 1987.

Antecedentes, quiero decir, sus pares de ayer y de anteayer que es el hoy de este libro iluminado Pensar a Venezuela de José Balza.

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