Salvado de los peces Caribes con el auxilio de una cartuchera
Es el hijo del General José Antonio Páez quien nos deleita esta semana con una bella narración sobre las costumbres en los llanos para la década de 1840 aun antes y después. Sobre los veraces peses Caribes cuando en compañía de su padre viajo como secretario de la expedición a los llanos de Guárico y Apure donde tomo debida nota de todo lo acontecido en este recorrido publicando en New York en 1968 la obra “Travel Aventures in South and American Central, First Series Life in the Llanos of Venezuela…”
Obra que fue publicada por la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: con el título “Escenas rústicas en Sur América” o “La vida en los Llanos de Venezuela” por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.
"…Cebados los anzuelos con carne fresca, y echados con gran precaución cerca de la orilla, apenas la carnada hubo tocado el agua cuando la cogieron los Caribes, y sin darles tiempo, creía yo, para cortar con los dientes, tiré de los cordeles, pero, ¡ay, ni anzuelos ni carnadas! Al examinarlos, observé que un propio anzuelo había sido cortado, mientras otro lo había sido por el alambre. Repetí la operación varias veces y siempre con el mismo resultado.
Muy incomodado, reparé en un llanero que estaba parado por allí, riéndose al considerar mi simplicidad. Otro, tocándome suavemente en el hombro: -"¡Niño -me dijo usando una expresión favorita entre ellos- más fácil es coger una cascabel por el rabo que pescar a uno de esos tercios con anzuelo!" -¿Qué es lo que hay que hacer entonces, porque necesito un par por lo menos de estos bribones? -le dije.
-¿Quién ha visto un señorito como usted con ese gusto por bichos tan repugnantes? -replicó, creyendo que los quería para comer. Al explicarle que los deseaba para dibujarlos y conservarlos en alcohol, me aconsejó que buscara un trozo de cuero fresco de la cabeza de un novillo que acababa de ser sacrificado dejándolo pendiente una tira del mismo. Seguí inmediatamente sus instrucciones, y a poco estaba de nuevo en el río.
Sentándome en la popa de una canoa que estaba varada atravesada contra la corriente, eché dentro del agua la nueva carnada, y esperé con gran interés el resultado. Al momento un cardumen de Caribes se reunió alrededor y empezaron a atacarla con gran voracidad. Como hallaban el grueso cartílago muy duro hasta para sus afilados dientes, lo roían como minúsculas hienas.
Cuando calculé que ya estaban bien pegados dentro del cuero, tiré del todo violentamente dentro de la canoa en cuyo fondo vi con satisfacción que saltaron cerca de una docena de los pescaditos, y hallando este nuevo método de pesca muy fácil y entretenido, lo continué hasta sentirme mordido el talón de mi pie izquierdo por un Caribe, con tal violencia, que dejé caer al agua la carnada junto con los bichos que colgaban de ella.
Pensaba únicamente en ver cómo me escapaba teniendo que pasar a todo lo largo de la canoa cuyo fondo estaba lleno de estas voraces y despreciables criaturas. Mi primer impulso fue saltar sobre la borda, pero un momento de reflexión me convenció que eso hubiera sido saltar del satén a la candela.
Como me encontraba entre Scila y Caribdis, apelé de nuevo a la bondad de mi anterior consejero para librarme del trance, lo que él prontamente realizó, tirando una cartuchera sobre los boquiabiertos pescados, la que al instante fue atacada por sus afilados dientes que mordían las recias fibras con la tenacidad de un bulldog, facilitándonos con ese expediente volverlos a pescar de nuevo.
Mi dolorosa experiencia sobre estas odiosas bestezuelas, me excitó a acabar con ellas, y nunca despreciaba la oportunidad de provocarles un sangriento conflicto, dedicándome diariamente a tirarles pedazos de carne dentro del río que nunca dejaron de atraer gran número de Caribes. Llenaban la carne de agujeros después de lo cual se enardecían y se devoraban entre sí hasta quedar muy pocos con vida. Así tomé la revancha contra esta infinita tribu de Caribes…"
Páez, Ramón. - Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela. Pp.105-107
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.
Obra que fue publicada por la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: con el título “Escenas rústicas en Sur América” o “La vida en los Llanos de Venezuela” por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.
"…Cebados los anzuelos con carne fresca, y echados con gran precaución cerca de la orilla, apenas la carnada hubo tocado el agua cuando la cogieron los Caribes, y sin darles tiempo, creía yo, para cortar con los dientes, tiré de los cordeles, pero, ¡ay, ni anzuelos ni carnadas! Al examinarlos, observé que un propio anzuelo había sido cortado, mientras otro lo había sido por el alambre. Repetí la operación varias veces y siempre con el mismo resultado.
Muy incomodado, reparé en un llanero que estaba parado por allí, riéndose al considerar mi simplicidad. Otro, tocándome suavemente en el hombro: -"¡Niño -me dijo usando una expresión favorita entre ellos- más fácil es coger una cascabel por el rabo que pescar a uno de esos tercios con anzuelo!" -¿Qué es lo que hay que hacer entonces, porque necesito un par por lo menos de estos bribones? -le dije.
-¿Quién ha visto un señorito como usted con ese gusto por bichos tan repugnantes? -replicó, creyendo que los quería para comer. Al explicarle que los deseaba para dibujarlos y conservarlos en alcohol, me aconsejó que buscara un trozo de cuero fresco de la cabeza de un novillo que acababa de ser sacrificado dejándolo pendiente una tira del mismo. Seguí inmediatamente sus instrucciones, y a poco estaba de nuevo en el río.
Sentándome en la popa de una canoa que estaba varada atravesada contra la corriente, eché dentro del agua la nueva carnada, y esperé con gran interés el resultado. Al momento un cardumen de Caribes se reunió alrededor y empezaron a atacarla con gran voracidad. Como hallaban el grueso cartílago muy duro hasta para sus afilados dientes, lo roían como minúsculas hienas.
Cuando calculé que ya estaban bien pegados dentro del cuero, tiré del todo violentamente dentro de la canoa en cuyo fondo vi con satisfacción que saltaron cerca de una docena de los pescaditos, y hallando este nuevo método de pesca muy fácil y entretenido, lo continué hasta sentirme mordido el talón de mi pie izquierdo por un Caribe, con tal violencia, que dejé caer al agua la carnada junto con los bichos que colgaban de ella.
Pensaba únicamente en ver cómo me escapaba teniendo que pasar a todo lo largo de la canoa cuyo fondo estaba lleno de estas voraces y despreciables criaturas. Mi primer impulso fue saltar sobre la borda, pero un momento de reflexión me convenció que eso hubiera sido saltar del satén a la candela.
Como me encontraba entre Scila y Caribdis, apelé de nuevo a la bondad de mi anterior consejero para librarme del trance, lo que él prontamente realizó, tirando una cartuchera sobre los boquiabiertos pescados, la que al instante fue atacada por sus afilados dientes que mordían las recias fibras con la tenacidad de un bulldog, facilitándonos con ese expediente volverlos a pescar de nuevo.
Mi dolorosa experiencia sobre estas odiosas bestezuelas, me excitó a acabar con ellas, y nunca despreciaba la oportunidad de provocarles un sangriento conflicto, dedicándome diariamente a tirarles pedazos de carne dentro del río que nunca dejaron de atraer gran número de Caribes. Llenaban la carne de agujeros después de lo cual se enardecían y se devoraban entre sí hasta quedar muy pocos con vida. Así tomé la revancha contra esta infinita tribu de Caribes…"
Páez, Ramón. - Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela. Pp.105-107
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.
Labels: Anecdotas, Biografía, Deschavetizar, General José A. Páez
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