Friday, December 4, 2009

Privilegio exigente (General José Antonio Páez)


General José Antonio Páez 1859 - 1863 Lessmann & Fotografía Museo Bolivariano Caracas

Tomado de:
http://doctorpolitico.com/?p=2450

El único presidente de Venezuela que se ha equivocado es José Antonio Páez, al menos fue el único en admitirlo. El dos veces Jefe de Estado concluye así su Autobiografía: “Termino, pues, la historia de mi vida donde debió haber acabado mi carrera pública…”, esto es, en 1850. Reconoce así que se equivocó al seguir en el protagonismo político y volver al poder, y todavía más:
“Es seguro que en tantos años de carrera pública habré cometido yerros de más o menos consecuencia; pero bien merece perdón quien sólo pecó por ignorancia, o por concepto equivocado. Mi propio naufragio habrá señalado a mis conciudadanos los escollos que deben evitar”.


Los demás presidentes no se equivocaron jamás. Tal es su convicción, o su declaración. En cambio, los venezolanos pensamos mayoritariamente que los únicos en equivocarse fueron, precisamente, los presidentes, y que nosotros nunca hemos errado, ni siquiera al elegirlos. Que este país sería una maravilla si no hubiéramos tenido presidentes, gobiernos y políticos así.


En la investigación realizada para escribir estas páginas no encontré evidencias que sustentaran la infalibilidad popular o la sabia pureza popular. Los venezolanos, y nuestros gobernantes, juntos o por separado, nos hemos equivocado. Pero también, como hemos podido darnos cuenta, hemos sabido acertar.


Siempre se nos dijo que el poder en Venezuela es para los hombres de armas. “El mundo es de los valientes” en la frase carujana. Que esta tierra brava, rebelde, parejera, este “cuero seco” no podía ser gobernado “por las buenas”. Los civiles podían redactar proclamas”, escribir constituciones y leyes para no cumplirlas, pero no mandar. Los cuarenta años más estables y de más progresos en la vida de este país demuestra exactamente lo contrario.


Se ha diagnosticado que esas cuatro décadas cerraron su ciclo a causa de la corrupción, un fenómeno que antecedió a la democracia y que la ha sobrevivido con una salud y una fortaleza que impactan al menos impresionable de los observadores. Creo que la verdad es que su ocaso está más relacionado con el colapso del modelo rentista que no supo superar y con el alejamiento entre los partidos políticos y la sociedad toda, desde los sectores organizados con intereses grandes, medianos y pequeños, hasta el pueblo llano y sus mismas bases.


En el tiempo de los civiles en el poder, el único estable como tal en la Historia de Venezuela, la contabilidad política tiene sus créditos y sus débitos.


En cuanto a convivencia, el haber fue lograrla y mantenerla. Y el debe no valorarla.


En cuanto a instituciones, el haber fue organizar poderes equilibrados y ensayar la primera, y hasta ahora única, experiencia sostenida de poder distribuido, limitado, despersonalizado de nuestra existencia republicana. Y el debe, no desarrollar conciencia institucional.


En lo social, el haber fue la transformación radical de Venezuela y la educación de la abrumadora mayoría de los venezolanos. Y el debe, no haber logrado en la medida deseable la integración de esa sociedad nueva y compleja.


En lo económico, el haber es la modernización y diversificación de un aparato productivo que no es ni la sombra de lo que había. Y el debe, no haber superado el rentismo para poder generar prosperidad sustentable para todos.


En lo petrolero, el haber es la madurez para buscar y lograr el progresivo dominio de nuestro principal negocio. Y el debe, no haber sacado todo el provecho posible en desarrollos aguas abajo y con la inversión de los ciudadanos.


En la infraestructura y el medio ambiente, el haber es una descomunal transformación dl escenario nacional, y el debe nuestro inveterado descuido con el mantenimiento.


En lo internacional, el haber es una diplomacia vinculada a valores e intereses nacionales que nos ganó prestigio y respetabilidad en el mundo. El debes es una inmodesta sobrestimación de nuestras posibilidades que nos llevó, y nos sigue llevando, a empresas que nos exceden y no necesariamente nos convienen.


¿Es mayor la columna azul del crédito que la roja del débito?


Me parece que sí. Pero, en todo caso, he procurado poner honradamente en manos del lector los elementos de juicio que le permitan tomar su posición.


El logro más grande de los cuarenta años es haber demostrado que podíamos vivir en libertad y en paz, y el fracaso más triste no haber aprendido a defenderla y a mejorarla.


Si miramos la historia de este país, de Latinoamérica y del mundo, veremos que vivir en libertad es un privilegio, pero también una labor muy exigente. En la opresión sólo hay que obedecer. En la democracia hay que decidir. Porque la libertad se trata de atreverse cada uno a asumir su responsabilidad.


Ramón Guillermo Aveledo

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