Parte
I: PÁEZ: EL ORIGEN DE UN MITO
José
Antonio Páez nació el 13 de junio de 1790 en Curpa, una pequeña aldea llanera adyacente
al riachuelo del mismo nombre, en el hoy estado Portuguesa. Fue el séptimo hijo
de Juan Victorio Páez y de María Violante Herrera, antecedido por José
Francisco, José de los Santos, Ramón, Ubalda, María del Rosario (Mayota) y Ana
María. Cerró el ciclo su hermana Luisa. Han pasado 222 años y ya no quedan
vestigios de la hermosa locación de Curpa, que hoy es un suburbio urbano de Acarigua,
pero el nombre del niño José Antonio siempre lo recuerdan con orgullo.
Allí vivió
sus primeros años, hasta que en 1798 don Juan Victorio fue designado funcionario
del estanco de tabaco en Guanare por cuyo motivo se mudó a esa ciudad, aunque
pronto se dio cuenta de que sus ocupaciones lo obligaban a viajar con mucha
frecuencia. Por lo tanto dejó a su familia bajo la protección de su cuñado
Bernardo Fernández, que poseía una bodega en Guama, muy cerca de San Felipe
-lugar de donde era nativo- en donde José Antonio comenzó a trabajar a los ocho
años de edad. Su educación no fue descuidada. Su madre lo inscribió en la
escuela dirigida por la maestra Gregoria Díaz, aunque en 1805 interrumpió sus
estudios para irse a trabajar a San Felipe en el almacén de su tío Domingo
Páez.
Su vida transcurría tranquila, hasta que un
día su madre le pidió que fuera a Cabudare –cerca de Barquisimeto- a entregar
unos documentos y buscar un dinero que le enviaría el abogado Domingo Perera. Era el año 1807. Después de cumplir con la encomienda regresó a
Guama, pero se detuvo en Yaritagua a comer algo y cuando fue a pagar la cuenta
se hizo visible la gruesa cantidad de dinero que llevaba consigo. Al marcharse
fue seguido por cuatro bandoleros que intentaron despojarlo de su dinero en el
sitio denominado Sabana de Piedra –en la falda de la montaña de Mayurupí- donde
el joven Páez demostró rapidez y
valentía, venciendo a sus asaltantes y matando a uno de ellos (Gómez: José
Antonio Páez, pp. 6-7).
Al regresar
a su casa en Guama varios familiares le aconsejaron que se escondiera por un
tiempo, ya que la banda a la que se enfrentó era muy poderosa y seguramente lo
buscarían para matarlo. Por lo tanto, el joven Páez
abandonó el hogar y tomó camino hacia Barinas donde consiguió trabajo como peón
en el hato “La Calzada”, propiedad de Manuel Antonio Pulido. La faena era dura
y le pagaban tres pesos al mes. Su capataz era Manuelote, un esclavo de
confianza de don Manuel que trataba con
mucha rudeza al personal que tenía asignado. Aquel ambiente requería empezar la
faena a las cuatro de la mañana y luego de un café salían a efectuar el trabajo
de ordeñar, herrar y apacentar el ganado, para luego tomar un frugal desayuno.
El resto del día lo dedicaban a sembrar yuca o recoger la cosecha. Fue un duro
aprendizaje para Páez, que asimiló la vida del campo con todo su rigor. Solo
disponía de un pequeño catre y de la comida. Carecía de todo tipo de comodidades.
Para sobrevivir en aquel ambiente hostil
se requería de mucha disciplina,
destreza y coraje, que Páez fue adquiriendo. Día a día tenía que enfrentarse a
situaciones inesperadas y a veces desconocidas. Tormentas, animales salvajes,
garrapatas, bandoleros, el mal humor de Manuelote. El enfrentar tantos peligros
e incomodidades lo fue dotando de una voluntad férrea, de un carácter indómito,
de una fortaleza física poco común y, sobre todo, de una gran habilidad para
tomar decisiones en situaciones de extrema incertidumbre.
El joven
peón fue superando la dura prueba a que lo sometía el destino y en forma
progresiva se fue destacando en su trabajo, lo que fue observado por don
Manuel, quien decidió destinarlo al hato “El Pagüey” para aprovechar los
conocimientos que Páez adquirió en la bodega de San Felipe. En su nuevo destino fue entrenado en el negocio de ganado y a
llevar las cuentas, lo que le permitió un salario mejor y la posibilidad de
ahorrar. Es en esa época cuando conoce a una bella joven de nombre Dominga
Ortiz, natural de Canaguá, a quien le ofrece matrimonio. La boda se lleva a
efecto en Barinas el 1 de junio de 1809. Un año más tarde tiene su primer hijo
legítimo, al que le da el nombre de Manuel Antonio, en agradecimiento a su
patrón. El año anterior había tenido amores con María Ricaurte, una joven
vecina del Casanare, con quien tuvo un hijo en Achaguas al que bautizó con el
nombre Ramón, que fue criado por su esposa Dominga como si fuera su hijo.
Páez –de
apenas veinte años de edad- se sentía realizado. Tenía
esposa, hijos, casa, un trabajo edificante y una vida por delante, pero de
pronto se presentaron los sucesos del 19 de abril de 1810 en Caracas, lo que
cambiaría su vida por completo. En sus conversaciones con don Manuel se enteró
de los sucesos acaecidos desde finales del siglo anterior, tales como la
libertad alcanzada por Estados Unidos en 1784, la revolución Francesa en 1789,
la invasión de Miranda en 1806, la invasión de Napoleón a España en 1808 y la
conspiración de los mantuanos venezolanos en 1808, que configuraron una
situación de gran complejidad que trajo como consecuencia el golpe de Estado
ocurrido en Caracas el 19 de abril de 1810.
Primera
República
Como
consecuencia se creó una Junta de Gobierno a la que se dio el nombre de “Junta
defensora de los derechos de Fernando VII”, la cual tuvo que buscar voluntarios
para reforzar la tropa y Páez actuó bajo las órdenes de Manuel Antonio Pulido.
Es la misma época en la que Francisco Rodríguez del Toro trata de efectuar la
toma de Coro, provincia que se mantenía leal al Consejo de Regencia, al igual
que Maracaibo y Guayana. Para someterla reunió un ejército de cuatro mil
hombres, pero fue derrotado en Coro por el brigadier José de Ceballos el 28 de noviembre de 1810 (Gómez, ibídem, p. 8).
Mientras esas cosas ocurrían en el norte de Venezuela,
Páez permanecía atento a las instrucciones de Pulido, quien se incorporó a la
lucha por la República de Venezuela, cuya acta de independencia se firmó el 5
de julio de 1811, lo que provocó la reacción de Ceballos, que dio órdenes a
Domingo de Monteverde para que reconquistara la antigua Capitanía General y los
venezolanos, como es lógico, toman medidas para defenderse y designan a Francisco
de Miranda jefe del ejército, con poderes dictatoriales, dada la emergencia. Entretanto, Páez es mandado a llamar por el general español
Antonio Tíscar para ofrecerle el grado de capitán, pero como no quería servirle
al rey decidió huir hacia Pedraza, donde se encontró con Pulido que lo ascendió
al grado de sargento primero en 1812.
Lamentablemente
el coronel Simón Bolívar perdió el castillo de Puerto Cabello, que estaba bajo
su responsabilidad, lo que causó un grave problema a Miranda que se vio
obligado a capitular en San Mateo, con lo cual se concreta la pérdida de la
Primera República. Cono consecuencia, Domingo Monteverde
entra victorioso en Caracas, Miranda es apresado y Bolívar sale al exilio.
A pesar de
la derrota Páez prosigue la lucha bajo el mando de Pulido, mientras Bolívar
organiza la campaña con la que retomará el control de Venezuela, la cual inicia
en mayo de 1813. En el largo camino hacia Caracas
José Félix Ribas libera a Barinas como consecuencia de la batalla de Niquitao contra
Antonio Tíscar, efectuada el 2 de julio de 1813. Para celebrar el suceso Ribas se
reúne con Pulido y Páez en la ciudad llanera.
Segunda
República
Después
de muchos triunfos y algunos reveses Bolívar entra victorioso en la capital el 6
de agosto de 1813, dando nacimiento a la Segunda República, la cual dirigió con
el título de Jefe Supremo. El 14 de octubre la Municipalidad de Caracas le
confirió el título de Libertador en la Iglesia de San Francisco y, al
recibirlo, expresó emocionado: “El título de Libertador es más glorioso y
satisfactorio para mí que el cetro de todos los imperios de la tierra”.
Un mes más
tarde Páez derrota al comandante Miguel Marcelino en la batalla de Matas
Guerrereñas el 27 de noviembre de 1813, lo que le vale el ascenso al grado de
capitán. En la campaña lo acompaña su mujer, que actúa como enfermera
ocupándose de atender a los soldados heridos. Sin embargo, no todo es victoria.
Páez es hecho prisionero en Barinas y sometido a un juicio sumario por un
tribunal de guerra que preside el comandante Antonio Puig, quien lo condena a
muerte. El tribunal fijó el día 6 de diciembre de 1813 para la ejecución, pero hubo
la feliz coincidencia que el día anterior Bolívar había vencido a los realistas
en Araure -población muy cercana a Barinas- y por esa razón la noticia llegó
muy rápido al campamento de Puig. Esa misma
noche se escuchó un disparo, lo que motivo que el oficial de guardia expresara
en alta voz:
-¡Alto!,
¿quién vive?
Y
desde el fondo del patio, en una noche particularmente sombría, alguien
respondió:
-La
América libre. Somos soldados de la muerte
La
misteriosa respuesta fue seguida de un disparo y de un fuerte movimiento de
tropa al otro lado del río Santo Domingo, que se percibió con toda claridad en
el campamento español y ese hecho causó honda preocupación en Puig, quien pensó
que las tropas de Bolívar habían llegado antes de lo previsto y como no estaba
preparado para enfrentarlo dio órdenes a su ejército para partir de inmediato
hacia San Fernando de Apure (Polanco, p. 43).
Puig nunca
sabría la verdad. Lo que aconteció fue que Dominga
Ortiz había organizado una estratagema con el comandante Ramón García de Sena
para liberar a su marido y fue este oficial el que disparó el fusil que hizo alborotar
a las garzas, formando una algarabía tan grande que parecían caballos
galopando. Esa fue la razón de que cuando el oficial español formuló su pregunta
uno de los hombres que la acompañaba respondió de la manera convenida para crear
temor en las tropas españolas, en lo que tuvieron éxito, salvando de este modo
la vida de Páez.
La feliz
coincidencia del triunfo de Bolívar en Araure y el atrevimiento de doña Dominga
influyeron en la rápida retirada de Puig, dando origen a la leyenda de que
fueron las ánimas del purgatorio las que vinieron en su protección. El mismo Páez contribuyó a popularizarla usando siempre en su
pecho un escapulario con la imagen de la Virgen del Carmen que, según la
tradición, va todos los sábados a conducir
las almas en pena al Paraíso. La leyenda dio nacimiento a una copla llanera que
reza así:
“CANTE,
CANTE COMPAÑERO,
NO
LE TENGA MIEDO A NAIDEN,
QUE
EN LA COPA DEL SOMBRERO
LLEVO
A LA VIRGEN DEL CARMEN.
A
pesar de todo, no sería fácil conquistar la Independencia. Bolívar y sus
hombres comenzaron a sufrir reveses que muy pronto los colocarían en una
situación peligrosa. La “Guerra a Muerte” estaba en su apogeo desde junio de
1813. Páez seguía la lucha en los llanos bajo las órdenes de García de Sena y a
principios de 1814 se enfrentó a las tropas
españolas en Guasdualito y Canaguá.
Sin embargo, el adversario seguía firme en sus propósitos y el 12 de enero fue
sitiada Barinas nuevamente por Remigio Ramos y Antonio Puig, por cuyo motivo
García de Sena decidió abandonar la plaza a pesar de la firme oposición de Páez,
pero al llegar a Las Piedras dejó en libertad de acción a su caballería. Ante
esta situación Páez tomó rumbo a Mérida en compañía de Luciano Blasco, José
María Olivera y Andrés Elorza, pero al
llegar a esa ciudad se encontró con el hecho de que Juan Antonio Paredes
-gobernador de Mérida- estaba siendo atacado por los españoles, que ya habían
tomado Bailadores y Lagunillas.
La
situación era tan compleja que el gobernador le pidió a Páez que se sumara al
ejército a su mando como agregado del capitán Antonio Rangel y sin dudarlo Páez
marchó junto con él hasta Estanques, donde obligó a los realistas a emprender la
retirada, pero a pesar de esa victoria Rangel abandonó el lugar desatendiendo
los consejos de Páez, lo que es aprovechado por el enemigo para encaminarse de
nuevo hacia Bailadores por una cuesta que obligaba a los soldados a cabalgar en
fila y al observar esa situación Páez les gritó:
-¡Viva
la patria!
La fuerte
voz de Páez causó confusión entre los realistas, lo que aprovechó para atacarlos
por la retaguardia sembrando el terror entre ellos. Sin
embargo, un fornido gigante llamado José María Sánchez se enfrentó a Páez y
ambos lucharon a muerte cuerpo a cuerpo hasta que “El Catire” logró vencerlo,
permitiendo que las tropas patriotas pudieran entrar a Bailadores, donde tuvo
la satisfacción de recibir el respaldo de una división al mando de Gregory Mac
Gregor, que venía proveniente de la Nueva Granada.
Páez
permaneció en esa región hasta mediados de 1814, cuando se produjo la pérdida
de la Segunda República, de lo que se enteró a través del general Rafael Urdaneta que iba en
retirada hacia el Casanare. Por él supo que Boves derrotó a Bolívar,
quien se vio obligado a huir hacia el oriente del país en compañía de la mayor
parte del pueblo de Caracas.
Luego de
la marcha de Urdaneta hacia la Nueva Granada Páez puso en práctica un plan para
apoderarse de los llanos de Apure, territorio que estaba controlado por los
hombres de Boves. En consecuencia reunió a su
familia y con sus hombres de confianza tomó el camino hacia San Fernando. En
poco tiempo armó un ejército de más de mil hombres y emprendió la conquista de
Apure el 10 de octubre de 1814, al lado de Francisco Olmedilla. A mediados de
diciembre recibió información de que Bolívar había salido del país y al poco
tiempo le llegó la noticia de la muerte de Boves en los campos de Urica el 5 de
diciembre.
Su guerra
particular por el control del Apure se vio favorecida por la muerte del
caudillo asturiano y el 29 de enero de 1815 se enfrentó en Guasdualito con el comandante Manuel
Pacheco Briceño, cuyo resultado dejó ver claramente quién sería el sustituto de
Boves en los llanos. Su dominio fue progresivo y estaba
claro que su victoria sería total. Los realistas fueron aniquilados y su
comandante hecho prisionero. Tan pronto “El Catire” se apoderó del Apure intensificó
su labor de reclutamiento, sin preguntarle a sus nuevos soldados a quién habían
servido antes. Esa actitud le permitió adquirir la confianza y el afecto de sus
hombres, quienes al verlo actuar en los campos de batalla le cobraron
admiración por su valor y por el ejemplo que les daba, especialmente por la
forma cordial como los trataba.
El 31 de
diciembre de 1815 dirige la batalla de Chire contra el ejército del español
Sebastián de La Calzada, al que vence de manera contundente. Pocos días después –el 13 de enero de 1816- derrota al comandante
Miguel Guerrero en el Arauca, el 2 de febrero triunfa de nuevo en Palmarito y
el 16 de ese mismo mes se enfrenta en Mata de La Miel a un ejército de 1.600
realistas comandados por el coronel Francisco López y vence, a pesar de que
solo disponía de una tropa de 300 hombres. Entre los numerosos prisioneros que
captura se encontraba Manuelote, su antiguo capataz del hato de “La Calzada”, a
quien invita a su mesa y le da la libertad.
No hay
poder humano que se le resista y sus sucesivas victorias comienzan a crearle
una leyenda, al punto de que los hombres que antes peleaban bajo las órdenes de
Boves estaban ahora a su lado y lo llaman “Taita”, al igual que a aquel. Manuelote es uno de ellos, que regresa por su propia voluntad al
campamento de Páez para luchar a su lado en búsqueda de la libertad para su
país. El 2 de mayo participa en el ataque contra el general Miguel de La Torre en
Camoruco, contribuyendo con su esfuerzo a que le destruya la caballería del
jefe español y lo obligue a huir.
El
13 de junio Páez celebra su cumpleaños derrotando de nuevo a Francisco López en
el Paso del Frío y lo vence de nuevo. Sus triunfos no se detienen. El 8 de
octubre vence por tercera vez a Francisco López en El Yagual donde Páez utiliza
700 hombres y López 2.300. En esa batalla toma numerosos prisioneros, entre los
cuales está Pedro Camejo, el famoso “Negro Primero”, quien le dice:
-Mi
general: fui realista, pero estoy arrepentido. Quiero
ponerme a sus órdenes para servirle a la patria.
Y así fue. El 14 de octubre de 1816 Camejo
acompañó a su nuevo jefe a la toma de Achaguas y después de ocupar esa población
participó en la batalla de Lagunilla de Palital, donde Páez venció a Salvador
Gorrín en diciembre de ese año. Días más tarde venció al general español
Sebastián de La Calzada en Mucuritas el 28 de enero de 1817, en un
enfrentamiento que va a sellar su fama. Fue una batalla importante para la
causa patriota por varias razones. En primer lugar marcó el inicio del fin del
ejército del mariscal de campo Pablo Morillo, un oficial que había luchado en
Europa contra las tropas de Napoleón Bonaparte, quien después de Mucurita le
escribió al rey explicándole las causas de su derrota: “Catorce cargas
consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres
no eran una gavilla de cobardes poco numerosa, como me habían informado, sino
tropas organizadas que podían competir con las mejores de Su Majestad”.
Los
preparativos de la batalla duraron varios días. Páez
formó un ejército de mil hombres en tres columnas bajo el comando de Ramón
Nonato Pérez, Rafael Rosales y José de la Cruz Carrillo. El caudillo venezolano tomó la previsión de colocar a
sus hombres en la misma dirección del
viento, en tanto que el brigadier Miguel de La Torre unió sus fuerzas a las de
Sebastián de la Calzada, con lo que alcanzó un
total de 3.000 infantes y 1.700 jinetes, pero aún así perdió ante un
ejército mucho más pequeño.
Sus
continuas victorias llegaron a conocimiento de Bolívar, que se encontraba en
Angostura, lo que lo movió a pasar el río Orinoco para ir a conocerlo y reunirse
con él en Cañafístola. Una vez puestos de acuerdo, el llanero acepta el mando de Bolívar
y a su lado se enfrenta a Morillo el 11
de febrero de 1818 en la batalla de Calabozo, con buenos resultados para las
armas patriotas; pero el 16 de marzo la suerte les es adversa y reciben un
serio revés en la batalla de El Semen -cerca de La Puerta-, lo que hace
acreedor a Morillo del título de Marqués de la Puerta, pero no se arredran y
diez días después presentan batalla en Ortiz al general Miguel de La Torre.
Continuara…
Como citar este artículo
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Carlos
Alarico Gómez. Páez y la Formación del Estado Venezolano. Parte I: Páez: el origen de un mito. Entrada.
Entrada
del 27 de Abril de 2012, Consultado el xx/xx/ 2012 URL http://generalenjefejoseantoniopaez.blogspot.com/2012/04/jose-antonio-paez.html
FUENTES CONSULTADAS:
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