Monday, July 27, 2009

Salvado de los peces Caribes con el auxilio de una cartuchera


Es el hijo del General José Antonio Páez quien nos deleita esta semana con una bella narración sobre las costumbres en los llanos para la década de 1840 aun antes y después. Sobre los veraces peses Caribes cuando en compañía de su padre viajo como secretario de la expedición a los llanos de Guárico y Apure donde tomo debida nota de todo lo acontecido en este recorrido publicando en New York en 1968 la obra “Travel Aventures in South and American Central, First Series Life in the Llanos of Venezuela…”


Obra que fue publicada por la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: con el título “Escenas rústicas en Sur América” o “La vida en los Llanos de Venezuela” por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.



"…Cebados los anzuelos con carne fresca, y echados con gran precaución cerca de la orilla, apenas la carnada hubo tocado el agua cuando la cogieron los Caribes, y sin darles tiempo, creía yo, para cortar con los dientes, tiré de los cordeles, pero, ¡ay, ni anzuelos ni carnadas! Al examinarlos, observé que un propio anzuelo había sido cortado, mientras otro lo había sido por el alambre. Repetí la operación varias veces y siempre con el mismo resultado.


Muy incomodado, reparé en un llanero que estaba parado por allí, riéndose al considerar mi simplicidad. Otro, tocándome suavemente en el hombro: -"¡Niño -me dijo usando una expresión favorita entre ellos- más fácil es coger una cascabel por el rabo que pescar a uno de esos tercios con anzuelo!" -¿Qué es lo que hay que hacer entonces, porque necesito un par por lo menos de estos bribones? -le dije.


-¿Quién ha visto un señorito como usted con ese gusto por bichos tan repugnantes? -replicó, creyendo que los quería para comer. Al explicarle que los deseaba para dibujarlos y conservarlos en alcohol, me aconsejó que buscara un trozo de cuero fresco de la cabeza de un novillo que acababa de ser sacrificado dejándolo pendiente una tira del mismo. Seguí inmediatamente sus instrucciones, y a poco estaba de nuevo en el río.


Sentándome en la popa de una canoa que estaba varada atravesada contra la corriente, eché dentro del agua la nueva carnada, y esperé con gran interés el resultado. Al momento un cardumen de Caribes se reunió alrededor y empezaron a atacarla con gran voracidad. Como hallaban el grueso cartílago muy duro hasta para sus afilados dientes, lo roían como minúsculas hienas.


Cuando calculé que ya estaban bien pegados dentro del cuero, tiré del todo violentamente dentro de la canoa en cuyo fondo vi con satisfacción que saltaron cerca de una docena de los pescaditos, y hallando este nuevo método de pesca muy fácil y entretenido, lo continué hasta sentirme mordido el talón de mi pie izquierdo por un Caribe, con tal violencia, que dejé caer al agua la carnada junto con los bichos que colgaban de ella.


Pensaba únicamente en ver cómo me escapaba teniendo que pasar a todo lo largo de la canoa cuyo fondo estaba lleno de estas voraces y despreciables criaturas. Mi primer impulso fue saltar sobre la borda, pero un momento de reflexión me convenció que eso hubiera sido saltar del satén a la candela.


Como me encontraba entre Scila y Caribdis, apelé de nuevo a la bondad de mi anterior consejero para librarme del trance, lo que él prontamente realizó, tirando una cartuchera sobre los boquiabiertos pescados, la que al instante fue atacada por sus afilados dientes que mordían las recias fibras con la tenacidad de un bulldog, facilitándonos con ese expediente volverlos a pescar de nuevo.

Mi dolorosa experiencia sobre estas odiosas bestezuelas, me excitó a acabar con ellas, y nunca despreciaba la oportunidad de provocarles un sangriento conflicto, dedicándome diariamente a tirarles pedazos de carne dentro del río que nunca dejaron de atraer gran número de Caribes. Llenaban la carne de agujeros después de lo cual se enardecían y se devoraban entre sí hasta quedar muy pocos con vida. Así tomé la revancha contra esta infinita tribu de Caribes…"


Páez, Ramón. - Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela. Pp.105-107
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia de la Republicana de Venezuela. Vol. 8: Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela por Ramón Páez. Caracas, 1973, 386 pp.

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Friday, July 10, 2009

Con una consulta popular se decidirá nueva ubicación de estatua de Rafael Urdaneta

Tomado de:
http://www.el-carabobeno.com/p_pag_not.aspx?art=a100709b02&id=t100709-b02


Beatriz Rojas

Valencia, julio 9 (REDACTA).- Por efectos de la construcción de la estación “Rafael Urdaneta” del Metro de Valencia, será removida la estatua del prócer venezolano que se encuentra frente a la Cámara de Comercio de Valencia, en la avenida Bolívar Norte.

El presidente de la Fundación para la Cultura de Valencia, Guillermo Vizcaya, informó que ya se están haciendo todos los trámites para la mudanza, por lo que sostuvo una reunión con el presidente de la C.A. Metro de Valencia, Yomar Parra, y contrató a un especialista, quien se encargará de hacer los estudios para evitar que la obra sufra daños.

El funcionario indicó que a la estatua del general Rafael Urdaneta se le repondrá la espada, que desapareció a consecuencia de acciones vandálicas. Se desconoce dónde será colocada, porque la escogencia del sitio dependerá de una consulta popular posterior a que se culmine la línea 2 del Metro.

Páez bajo resguardo

Con relación a la escultura del general José Antonio Páez que estaba en la plaza cercana al distribuidor La Florida, manifestó que la obra fue restaurada por la administración anterior y se encuentra bajo resguardo en los depósitos de Fundacultura. Lo mismo ocurrió con la Estatua de la Libertad.

Todavía no se ha definido el destino de estas dos obras de arte conocidas ampliamente por la colectividad, debido al tiempo que estuvieron expuestas, porque para su ubicación se consultará a las comunidades organizadas, según informó Vizcaya.

Sobre el cóndor que desapareció del monolito del Libertador en la plaza Bolívar, citó que conjuntamente con Induval se tiene previsto organizar un concurso para obtener una nueva pieza.

Guillermo Vizcaya también informó que en diciembre se pondrá en la avenida Rojas Queipo la obra “Paisaje Agustiniano”, del artista Edgar Negret, que será la escultura más grande que exista en la ciudad.

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Thursday, July 9, 2009

Plaza Páez en Valencia tiene 9 años sin la estatua del prócer




Tomado de:
http://www.elcarabobeno.com/p_pag_not.aspx?art=a090709b02&id=t090709-b02


Valencia, julio 8 (REDACTA).- La plaza Páez, ubicada a un lado del distribuidor La Florida, luce abandonada. La figura ecuestre del prócer independentista fue desmontada de su pedestal hace 6 años para su restauración y hasta ahora se desconoce su paradero.

La estatua del general José Antonio Páez, héroe fundamental de la Batalla de Carabobo y Presidente de la República en 3 oportunidades, fue realizada por el escultor valenciano Andrés Pérez Mujica. La primera fundición se encuentra en la urbanización El Paraíso de Caracas desde 1905.

En 1971, con motivo de la celebración de los 150 años de la Batalla de Carabobo, fue colocada una réplica en la redoma de La Florida al comienzo de la autopista Valencia -Campo de Carabobo, donde estuvo hasta el 22 de abril de 2003 cuando fue desmontada para su restauración.

Cuando esto ocurrió, la obra había sido despojada de la espada, bridas, estribo, riendas y bozal. El mármol rosado que recubría el pedestal también le fue eliminado poco a poco. Producto de acciones vandálicas la figura estaba a punto de desprenderse de su base.

El desmontaje de la escultura fue dirigido por María Teresa Morín, presidenta de la Fundación para la Cultura de la Ciudad de Valencia para ese entonces, quien encomendó la restauración a la artista Ingrid Lozano.

La obra fue llevada al estacionamiento de la Policía Municipal de Valencia, mientras se cumplían los trámites para su restauración. De eso han pasado 6 años. Personas ligadas al ámbito cultural sostienen que la figura fue restaurada por completo, pero las autoridades municipales no se atreven a ponerla de nuevo en la plaza, porque se exponen a que el presidente Chávez les recrimine el gesto.

En la plaza, el pedestal donde estaba la estatua se encuentra en avanzado estado de deterioro. Le faltan varias partes de las piezas de mármol que la recubrían. Algunas jardineras están rotas y se nota que la gente no la visita.

Para obtener información sobre esta escultura, El Carabobeño trató de contactar al presidente de la Fundación para la Cultura de Valencia, Guillermo Vizcaya, pero fue imposible contactarlo. (BR)

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Friday, July 3, 2009

Todos los niños de Venezuela conocen la historia de “El Jardinero de la viñeta” (General José Antonio Páez)



La siguiente anécdota sobre el General José Antonio Páez nos la refiere el escritor inglés Robert B. Cunninghame en su obra José Antonio Páez. En referencia a la honorabilidad del Centauro de los Llanos.

“… La quinta la viñeta era en aquellos días una casa de campo que se encontraba en las afueras de la ciudad. Hoy día está convertida en una escuela para niñas, y está situada en una calle vulgar, dentro de la ciudad. Un frondoso níspero da sombra a uno de los patios, y debió existir el día en que el Supremo Jefe diera el banquete en honor de mis antepasados, pues es de un tamaño enorme.

Todos los niños de Venezuela conocen la historia de “El Jardinero de la viñeta”. Historia en si curiosa y conmovedora, que muestra el carácter de Páez mejor que todo lo se ha escrito sobre él. El jardinero era un antiguo granadero español que había servido en la guerra de la Independencia con los Granaderos del Infante, uno de los cuerpos más selectos de España. Cuando veía a Páez malhumorado, solía esperarlo para atravesársele en el camino, y apuntándole con la manguera le decía en alta voz: “No me atropelle, mi General, porque le tiro”. Esta frase tenía para ambos un hondo significado.


Durante la guerra de la independencia, después de una refriega en la Mirrael, cerca de El Sombrero, pequeña población de los llanos, el regimiento de los Granaderos del Infante se retiraba hacia un bosque de palmeras, perseguido de cerca por Páez y su caballería. Lograron refugiarse entre los árboles, pero Páez, joven y bien montado, divisó a un hombre herido que luchando por seguir a sus compañeros, ya distantes unos cuatrocientos metros, trataba de ganar el bosque. El hombre era alto y aún lo parecía más por su alto chacò. Páez galopó hasta él y blandiendo su lanza en el aire le insto a que se rindiese.

El hombre que conocía a Páez de vista desde la batalla de Mucuritas, se negó, y apuntando a Páez con su mosquete, dijo con firmeza: “…No me atropella, mi General, porque le tiro…”, y diciendo esto iba arrimándose al bosque, siempre encañonando a Páez.


Páez se detuvo y mediante amenazas y promesas intentó hacerle cambiar de de idea. El granadero contesto en igual tono a la amenazas, mas siempre arrimándose cada vez más hacia el bosquecillo. Impresionado por su valentía, redoblaba Páez sus instancias y amenazas, pero seguía negándose 0bstinadamente el granadero.


Al fin logró ponerse a poca distancia del bosque, y al ver a Páez que se le escapaba, alzó la lanza, gritando: “Dispara y vete al infierno”, preparado para el ataque. El español, arrojando la pistola sobre él, dijo:

-¡Dispara¡ ¿Cómo disparo yo si mi pistola está vacía?


Los dos valientes se quedaron mirándose, y luego Páez, que desconfiaba, temiendo una trampa, le mandó levantar en alto la pistola y dejo caer el detonador sobre el cañón. Así lo hizo, comprobándose que estaba vacía la pistola. Luego, mostrándole la cartuchera y mochila, dijo el terco granadero:


-Vea mi General que ambas están vacías. No he comido nada durante dos días.


Sintió Páez admiración y compasión por este hombre desdichado y heroico, perdonándole la vida le insto a que cambiara de bando y se pasara a sus filas. El soldado se negó, y entonces Páez, a quien siempre impresionaba la valentía le preguntó:
-¿Qué puedo hacer por ti?
Y el otro contestó:
-Solo déjeme reunirme con mi regimiento.

Asintió Páez, y dando un saludo militar desapareció el soldado dentro del bosque.


De esa clase de hombres no puede decirse que salven su honor, pues nunca lo tienen en peligro.


Unas horas más tarde en otra escaramuza, Páez avisto al mismo soldado tenido en el suelo sin sentido, junto a un montón de cadáveres. Páez se apeó de su caballo y ordenó al médico que le vendase las heridas y que lo llevase a la retaguardia; en esto el hombre recobrò el sentido, y le dijo a Páez en voz muy queda:


-Si es que no voy al otro mundo, me quedaré con usted mientras tenga vida.


Cundo se recuperó Páez lo hizo jardinero de la viñeta, donde debió a menudo regalarle flores a mi abuela, y tal vez a la niñita que jugaba junto a ella en el jardín.

Nada revela mejor que esta simple historia al hombre valiente honorable y tierno.


Al llegar la hora de la despedida, Páez dio a mi abuelo dos caballos: Toni, de color crema y Caballero, castaño oscuro. Ambos murieron cargados de años en Cumberland…”

Tomado de Cunninghame Robert B. José Antonio Páez. Caracas: Italgrafica. Páginas 277-279

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Wednesday, July 1, 2009

Sin la Logística llanera del General José Antonio Páez, no se da la Batalla de Carabobo. Parte II


Esta semana presentamos la II Parte del escrito, Sin la Logística llanera del General José Antonio Páez, no se da la Batalla de Carabobo. Narración del escritor Robert Cunninghame Gran, quien nos deleita con sus comentarios respecto de la maniobra ejecutada por el Centauro de los Llanos.

CAPILUTLO XIV
El año de 1821 fue el más memorable en la prolongada lucha contra España…”

“…Durante todo el día pacen y dan poco que hacer, y al inexperto le parecería que no hay peligro de estampida. Por la noche, casi a la misma hora que sus compañeros se escaparon la noche anterior, se ponen inquietos y súbitamente algunos corren como remolino de viento en la dirección del lugar donde los criaron. Nada les detiene, y siguen su camino como una paloma mensajera lo hace por el espacio. Casi invariablemente toman un camino diferente de aquél hacia el que se les ha empujado. Nunca vacilan, y no necesitan brújula para orientarse, pasando por pantanos y ríos profundos si se interponen entre ellos y su “ querencia”…”


“…La dificultad de cruzar ríos como el Arauca, el Apure o La Portuguesa, todos ellos de una anchura de al menos un cuarto de milla, debe de haber sido casi insuperable excepto para hombres como Páez que se encontraban a sus anchas en una canoa como sobre un caballo…”


“…Es fama que los caballos donados son difíciles de dirigir en manada y al menos son tan peligrosos en relación con la estampida como los salvajes, e incluso resulta más difícil aún obligarlos a entrar en un río se saben que han de nadar…”


El hacer cruzar ganado, aunque requiere experiencia y cuidado, pudo haber sido una tarea menos difícil.


Un escritor de aquellos días relata que si al ganado no le gustaba enfrentarse con el agua, los llaneros de aquellos días solían atar los cuernos de una vaca a la cabeza de un buen nadador, que se echaba entonces al agua, y el ganado, viendo los cuernos, creía que era un animal y lo seguía obedientemente.


Antes de que comenzara definitivamente la campaña, Bolívar destaco al General Bermúdez para que ocupara Caracas. Esto lo logro con éxito, con el efecto de que el General realista Morales evacuara Calabozo y marchara contra Bermúdez, mientras Latorre, comandante en Jefe español, abandonaba su posición en San Carlos para tomar otra en las históricas llanuras de Carabobo. Embestido por todas las fuerzas de Morales, Bermúdez se vio obligado a retirarse hacia el este, y después de varias victorias insignificantes en El Alto de Macuto, sufrió una severa derrota en el lugar llamado “El Calvario de Caracas”, en las afueras de la capital…”


Tomado de: José Antonio Páez Robert Cunninghame Gran. Caracas: Talleres Italgrafica de la Biblioteca de Temas Mirandinos Colección República No 43. 1991

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