Saturday, June 26, 2010

PAEZ Y CARABOBO




Gonzalo Villamizar A *


Los venezolanos en este día nos acercamos por once años al Segundo Centenario de nuestra máxima gesta en aquella guerra de perfiles épicos, la batalla de Carabobo, que junto a la batalla de Ayacucho se estudian en las academias militares del mundo, ambas planificadas por el genio militar del Padre de la Patria, sus ejecutores fueron José Antonio Páez y Antonio José de Sucre.


Penetremos en el alma de estos dos próceres eminentes: el Gran Mariscal de Ayacucho con su espíritu noble y de suprema sencillez, sin ninguna malicia en sus procederes como admirable producto del pensamiento enciclopédico y el amor por su tierra, pureza en la ilusión de libertades sin ataduras con los vicios del poder; perteneciente al grupo social con acceso a buena formación intelectual que lo dotó de fuerte convicción de su destino para desempeñar un papel en aquella magna obra de la Emancipación. Su infame asesinato muestra la presencia entre nosotros del dolor de la tragedia griega como martirio de los héroes.


José Antonio Páez es la otra Venezuela sin cuya participación no hubiéramos podido acceder a la Independencia. El es el hombre humilde y sencillo que brilló con su lanza fulminante logrando ascender en su proceso de engrandecimiento; en aquellas sabanas sin límites, junto a la maestra que le enseñó las primeras letras tan solo alcanzó una precaria educación elemental, casi analfabeto, sin oportunidades para nutrir su mente, ajeno a las preocupaciones de los círculos intelectuales de Cumaná y Caracas.


El proceso evolutivo de la guerra encajó en su personalidad, de peón simple, pasa a ayudante de mayordomos, las refriegas aparecen de pronto en aquellos parajes que esconden páginas culminantes de la historia, poco a poco este jinete audaz e inteligente gana la confianza de los superiores, pasa a comandar fuerzas de su autoría, presto a desplazar al sanguinario Boves y realizar el milagro de convertir aquella masa combativa en baluarte de la revolución.


Cuando se entrevista por primera vez con Bolívar en 1818, ya es un oficial veterano y jefe, a los dos los aproxima buena química, la cual les durará toda la vida, admiración y fuerte apoyo por parte de Bolívar, afecto, deslumbramiento y lealtad consagrada por Páez.


La presencia del Libertador catapultó a José Antonio Páez hacia las alturas para realizar tareas grandes como atender casi la totalidad de la logística para la campaña de Carabobo, cumplir las tareas tácticas, y en plena batalla, asumir una combatividad escalofriante frente al poderoso ejército realista, su bravura lo hizo ídolo frente a un sargento español que lo auxilió y regresó a filas republicanos cuando lo afectó un ataque epiléptico.


Es el general José Antonio Páez con esfuerzo autodidacta convertido en hombre culto, un guerrero transformado en admirable presidente civilista, depositario del recuerdo y la gloria de Bolívar, fue quien primero se alzó para reclamar para Venezuela su condición de república independiente. Este 24 de junio: ¡Gloria a José Antonio Páez, héroe máximo de la batalla de Carabobo!, ¡Gloria al Libertador!



* El autor pertenece a la asociación de médicos escritores con sede en caracas, Venezuela.

Ensayista, articulista de la prensa, conferencista, medalla homenaje de la federación médica venezolana a médicos humanistas, ganador del concurso literario Andrés Eloy blanco, patrocinado por la federación médica venezolana.

Ha publicado varios libros de sumo interés para el conocimiento de la historia de Venezuela; el último: aldea global, es un libro que además de condensar, en forma ejemplar, didáctica y amena, los hechos más representativos de la historia universal, nos sirve de repaso para actualizar nuestros conocimientos.

Ojala, sirva de texto para la educación media, la cual carece de un libro con estas características
Gerónimo Alberto yerena cabrera

correo: yerena.geronimo@gmail.com

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Wednesday, June 23, 2010

EL GENERAL PAEZ Y CUBA




General en Jefe José Antonio Páez
José Martí

Dr. Rafae Arteaga R (*)
“¡Ojalá no termine la carrera de mi vida sin ver repetidas en los campos de Cuba las escenas que tuve la gloria de presenciar en las llanuras de mi patria¡”


Así escribía en su Autobiografía (1) José Antonio Páez, refiriéndose al encargo que en sus manos había puesto el Libertador Simón Bolívar de comandar una expedición que contribuyera a libertar a Cuba del dominio español hacia 1827. Apremiado estaba ante la demora de iniciar tal misión, toda vez que las tropas que habían sido dispuestas para ese cometido (10.000 hombres de Infantería y 1000 de Caballería) tuvieron que contramarchar hacia Perú por la insurrección enemiga de la libertad peruana.


Fueron Bolívar y Páez visionarios de la importancia de mantener una isla estratégicamente situada como era Cuba, libre del dominio español, toda vez que desde esta podían despacharse fuerzas militares con el empeño de recuperar las nuevas naciones independientes que habían surgido en Sur América como consecuencia de los procesos libertarios, entre ellos la Gran Colombia (2).


“yo no sé en este momento –escribía Páez- si todos los planes de Bolívar eran realizables… y que acogí su pensamiento con alegría y con aquel ciego entusiasmo con que me había acostumbrado a vencer siempre”. Y continuaba ese mismo entusiasmo diciendo: “ya me figuraba en el recinto del Morro (la fortaleza) dictando la Ley a un Capitán General de Castilla, como había tenido la fortuna de dictársela a Calzada, sucesor del valiente y caballeroso La Torre, dentro los muros de Puerto Cabello” (1).


México y Sur América toda veían con mucho interés la situación colonial de Cuba y tampoco esto escapaba al prócer llanero, lo cual le lleva a reunirse con jóvenes exiliados de gran talento y porvenir, a los cuales alentaba a formar Juntas Patrióticas y a buscar apoyo pecuniario en otros países para fomentar expediciones libertadoras.


Parecería premonitorio de tiempos actuales lo que preocupaba al General Páez en aque-llos años en los que hablaba de un gobierno opresor. Así lo escribía en su Auto-biografía: “ en cuanto a los cubanos, en medio de sus desgracias actuales, tengan un consuelo para la suerte futura que les ha de tocar como nación libre e independiente” Igualmente transcribió en varias páginas de su obra y en su afán de contribuir a difundir las ideas libertarias, la carta que un grupo de patriotas cubanos dirigió al Congreso de México y de la cual por considerarlo vigente leemos el siguiente fragmento “…las familias gimen en el silencio por la ausencia, destierro o prisión del hijo, del hermano, de un esposo, de un padre. El espionaje engendra la desconfianza y el terror en todas las clases de la sociedad. Este es el estado de un pueblo que reclama vuestra protección y amparo”.


Grandes y agradecidos próceres cubanos como Macedo y Martí, honraron a Páez con su amistad a lo largo de sus últimos años, así como otros muchos naturales de la isla, emigrados políticos que le amaron y respetaron en vida y quisieron tributarle en sus últimos momentos una prueba de amor y de ese respeto a que por tantos títulos era acreedor el anciano general venezolano. Y fue a un médico cubano, el Dr. Federico Gálvez al que tocó el honor de embalsamar gratuitamente el cadáver del General, muerto durante su exilio en Nueva York en 1873 a los 83 años de vida. (3)


En el discurso pronunciado por el gran José Martí con ocasión del traslado de sus restos a Venezuela, en 1888 estaban incluidas estas hermosas palabras:
“ Podrá un cubano olvidar que cuando tras dieciséis años de pelea, descansaba por fin la lanza de Páez, a una voz de Bolívar saltó la cuja dispuesto a cruzar el mar con el batallón de Junín, para caer en un puerto cubano, dar libres a los negros y coronar así su gloria de redentores…”
“Mientra haya Americanos tendrás Templos y mientras haya Cubanos tendrás hijos “(4)


Bibliografía:
1) Páez J.A., Autobiografía: ed. Publicada por Petróleos de Venezuela ,1990 pag 365 a 373
2) Pérez Guzmán F.:Bolívar y la Independencia de Cuba, ed Letras Cubanas, La Habana 1988
3) Michelena Tomás: Resumen de la Vida Militar y Política del Ciudadano Esclarecido, General José Antonio Páez, Tipog. El Cojo 1890. Reeditada 1973 por Consejo Municipal de Caracas
4) Revista El Porvenir, Tomo 8, pag 219, edit Ciencias Sociales, La Habana 1975

(*) Tataranieto del General J.A. Páez

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Saturday, June 12, 2010

José Antonio Páez: De Peón de Hato a Fundador de la Republica de Venezuela






José Antonio Páez, en su traje de de llanero. Litografía de Fritz George Melbye 1867 - 0,22 x 0,13

Hoy 13 de junio de 2010, se cumple los 220 años del Años del aniversario de su nacimiento, una de las figuras más brillantes y controversiales de la escena política militar de Venezuela.

Oscar J. Márquez
Las hazañas (batallas, combates, sitios y tomas), casi legendarias realizadas por el General José Antonio Páez, en los llanos venezolanos durante nuestra magna guerra de independencia Mata de la Miel, las Flecheras, las Queseras del Medio y tantas otras que le inmortalizaron.


Han opacado a través del tiempo y el espacio una de las más brillantes cualidades que adornaron la indudable personalidad del gran caudillo llanero, como lo fue su extraordinaria capacidad para percibir y asimilar los distintos conocimientos del saber humano, aun hasta muy avanzada su edad, no obstante el ambiente inhóspito, hostil, duro y negativo donde transcurrieron los primeros años de su existencia.

La superación cultural de Páez solo es comparable con otros grandes hombres de origen humilde como Colon, Shakespeare, Rembrandt, hijo de molinero; Abraham Lincoln, hijo de un jornalero; Newton y Laplace tuvieron su origen en familias de labradores ; Antonio Maceo, libertador de cubano, fue caballerizo; los caudillos mexicanos Pancho Villa y Emiliano Zapata fueron peón de campo y labrador respectivamente y José Antonio Páez como hemos señalado ayudante de pulpería, llanero, caporal, soldado, General y Presidente de Venezuela, lo cual debe de ser motivo de justo orgullo para todos los venezolanos, tanto como lo son sus proezas de gran estratega militar, intuitivo en decenas de combates, y hábil político y estadista.


Nadie “…comenzó su vida en mayor humildad…”, según lo señala el apóstol de la libertad de Cuba José Martí, ni la ilustró con más conocimientos, sabiduría, y otras cualidades, del quehacer humano que aparecen, con el misterio de la vida. Y le son dados solo a los hombres privilegiados llenos del espíritu, mismo de la tierra que los vio nacer.


Vio la luz a la orilla del agua en la que habría de liberar batallas de caballería (de agua ), como en la tierra firme; le enseñaron con sangre en la escuela de la señora Gregoria la doctrina cristiana y los palotes de palomares; cartuchos de pulpería y panes de azúcar fueron sus primeras armas , cuando sirvió a su tío el pulpero de mancebo y por la tarde lo ayudaba a sembrar el cacaotal; paso la mocedad de peón de hato, trayendo y llevando camazos de agua caliente para que se lavase los pies el capataz de pelo ensortijado que no veía con gusto su rubio cabello; a lomo pelado sin más riendas que las crines, salía a la doma de los potros salvajes, rebotando, saltando por los aires, mugiendo, recibido duros golpes al caerse de ellos para levantarse nuevamente, para corretearlos hasta dominarlos y salir al galope salvando ríos, quebradas y sabanas inundadas ; o templando cerdas para los cabestros o echaba correas a la montura, en el poco tiempo libre que le permitía el negro Manuelote, que sentado en algún cráneo de ganado o de otro animal que eran los únicos asientos que se tenían, “…yo no le pregunto si sabe nadar…” le decía Manuelote “ …lo que le mando es que se tire al río y guie el ganado…”, bajo un sol abrazador o la intensa lluvia atravesando o vadeando las sabanas inundadas; por comida solo un trozo de carne de la res recién muerta, asada al rescoldo sin pan, ni sal, sola o acompañada de casabe o mañoco, empinándose seguramente un trago de agua de una tapara, por cama un cuero seco a la intemperie o bajo de un palo, o mata; por zapatos la planta de los pies, por reloj el canto de los gallos al amanecer, el sol en su cenit, o la salida de la plaga ( mosquitos) al atardecer y por juez la lanza.


José Antonio Páez nace un 13 de junio de 1790, según lo afirma en su propia autobiografía “…naci en una modesta casita, a orillas del riachuelo de Curpa. Cerca al pueblo de Acarigua. Cantón de Araure, (hoy una de las principales ciudades de la parte centro occidental de país en el estado Portuguesa)


En la iglesia parroquial de aquel pueblo, continua su relato “…Recibí las aguas del bautismo. Juan Victorio Páez y María Violante Herrera fueron mis padres. Habiéndome tocado ser el penúltimo de sus hijos y el solo que sobrevive de los ocho hermanos que éramos. Nuestra fortuna era escasísima. Mi padre servía de empleado al gobierno colonial. En el ramo del estanco del tabaco. Y establecido entonces en la ciudad de Guanare. De la misma Provincia. Residía allí por el desempeño de sus deberes. Lejos con frecuencia de mi excelente madre, que por diferentes motivos nunca tuvo con sus hijos residencia fija…”


Después de una trayectoria meteórica el General Páez fue ascendido por el Libertador Simón Bolívar a General en Jefe de los Ejércitos de Colombia en el propio Campo de Carabobo, el 24 de junio de 1821. Contaba entonces 31 años. En 1836 quince años más tarde, asumía la presidencia de la Republica de Venezuela, una vez consumada la desmembración de la Gran Colombia.


La vida agitada de la campaña libertadora no había permitido al nuevo Presidente un instante de reposo para dedicarlo al estudio. Su cultura general aún era bastante pobre. No obstante su empeño en cultivar la amistad con hombres de letras. Contaba para ese entonces con cuarenta y seis años. Había conquistado la gloria y llegaba a sus manos el poder. En el pueblo todos lo veían como un ídolo un ejemplo a seguir. Los Mantuanos de Caracas olvidando el origen humilde del Primer Magistrado de la Republica lo escogieron como el jefe nato. A su alrededor se agruparon los hombres que formarían el partido Conservador.


A pesar del extraordinario cambio de fortuna que experimentaba en su vida, el General Páez no olvidaba el firme propósito de superarse culturalmente. Los trajines presidenciales no le permitían ni siquiera abrir un libro durante el día, pero él decidió entonces destinar las noches para el estudio. A la parpadeante luz de de un candelabro con velas de cera, el estudiante magistrado veía llegar el amanecer embebido en la lectura, mientras su diligente compañera Doña Barbarita, le preparaba seguramente una taza de café cerrero para alejar el sueño.


Tanto el Secretario General de la Presidencia como los ministros del despacho, pronto se acostumbraron a ver llegar por las mañanas al Presidente con los ojos enrojecidos por la vigilia de la noche anterior, mientras podían observar igualmente, hasta con asombro, como el General Páez tomaba en sus manos cada día con mayor firmeza los asuntos del Gobierno y del Estado.


El general Páez logró mantener su influencia política en el país por más de veinte años. Exiliado a raíz del triunfo de la Revolución Federal, en 1863, fijó su residencia en los Estados Unidos de Norteamérica en donde cultivo la amistad de las personalidades más notables de la patria de Washington y recibió los más altos honores del pueblo estadounidense.


En esta nación escribió su autobiografía en dos tomos en un lenguaje sencillo y ameno pero correcto, llegando a dominar el inglés a la par que poseía notables conocimientos musicales que le permitían animar las fiestas y veladas de sus amigos con interpretaciones al piano o violoncelo o bien cantando piezas clásicas.


Falleció este hombre de humilde cuna, mozo de pulpería, peón de hato, soldado nato, General en jefe de los Ejércitos, insigne prócer de la independencia, fundador de la Republica de Venezuela y Magistrado de la misma el 6 de mayo de de 1873, sus restos fueron repatriados al suelo que tanto recorrió, trajino y forjo, quince años después de su fallecimiento no sin que antes, se le rendirán los más altos honores de despedida y respeto por el Gobierno y pueblo estadounidense. Al igual que el venezolano, al llegar sus restos a su suelo patrio.

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