Saturday, January 31, 2009

La Toma de las Flecheras I. Parte




Gráficos tomados de la Toma de las Flecheras 2004.

Colección
Casa de Páez. Valencia
Pedro Castillo “Toma de San Fernando de Apure”, 1818: falso fresco 28,8 x 32,7 mts 1830


San Fernando de Apure. Lugar fortificado sobre el río Apure en la ribera derecha donde se encontraban dos castillos sobre el río y uno en el camino de San Fernando de Payara para el año de 1818


Área de Operaciones de San Fernando de Apure y Curso inferior del río Apure a principio de 1818


Por Oscar J. Márquez


El próximo seis de febrero se cumplirán los ciento noventa y un Año de la Toma de las Flecheras en una hazaña sin precedentes por el General José Antonio Páez , embarcaciones de más de 20 metros, entre la pro y la popa, alargada con cubierta movida por unos 30 ó 40 remeros parecida a una canoa con una quilla alargada que le permitía ligereza en la navegabilidad con una capacidad de 100 a 120 hombres y que fue utilizada en la guerra de independencia en Venezuela como medio bélico por los realistas y patriotas.


En Venezuela las diferentes acciones bélicas en la guerra independencia las podemos clasificar en batallas, batalla naval, combate, combates navales, sitios, y tomas. Denominación esta que no deja de tener importancia en referencia a la Toma de las Flecheras por su importancia histórica, como antecedente inmediato de ella señalaremos que esta se dio en la segunda fase de la “Campaña de 1818 o del Centro”


Que se inicio con la partida el 22 de noviembre de 1817, de Angostura (hoy Ciudad Bolívar) al mando de Simón Bolívar con tres batallones lamentándose de no poder llevar todo el parque necesario. En su trayecto a los llanos de Apure se le reunirían, otros jefes patriotas con sus respectivas unidades para formar un gran ejército de unos seis mil hombres aproximadamente al llegar al Apure es el mismo bolívar quien así lo señala el 14 de enero de 1818, al informarle al gobernador de angostura lo siguiente: “...la reunión de aquellas fuerzas forma un total de más de 4.000 hombres, que aumentados con más de de 2.000 a que alcanzan las que yo he traído y las del Sr. General Zaraza componen un ejército de 6.000 hombres antes de pasar el Orinoco...”


Con estas tropas no se contabilizaba al ejército de Apure y, en la citada comunicación, el libertador por otra parte señalaba que según el General Páez entre San Fernando, el Jobo y Barinas los realistas no tenían más de 2.500 hombres.


Luego de sesenta día de penosas marchas y navegación el 22 de enero de 1818, comienza el crucé del río Orinoco a las 09:00 horas con la presencia de Bolívar y del secretario del General Páez, quien había venido a recibirlo, acampando ese día el ejercito al sur de la desembocadura del Arauca en el Orinoco.


El día, 23 luego de marchar un lengua (5,572Kms aproximadamente) se pasó por primera vez también en barcas, el río Arauca y por segunda vez, después de otra legua más adelante, por un puente de barcas construidos por los llaneros de Páez.


Finalmente el ejercito se detuvo a las tres de la tarde, debido a que la caballería había seguido otra ruta, llegando a las 08:00 horas del día 24 de de enero. El día 25 arribaron a Araguaquen el parque, equipaje y el hospital de campaña; el 26 llegaron los caballos que había remitido Páez y el 27 se movió el ejercito por el Arauca a Caujaral; el 28 se adelantó Bolívar con la caballería y esperó a la infantería para acampar en la Aguadita, en la orilla derecha del río Claro, en el paso carretero.


EL 29 partieron a las 05:30 horas, haciendo alto en la orilla derecha del río Clarito; tras caminar 30 kilómetros., acamparon en el hato Buroz.


El día 30 a las 05:30 horas partieron para el hato Cañafistola, que distaba 10 Kms., donde se detuvieron a las 11:00 horas para racionar a las tropas. Poco más tarde llegó el General Páez quien conoció en ese momento a Bolívar, su relación había sido solo epistolar y muy escasa hasta ese momento. Se unían así dos titanes en un abrazo fraternal, dos héroes de nuestra gesta emancipadora, y quedaba sellado el circulo de generales guerreros que se sometían al mando único de Bolívar y, reunidos los dos Jefes, partieron con la caballería para Cajuaral.


El 31 de enero se movilizó la infantería que también llegó a Cajuaral, donde se encontró a Bolívar, motivado a que la caballería se había extraviado. La noche anterior los infantes habían cruzado el Arauca, luego lo hizo la caballería y Páez retorno a San Juan de Payara con el libertador Simón Bolívar, donde fue recibido como jefe supremo con manifestaciones de alegría, salvas de cañón y la guarnición sobre las armas. Poco tiempo después llegaba el ejército de Guayana y se unían en fraternal abrazo con el ejército de Apure. Páez obsequio ese día una cena a bolívar y sus oficiales.


San Juan de Payara se encuentra a 35 Km de San Fernando. La infantería acampó en el pueblo y la caballería lo haría el día 1º a las orillas del río, por haber terminado el paso del mismo. El ejército de Bolívar había recorrido en ocho días doce leguas, los días 2 y 3 fueron de descanso y en ellos se termino de remontar la caballería de Guayana.


En Payara, Bolívar le manifestó a Páez una vez más su inquietud de cómo pasar el río Apure con un ejército, ya que carecían de embarcaciones suficientes. Recordemos que los españoles aún permanecían en San Fernando, bajo el mando del jefe realista Quero, quien defendía la plaza amurallada la cual para esa época a pesar de que ésta era sitiada por tierra desde el 17 de enero por la noche, cuando el General Páez había tratado de tomarla infructuosamente por sorpresa.


Esto se debía a que estaba protegida por tres castillos, guarnecidos por veinte cañones, con 650 hombres y cerrado por trincheras. A todo esto debía agregarse una escuadra sutil, con numerosos buques, cañoneras, pedreras, flecheras y multitud de barcos menores que controlaban y protegían el río Apure hasta su desembocadura en el Orinoco.

Bibliografía
1. Documentos de la Libertad. Oficio de Bolívar para Páez del 15 de enero 1818.. Caracas: servicio Grafico Editorial S.A tomo 14, Pág. 12
2. ____________oficio de Bolívar para el Gobernador de Angostura del 4 de enero de 1818, Caracas: servicio Grafico Editorial S.A tomo 14 Pág. 27
3. Márquez Oscar J. La Toma de las Flecheras Caracas: IMARLITI, CA, 2004
4. Páez José Antonio. Autobiografía. Caracas: Academia Nacional de la Historia, Italgrafica 1987
5. Vowell Richard. Campañas y Cruceros. Caracas: Biblioteca de la Academia de la Historia 1973.















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Friday, January 23, 2009

El General Páez Concede una Oportunidad Frente al Decreto de Guerra a Muerte



Una representación Grafica imaginaria del General José Antonio Páez en el Centauro del Llano. Dibujado por Ángel Parra.


En el campo de batalla suelen ocurrir desmanes y arbitrariedades más aun en la guerra de independencia de Venezuela que fue la más violenta y sanguinaria en la América española donde las tres cuartas partes de su población perecieron.


Ante los numerosos crímenes cometidos por Domingo de Monteverde, Francisco Cervériz, Antonio Zuazola, Pascual Martínez, Lorenzo Fernández de la Hoz, José Yánez, Francisco Rosete y otros jefes realistas (españoles) luego de la caída de la Primera República.
Según el testimonio del Licenciado Francisco Heredia, monárquico y Oidor y Regente de la Real Audiencia de Caracas narra en sus “Memorias”, que un fraile capuchino de las misiones de Apure que formaba parte de las tropas de Monteverde, exhortó en una ocasión “... en alta voz a los soldados, de siete años arriba, no dejasen vivo a nadie...” Bolívar en esos momentos ejercía las operaciones conocidas como la Campaña Libertadora de 1813, al recibir tal información de los desmanes como el relatado por Francisco Heredia, lo llevó a expresar el 8 de junio del citado año en Mérida: “...Nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte...”. Razones estas que obligan a Simón Bolívar a dictar en la ciudad de Trujillo, el 15 de junio de 1813. Su célebre documento conocido como la “Proclama de guerra a muerte”.


La siguiente es una narración del Gustavus Hippsley legionario Británico, conocido como uno de los detractores del Libertador Simón Bolívar, quien fue contratado en Londres por Luis López Méndez a fin de que organizara un regimiento de caballería.


Por razones económicas, y desacuerdos abandono el territorio de lo que era Venezuela en ese entonces regresando a su patria donde entabló una querella contra Luis López Méndez por incumplimiento de contrato.


Lo cierto del caso es que este británico escribió una interesante obra titulada “A Narrative of the Expedition to the rivers Orinoco and Apure in South America” Publicado en Londres en 1819, donde narra sus experiencias, refiriéndose a al General Páez de la siguiente manera:


Debo de distraer durante unos minutos más la atención del lector mientras refiero otra anécdota de este hombre. Desde que l General Morrillo se negó a dar cuartel, nunca se supo que Páez le perdonara la vida a algún prisionero. Sin embargo, en la batalla de Calabozo, tras haber hecho una o dos cargas exitosas con las que obligó a los realistas a retroceder, trajeron a su presencia a un oficial español que había caído prisionero; el hombre iba montado. El General Páez le hizo algunas preguntas y luego le ordenó a su “hombre del negocio” que ejecutara su tarea. El oficial español imploro penosamente por su vida. “Bueno cabalgue hasta aquel árbol allá”, le dijo Páez señalando a cierta distancia. “Cuando llegue, huya lo más pronto que pueda y tenga el cuidado de que no lo alcance”.


El oficial obedeció y cuando llegó junto al árbol echó un vistazo a sus espaldas y emprendió su carrera. Páez lo persiguió y le dio alcance; a punto estuvo de atravesarlo con la lanza cuando con gran presencia de ánimo le dijo: “El General es demasiado noble para permitirse una ventaja. Mi caballo está cansado y no ha podido galopar; pero si usted, General, me da el suyo y la misma libertad, pienso que podría salvar la vida. Hecho”, respondió Páez y enseguida el español monto en su caballo. Se fijó una distancia otra vez; el español cabalgó hasta el punto señalado y la persecución comenzó nuevamente. Mientras tanto Páez había montado el fatigado caballo del realista. Partió de nuevo, ganó terreno, y como a las dos millas vino a dar con el infeliz español que cayó fulminado bajo la lanza del General rebelde. La carrera fue presenciada por centenares, y el aire pronto se llenó con los gritos de aclamación dirigidos al intrépido y feroz Páez.


Tomado de: Hippisley, Gustavus. A Narrative of the Expedition to the rivers Orinoco and Apure in South America; Which salied from England in November 1817, and joined the patritic forces in Venezuela and Caracas. Londres: John Murray, 1819, Págs. 416-421.

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EL General José Antonio Páez Obra de su Propio Esfuerzo


Existen hombre que suelen superar su condición humana y social a través del tiempo, dan oportunidades manteniendo su sencillez, don de gente y firmeza de espíritu, un expedicionario ingles nos reseña que el General Páez es una obra de sí mismo.


La siguiente es una narración del Gustavus Hippsley legionario Británico, conocido como uno de los detractores del Libertador Simón Bolívar, quien fue contratado en Londres por Luis López Méndez a fin de que organizara un regimiento de caballería.


Por razones económicas, y desacuerdos abandono el territorio de lo que era Venezuela en ese entonces regresando a su patria donde entabló una querella contra Luis López Méndez por incumplimiento de contrato.


Lo cierto del caso es que este británico escribió una interesante obra titulada “A Narrative of the Expedition to the rivers Orinoco and Apure in South America” Publicado en Londres en 1819, donde narra sus experiencias, refiriéndose a al General Páez de la siguiente manera:


“...la caballería de Páez es muy superior en cuanto a la vestimenta, el aspecto y la buena condición de sus caballos; sin embargo, no quisiera decir con esto que sus hombres fueran uniformemente vestidos. No hay ninguno que vaya tan desnudo como muchos de los que integran la legión de Cedeño, pero forman un grupo en los que algunos van desprovistos de botas, zapatos o de cualquier abrigo para el cuerpo, excepto por una cobija, que es el accesorio del uniforme general. Muchos de los hombres de Páez andan vestidos con el despojos del enemigo. Por eso se ven con cascos hechos de latón y metal niquelado, largos sables con empuñadura de oro, sillas y frenos adornados con puntos de plata, hasta hebillas.


De hecho, llegué a ver un jinete cuyos estribos estaban hechos de mismo precioso metal. Se cuentan muchas anécdotas relativas a Páez y se asegura que son auténticas. Muchos de nuestros compatriotas fueron testigos de sus proezas. Se hizo general por su propia autoridad, y el mismo Bolívar, lejos de disputarle el mando, se lo ha confirmado plenamente. Páez es obra de su propio esfuerzo; surgió súbitamente durante la revolución (antes de la cual apenas se había oído hablar de él) a la cabeza de una partida numerosa, declarado el propósito de sostener la causa de la república.


Su valor, intrepidez e innumerables triunfos le acarrearon fama y renombre. La rapidez de sus movimientos y la actividad desplegada en la persecución del enemigo; los encuentros personales en los que se ha visto involucrado y las conquistas que ha hecho, tanto colectiva como individualmente, le han consagrado la admiración de sus adictos y el terror de sus enemigos, entre quienes su solo nombre causa espanto cuando avanzan hacia las llanuras y sabanas. Sus subalternos, aunque otros tantos Páez, lo miran como un ser superior, a quien cuatro mil bravos rinden implícita obediencia.


En la parada o en el campo de batalla Páez es el jefe supremo: en las horas de descanso tras las fatigas de una larga y rápida marcha, o después de alguna operación sobre el enemigo inflexiblemente ejecutada, Páez solía Bailar entre los suyos, bebiendo de la misma taza, o encendiendo un cigarro del que tuviera en la boca algún compañero de armas.


Siempre alerta, nunca ha sido sorprendido por el enemigo; y a la aproximación de éste su grito de “Arriba muchachos”, exclamada en español, era suficiente: a los pocos minutos todos estaban listos, y con su héroe a la cabeza, eran invencibles. Se dice que Páez jamás ha perdido una sola batalla dirigida por él aunque bajo las órdenes de Bolívar llegó a ser derrotado.


El general Páez era excepcionalmente activo. Podía, por simple diversión como lo hizo delante de varios oficiales ingleses, señalar un toro salvaje entre el rebaño, perseguirlo, atravesarlo con la lanza y dejarlo muerto, o bien galopar detrás del animal y garrando con firmeza la cola en su mano, doblarla súbita y fuertemente hasta que la bestia rodaba a su lado, en cuyo caso, si alguno de sus hombres no se presenta enseguida a rematarla, le cortaba los tendones de un golpe de espada y la abandonaba allí hasta que llegada su gente, le dieran un golpe de gracia y prepararan la carne para asarla.


En la batalla de Ortiz, en abril de 1818, Páez y su caballería se vieron comprometidos y lograron hacer varias cargas exitosas sobre el enemigo, que aunque inferior en número, era superior al ejército de Bolívar en disciplina y táctica. El General en Jefe había enredado tanto las cosas y confundido las líneas, que la infantería fue derrotada y terminó casi destruida antes de que Bolívar pudiera volver de nuevo en sí, lo que le arrancó al General Páez duros reproches dirigidos contra su jefe. Páez, por orden de Bolívar, cubrió la retaguardia, y una o dos cargas bastaron para poner a salvo la infantería de su total destrucción. Después de la última carga, dirigida por él, fue víctima de un acceso de cierto tipo histérico que lo dejo postrado en el suelo echando espuma por la boca.


El Coronel English presencio el hecho y me ha referido que al verlo en aquel estado corrió hacia él, aunque algunos de sus hombres le advirtieron que bajo ningún concepto tocara al general, asegurándole “que pronto estaría bien; que le ocurría a menudo y que ninguno de ellos se atrevería a tocarlo hasta que no le pasara completamente”. Sin embargo, el Coronel English se le acercó, le roció la cara con un poco de agua, y obligándolo a beber otro tanto, lo restableció enseguida. Al volver en si le dio las gracias, diciéndole que se encontraba “un poco cansado” por la refriega, habiendo matado treinta y nueve enemigos con su propia lanza y que había caído enfermo cuando atravesaba al número cuarenta. A su lado se hallaba la lanza ensangrentada, de la cual hizo regalo al Coronel English como prueba de amistad y afecto. Páez se recuperó y al cabo regresó a su regimiento, no sin antes obsequiarle al Coronel English tres de sus propios caballos.


Tomado de: Hippisley, Gustavus. A Narrative of the Expedition to the rivers Orinoco and Apure in South America; Which salied from England in November 1817, and joined the patritic forces in Venezuela and Caracas. Londres: John Murray, 1819, Págs 416-421.

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