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Tomado de:
La injuria proselitista al General José Antonio Páez ha
deformado sus fundamentales aportes a la Historia Republicana de Venezuela.
Por Agustin Moreno Escobar
Actualizado 29 septiembre 2012
La historia de un pueblo, constituye su memoria, un conjunto enorme de hechos ocurridos en el pasado,
realizado por personas, cuyas acciones tienen reflejo en el presente. La
historia constituye el legado invaluable dado a las nuevas generaciones, y es
deber ineludible del gobierno velar por su preservación legitima y veraz.
Cuando se incurre en la manipulación de los hechos históricos con fines
políticos, ajustandola a conveniencia, "creando " historia a gusto
del consumidor, se comete un crimen, y si además, en el proceso se injuria a
los personajes que participaron en estos hechos, el crimen tiene agravantes. La
historia, la memoria de un pueblo no puede ser cambiada, ni interpretada de
forma parcial, porque ya no será historia, sino simples leyendas.
Esta breve introducción tiene como objeto, iniciar el tema
que en esta oportunidad nos ocupa, y es el juicio moral que en fecha reciente
ha iniciado el presidente de Venezuela Hugo Chávez, en contra del General en
Jefe José Antonio Páez, héroe de la Gesta de Independencia: lo acusa de traidor
a los ideales de Unidad Americana del Libertador Simón Bolívar, en los hechos
ocurridos en el Departamento de Venezuela entre los meses de Abril y Diciembre
de 1826, hechos conocidos como La Revolución de los Morrocoyes o la Cosiata.
Estas son algunas de las afirmaciones hechas por Chávez sobre Páez.
General José Antonio
Páez
“Voy a quitar a Páez de mi despacho. No voy a destruir la
obra porque es de Tito Salas, pero no merece estar en el despacho presidencial
junto con Bolívar y Sucre, fue un traidor” 15/10/2006
“Nos enseñaron a admirar a Páez y a Gómez. Se hablaba del
Benemérito General Gómez…Y del León de Payara…León para la oligarquía… grandes
traidores de nuestra historia” 28/12/2006
“No hay corrupto del tamaño de José Antonio Páez y lo tenemos
aquí en el Panteón, la oligarquía lo trajo aquí al Panteón claro y lo sembró
aquí, no debería estar aquí desde mi punto de vista, el traidor José Antonio
Páez” (17/12/2006)
Los eventos que se detallan pertenecen al periodo histórico
de finales de Guerra de Independencia de Venezuela, época comprendida entre
1821 y 1830. Analizar hechos del pasado desde la óptica del presente, implica
mucha prudencia, ya que los estándares y normas del siglo XIX son radicalmente
distintos a los actuales.
En segundo término, debemos precisar la situación en la que
se encontraba Venezuela en ese periodo de tiempo, época de gran convulsión y
cambios, donde las decisiones que se tomaron tienen su raíz en las
circunstancias del momento.
Y en tercer lugar, las personas que intervinieron en estos
hechos, sus orígenes, sus motivaciones y el objetivo de sus acciones, teniendo
claro estas premisas, comenzaremos por realizar una aproximación al perfil
biográfico del General José Antonio Páez.
José Antonio Páez Herrera de Mendoza Xaimes de Agüero nace en
Curpa, antigua Provincia de Caracas (Hoy Estado Portuguesa), el 13 de junio de
1790 en una familia muy humilde y numerosa de origen español-canario.
Debemos señalar que la estructura social de Venezuela durante
el período colonial estuvo caracterizada por un férreo sistema de castas. Los
denominados Blancos de Orilla provenían fundamentalmente de las Islas Canarias
o de otras regiones españolas y se dedicaban a ejercer oficios artesanales,
además de ser comerciantes. Vivían en los alrededores de las principales
ciudades. La casta de procedencia de un individuo, determinaba de forma
irrefutable el alcance social al que podía aspirar y alcanzar, sin importar sus
logros y esfuerzos educativos o económicos. Las Leyes de Indias, el principal instrumento
jurídico y elemento por excelencia de la dominación española en los territorios
del continente hoy llamado América Hispana, establecían las normas de
comportamiento de cada grupo social y, por consiguiente, regían los aspectos
esenciales para el desarrollo de la vida en sociedad. Un ejemplo era el acceso
al sistema educativo, o las normas y criterios para poder contraer matrimonio[1].
Sin embargo para el joven José Antonio, la Providencia tenía
reservado un destino diferente. En 1807 a la edad de 17 años cuando regresaba
de un viaje de negocios desde Cabudare (actual Estado Lara), fue asaltado por
cuatro bandoleros en el Sitio de Mayurupí, actualmente Sabana de Parra, Estado
Yaracuy. Armado con unas viejas pistolas y su sable, dio muerte a uno de ellos
y puso en fuga a los demás. Ante el peligro de una posible venganza por parte
de los asaltantes y la amenaza de la justicia, Páez huyó hacia los llanos de
Apure donde consiguió empleo como peón en el hato La Calzada, propiedad de
Manuel Antonio de Pulido y Briceño León del Pumar. Señala José Antonio Páez en
su autobiografía:
"La vida de peón fue el gimnasio donde adquirí la
robustez atlética que tantas veces me fue utilísima después. Mi cuerpo, a
fuerza de golpes, se volvió de hierro y mi alma adquirió, con las adversidades
en los primeros años, ese temple que la educación mas esmerada difícilmente
habríapodido darle. Tocóme de capataz un negro alto, taciturno y de
severo aspecto, a quien contribuía a hacer mas venerable una poblada barba.
Apenas se había puesto el novicio a sus órdenes, cuando, con voz imperiosa, le
ordenaba que montase un caballo sin rienda, caballo que jamás había sentido
sobre el lomo ni el peso de la carga, ni el del domador. Las sospechas que
algunos peones le habían hecho concebir a Manuelote, de que, bajo el pretexto
de buscar servicio, había ido yo a espiar su conducta, hicieron que me tratase
con mucha dureza, dedicándome siempre a los trabajos más penosos (...)"[2].
Con el estallido de la Guerra de Independencia de Venezuela,
Manuel de Pulido, viene a fungir como el contacto fundamental, en lo político y
militar, entre el Ejército del Territorio Llanero-Occidental de Venezuela y el
Ejército Patriota del Centro. Ofreciendo su apoyo táctico, aprovisionando la
causa, con hombres, caballos además de cuantiosas cabezas de ganado,
provenientes de dos de sus Hatos, El Pagüey y La Calzada, fue en este último
donde conoce a José Antonio Páez, tomándole gran afecto, protegiéndolo e
iniciándole en la carrera de las armas, y en la causa pro-independentista[3].
Aquí comienza la epopeya de José Antonio Páez, quien consigue
entre 1813 y 1817 organizar a los llaneros sumados a la causa patriótica en un
ejército con alta capacidad operativa. Muestra de ello en La batalla de
Mucuritas el 28 de enero de 1817, enfrentando la fuerza al mando del español
General Miguel de la Torre y sus altamente disciplinados Húsares de Fernando
VII con 2.300 hombres de infantería y 1.700 de caballería. Páez estaba al
frente de 1.100 jinetes.
“Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones, me hicieron ver que
aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes, como me habían informado”,
dijo el general Pablo Morillo, el jefe supremo de las tropas españolas en
Venezuela, al enviar el parte de la batalla a la Corte de Madrid. Fue Mucuritas
la primera derrota del General Miguel de la Torre en Venezuela[4].
El Catire Páez
José Antonio Páez maneja impecablemente el arte de la Guerra, Estrategia y
Táctica. Desarrolló ampliamente el arma de Caballería, dedicando importantes
esfuerzos en la creación de distintas unidades de esta arma, empleó con
insuperable éxito la llamada guerra irregular, también conocida como guerra
asimétrica, usando elementos como la sorpresa y decisión, causaba estragos en
las filas enemigas, minando gravemente la moral de los cuadros y de la tropa[6]
Por Agustin Moreno Escobar
Las Queseras del Medio fue la mayor hazaña de la carrera
militar del general Páez en esta batalla, El Centauro de los Llanos se enfrentó
con solo 150 lanceros, mal vestidos, pies descalzos y sin muchos conocimientos
de la guerra, armados solamente con lanzas, al mariscal Pablo Morillo, cuyo
ejército tenía 1000 efectivos de escuela, bien comidos y bien vestidos, a
quienes venció. Páez sólo perdió a dos de sus llaneros.
Tras esa batalla, Simón Bolívar otorgó la medalla “Cruz de
los Libertadores” a los 148 lanceros que regresaron triunfantes con su jefe
Páez al frente. Este éxito contra todo pronóstico de Páez y sus llaneros causó
ira al rey Fernando VII, quien reclamó duramente a Pablo Morillo que hubiese
perdido ante unos hombres que estaban en desventaja numérica, a lo cual el
mariscal derrotado contestó por correo al monarca: “Dadme un José Antonio Páez,
majestad, y mil lanceros del Apure, y pondré a Europa a vuestros pies”[5]
Comandar con el ejemplo, es una condición indispensable
cuando se exige sacrificio del personal subalterno en condiciones de batalla.
José Antonio Páez sabía bien este principio, un ejemplo magnifico lo menciona
el comandante Charles Brown cuando describe al Centauro de los Llanos: "
Su uniforme corriente, en la lucha, son unos pantalones indios, delgados, que
le llegan solo a la rodilla, una cobija y un sombrero grande de paja, lleva
desnudos piernas y pies, equipado de este modo, monta su caballo y conduce sus
tropas a la carga"[7]
El epítome de nuestra gesta emancipadora ocurre el domingo 24
de junio de 1821 en la Sabana de Carabobo. La batalla se saldó como una
decisiva victoria de la Gran Colombia que resultó crucial para la captura de
Caracas y el resto del territorio venezolano que aún permanecía en poder de los
realistas. El poder de los españoles en Venezuela estaba liquidado y esto le
permitió a Simón Bolívar iniciar las Campañas del Sur. Venezuela para entonces
constituía un departamento de la Gran Colombia. La Constitución de Cúcuta,
también conocida como Constitución de la Gran Colombia o Constitución de 1821
fue el resultado del Congreso de Cúcuta que se desarrolló el 30 de agosto de
1821 y cuyo objetivo principal fue crear la la unificación de Nueva Granada,
Quito y Venezuela. Sin embargo esta constitución había causado malestar entre
los venezolanos desde un primer momento, siendo jurada en Caracas bajo protesta
de la Municipalidad. La elección del General Colombiano Francisco de Paula
Santander para la Vicepresidencia de la República, la escogencia de un sistema
centralista en vez de uno federal y la elección de Bogotá como capital de la
recién formada Unión, fueron también puntos de gran discordia ciudadana,
percibiéndose que Venezuela que no había sido favorecida con las decisiones
tomadas.
Se corre el rumor de una supuesta "Santa Alianza"
entre Francia y España, mediante la cual se estaría formando un poderoso
ejército para reconquistar a América, el General Francisco de Paula Santander
decreta el 31 de agosto de 1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos
entre los 16 y los 50 años en el país y le exige al Departamento de Venezuela
un contingente para ser enviado a Bogotá[8].
Por su parte, el General José Antonio Páez, quien venía
ejerciendo las funciones de Comandante General del Departamento de Venezuela
(Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas y Apure) desde 1822, demoró la
ejecución del decreto por casi un año, en precaución de un motín general.
Posteriormente y debido a las continuas presiones bogotanas decidió acatar el
llamado a alistamiento de los venezolanos, que finalmente terminó en un rotundo
fracaso con el reclutamiento de sólo 800 ciudadanos, viéndose entonces obligado
a realizar una segunda y tercera convocatoria en colaboración del General de
Brigada Juan de Escalona (Intendente del Departamento de Venezuela) terminando
estos nuevos intentos en sanguinarios disturbios.
Al Concejo Municipal de Caracas llegaron reportes de excesos
en el reclutamiento, lo que motivó que una acusación contra Páez prosperara en
el Senado de Bogotá. Páez finalmente es destituido de su puesto de Comandante
General del Departamento de Venezuela y es de esta manera como Páez le entrega
el mando al General Juan de Escalona. El 30 de Abril 1826 el Concejo Municipal
de Valencia decide que debido a la magnitud que había alcanzado el
amotinamiento en la población valenciana para aclamar a José Antonio Páez y
pedir su reposición como Comandante General, solicitan a Páez en su casa en
Valencia que asuma el gobierno de Venezuela, asi lo hace, y se comprometió a no
obedecer órdenes del Congreso de Bogotá. Poco después se dirige a Caracas. En
la proclama a los venezolanos, Páez confirma: «El Libertador Presidente será
nuestro árbitro y mediador, y él no será sordo a los clamores de sus
compatriotas».
Cuando días más tarde, el 25 de mayo, le escriba al
Libertador, le pedirá: «Véngase usted a ser el piloto de esta nave que navega
en un mar proceloso, condúzcala a puerto seguro, y permítame que después de
tantas fatigas vaya a pasar una vida privada en los llanos de Apure, donde viva
entre mis amigos, lejos de rivales envidiosos, y olvidado de una multitud de
ingratos que comienzan su servicio cuando yo concluyo mi carrera»[9].
Fernando Peñalver primer Gobernador de la Provincia de
Carabobo no estaba de acuerdo con los hechos que ocurrían en Venezuela, se
traslada a Bogota y de allí escribe al Libertador. Peñalver era uno de los
pocos -contando a los familiares- que tuteaba al Libertador. Por eso puede
leerse en una carta suya: «El General Páez manifiesta por ti el mayor respeto y
consideración, y te ha proclamado en el ejército y en todas partes. Aunque dice
que no recibirá órdenes de Bogotá, ha ofrecido mantener las cosas en el estado
en que estaban, sin hacer ninguna novedad hasta que vengas y resuelvas lo que
te parezca conveniente».
Obsérvese cómo en todos los pronunciamientos, en todas las
manifestaciones y en la correspondencia, la figura de Simón Bolívar se conserva
incólume, venerada por todos. Sí es verdad que se está contra el Gobierno de
Bogotá y contra las órdenes de Santander; es cierto que se piden reformas a la
Constitución de Cúcuta y se acelere la convocatoria de la próxima Convención
para su revisión. Pero no se ataca a Bolívar, pues todos reconocen la suprema
autoridad del Libertador.
La decisiones asumidas por el General José Antonio Páez
tienen base, en virtud que las directrices y ordenes que emanan desde Bogota no
tienen correspondencia con la realidad social y politica de lo que ocurre en
Venezuela; además estaba el descontento creciente de la población con la
subordinación politica a la Nueva Granada, y sin olvidar la afrenta que
representó el fusilamiento del Coronel Leonardo Infante en territorio
colombiano en 1825. El general Carlos Soublette, afirma en 1826: “El nombre de
colombiano es la cosa más destituida de significación, porque nos hemos quedado
tan venezolanos, granadinos y quiteños como lo éramos antes, y quizás con
mayores enconos”. Lo cual comprueba que la Colombia de Bolívar no fue jamás una
nación, sino un Estado Militar.
El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad
militar. En carta a O´Leary, fechada en Guayaquil, el 13 de setiembre de 1829,
dícele Bolívar; «Los hombres y las cosas gritan por la separación, porque la
desazón de cada uno compone la inquietud general. Ultimamente la España misma
ha dejado de amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es
ya necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentracion de
fuerzas contra la metrópoli»[10].
El Libertador al verse enterado de esta situación sale desde
Lima rumbo a Venezuela el 4 de septiembre de 1826, llega el 12 de septiembre a
Guayaquil y el 16 de noviembre a Bogotá; finalmente se embarca por mar en
Cartagena, arribando a Puerto Cabello el 31 de diciembre. Días después en la
población de Naguanagua se encuentra con Páez, ahí se abrazan y reafirman su
unión libertadora, finalmente entraran juntos a Valencia y Caracas, ciudad
donde el Libertador otorga una amnistía general por decreto del 1 de enero de
1827, y ratifica a José Antonio Páez Herrera como Jefe Civil y Militar del Departamento
de Venezuela, y le da más poder.
Dos días más tarde afirma el Libertador: "El General
Páez ha salvado la República, y lejos de ser culpable es el salvador de la
Patria". Y el El Libertador escenificó una importante demostración de
aprecio hacia el General en Jefe José Antonio Páez, cuando le regaló su espada.
Este emocionado declaró: "Conciudadanos, la espada de Bolívar está en mis
manos: Por vosotros y por él iré con ella a la eternidad". El 9 de abril
de ese año Páez le propuso a Bolívar su deseo de salir del país, a lo cual El
Libertador responde: "De ningún modo, usted es utilísimo en
Venezuela". "Quién puede reemplazarme sino usted". "En
Bogotá se me está persiguiendo por mi conducta en Venezuela, Santander es mi mayor
enemigo y yo he roto enteramente con él…". Un año después, Bolívar escribe
a Páez: "No me canso de alabar el tino con que usted está obrando para
salvar ese país (Venezuela) de la anarquía"… "Por mi parte doy a
usted las gracias…".[11]
Este encuentro entre el Libertador y Paez tuvo mas tinte
politico que militar, dado el interes por conservar la Union de uno y la
decisión de no obedecer las ordenes emanadas desde Bogota del otro, sin embargo
la disciplina militar y el respeto siempre están presentes, aun cuando las
circunstancias políticas difieran, asi se evidencia por el desencuentro
ocurrido entre el Libertador y un Edecan de Paez durante una cena. Bolívar en
un banquete, visiblemente alterado, regaño al coronel Escuté, Jefe del Estado
Mayor del General Páez. Las palabras aleccionadoras de Bolívar fueron recogidas
por los cronistas de la época:
“Señor Escuté, está usted todavía con las manos tintas en
sangre americana, pues acaba usted de salir de las filas españolas… ¿.. Y se
atreve usted a insultar a mi capellán y a faltarme el respeto a mí que soy el
Presidente de Colombia...? ¿..Piensa usted que no recuerdo que en Semen mandaba
usted una compañía de cazadores realistas..? Aquí no hay más autoridad ni más
poder que el mío; yo soy como el Sol entre mis tenientes, que si brillan es por
la luz que yo les presto”.
No obstante, ya se reconocía a Páez como el único capaz de
enfrentar las políticas forjadas desde Bogota por Santander. Y a partir de
entonces empezó a ser visto como un político, con el poder e ingenio necesarios
para seguir y defender cualquier cambio, o la falta de los mismos, hechos bajo
el orden constitucional.
La Gran Colombia ya tiene una lápida, solo la autoridad de
Bolívar mantenía la frágil Union así se evidencia cuando afirmo: “Todos sabemos
que la reunión de la Nueva Granada existe ligada únicamente por mi
autoridad…". "Mientras teníamos que continuar la guerra parecía y
casi se puede decir que fue conveniente la creación de la República de Colombia
(Nueva Granada y Venezuela)…". "Últimamente, España misma ha dejado
de amenazarnos, lo que ha confirmado mas y mas que la reunión no es ya
necesaria…". El Libertador vislumbro de forma clara el fin de la Gran
Colombia cuando dijo: «A mis ojos, la ruina de Colombia está consumada desde el
día en que usted (Paez) fue llamado por el Congreso».
Las presiones que instaban por la separación también existían
desde Colombia, así lo menciona el Libertador cuando afirmo aquel 8 de Agosto
de 1826: "Los elementos del mal se han desarrollado visiblemente"…
"Algunos de los del Congreso (Cúcuta) han pretendido destruir a sus
libertadores…"
La Oligarquía Colombiana y su Conspiración Septembrina del 25
de septiembre de 1828, aceleran el proceso separatista, no había marcha atrás,
una asamblea de notables se reunió en el Templo de San Francisco en Caracas,
pronunciándose por la separación. Bolívar insistía con Páez y el 12 de
diciembre de 1829, le propone que acepte la presidencia de Colombia y que él se
retiraría del mando. "En este caso tendría Colombia dos grandes apoyos: el
gobierno sería tan fuerte como el ejército y ambos se apoyarían
mutuamente…". Pero ya es muy tarde para la Gran Colombia.
Irreversiblemente el 1 de enero de 1830 fue un hecho la
disolución y termina el sueño Bolivariano de la Gran Colombia, recordemos que
ese mismo año el 17 de Diciembre muere en Santa Marta el Libertador.
En la historiografía tradicional, especialmente en la
«romántica», se suele hablar del proceso de disolución de la unidad colombiana
como una traición a los ideales del Libertador. Cabe preguntarse si se puede
catalogar como traición, así de plano, la actitud asumida por muchos de los
protagonistas de los sucesos ligados a la desintegración política y territorial
de la República de Colombia. Habría que tomar en consideración varios factores
importantes, a saber:
1°) Se trata del «Sueño Grande de Bolivar» de construir una
República política y territorialmente más poderosa, la Colombia proyecto creado
a partir de una necesidad Militar durante la Guerra de Independencia, pero
insostenible politica y socialmente una vez terminada la Guerra.
2°) Los intereses de clase de las oligarquías, tanto la
neogranadina como la venezolana pues... «La voluntad de constituir a Venezuela
en Estado independiente partió, entre un gran consenso y armonía, de la clase
dominante criolla. Propietarios agrícolas, comerciantes, prestamistas, el
sector ilustrado y los jefes militares fieles al liderazgo caudillista del
general José Antonio Páez...»
3°) La capacidad de los pueblos para identificarse o no como
miembros de una nacionalidad nueva y distinta a las que, histórica y tradicionalmente,
consideraban como propia... «Comenzaban los venezolanos a definirsé
positivamente. Ya el problema no era definirse en cuanto no eran españoles, en
cuanto no eran colombianos, ahora necesitaban definirse en cuanto venezolanos,
y por lo mismo era necesario echar las bases de la organización Repúblicana »[13]
5°) La situación social y económica de los países miembros de
la unidad colombiana, sumada a muchas contradicciones políticas y recelos entre
unos y otros... «En 1830 la situación de Venezuela era difícil, cuando
terminaba el proceso de la independencia y empezaba nuestra vida autónoma como
nación. La mayoría de los líderes experimentados había muerto, la mano de obra
había disminuido notablemente, las haciendas estaban arruinadas, escaseaba el
ganado, era precario el comercio, faltaban comestibles, la educación funcionaba
a medias y los caminos estaban por construirse»[14]
Resulta exagerado, entonces, a la luz de las actuaciones e
intereses relacionados con la separación de Venezuela de Colombia, tildar de
traidores a secas a quienes no llegaron a compartir a plenitud la idea de
Bolívar acerca de la unidad, pues sería asumir la comentada posición maniquea
de la Historiografía venezolana tradicional que, lejos de ayudar a tener una
percepción clara de los hechos, la entorpece.
Por Agustin Moreno Escobar
agme71@hotmail.com
[1] BERNARDO, Silvio “Castas en la Venezuela Colonial” Grupo Editorial
Macpecri
[2] José Antonio Páez Autobiografía. Caracas: Edición del Ministerio de
Educación Paginas 8-11
[3] CARMELO, Piva, "Temas Sobre Historia”, 2001.
[4] DE CLONARD, Conde “Historia Orgánica de las Armas de Infantería y
Caballería”, Volumen 11
[5] Diccionario de Historia de Venezuela. 2011. Entrada: "Batalla de
las Queseras del Medio" Volumen 3. Fundación Empresas Polar, Caracas. 4
volúmenes.
[6] El Desafío de la Historia, año 2 revista 10
[7] El Desafío de la Historia, año 2 revista 10
[8] es.wikipedia.org/wiki/La_Cosiata.
[9] www.efemeridesvenezolanas.com/html/cosiata.htm
[10] VALLENILLA LANZ Laureano “Cesarismo Democrático” Pág. 7
[11] FERRER, Carlos La Prensa Edición Digital, “El Odio al General”
[12] ARCINIEGAS Orlando “Paginas de la Historia”
[13] CARRERA DAMAS German “Una Nación llamada Venezuela”
[14] PINO ITURRIETA Elías " Los Comienzos del Estado Nacional"