Friday, January 22, 2010

Discurso contra el Gral. J.A. Páez


Dibujo original de Guillermo Pàrraga de una fotografía de Páez de 1863. Tomado de: de la obra de Caupolicán Ovalles El General Páez El Llano y los Llaneros
Lic. Carlos G. Ortega
Semanario 5º Día
Atención: Cartas del Lector
Discurso contra el Gral. J.A. Páez
Reiteradamente el presidente Chávez arremete en su verborrea en contra de quien fue el fundador de la República en la cual orgullosamente nacimos: el Gral. En Jefe José Antonio Páez


La última vez lo hizo aludiendo a una supuesta expulsión del Libertador del territorio venezolano en 1830 por parte del Centauro y a la tenencia de múltiples haciendas, lo que permitió que al momento de su muerte, estando exiliado en Nueva York fuese un hombre inmensamente rico.


Nada más lejos de la verdad tales afirmaciones.


La última presencia de Bolívar en territorio patrio fue en Julio de 1827, del cual sale voluntariamente para acudir a los Departamentos del sur de Colombia que se hallaban conmocionados. Ese mismo año en carta dirigida al Gral. Páez, delega en este el restablecimiento de la situación política del país, reconociendo en su persona las cualidades propias del hombre que podría restituir definitivamente la paz pública en Venezuela.


En cuanto a la posesión de haciendas es justo decir que en pago a su trabajo como luchador por la independencia de nuestra patria, recibió al igual que muchos de nuestros próceres y de manos del propio Libertador, los llamados haberes de guerra perfectamente aceptados como legales. Estos haberes estuvieron constituidos inicialmente por las haciendas Yagua y La Trinidad (Edo. Aragua).Otra propiedad (Hato San Pablo) fue adquirida con dinero propio pues sabido es que al contraer nupcias a los 20 años con Dominga Ortiz, ésta y el mismo, poseían algunas tierras en Apure.


Al morir el Nueva York en 1873, a los 83 años fue inhumado en el Marble Cementery de Mahattan en una fosa municipal, pues no había medios económicos para adquirir una parcela particular. Sus funerales fueron sencillos y humildes tal como reza el Boletín del Archivo Histórico de la Contraloría General de la República (Nº 2, pág. 302, Ccs.1992). En 1881 la municipalidad de N. York, comunica a su nieto Gral. Francisco de Paula Páez, que los restos de su ilustre abuelo están a punto de ir a una fosa común por cuanto los herederos de Páez no poseían dinero para el pago del costo de la parcela. El gran prócer llanero, al momento de su muerte, no había dejado fortuna alguna a sus herederos, pues todos sus bienes legítimamente adquiridos habían sido arbitrariamente incautados en el gobierno de J.T. Monagas.


El hijo de la llanura ardiente expiró en el frío clima del Norte, aterida el alma, rota su lanza y convertido en sombra de épocas gloriosas´.

Rafael Arteaga Romero
Tataranieto del Prócer
CI 1.889.782
e-mail radar 25@gmail .com

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Friday, January 15, 2010

¡Vuelvan caras, carajo!


La obra de Rafael Baena ¡Vuelvan Caras Carajo ¡
El grito de José Antonio Páez. ¡Chapetones cabrones! (Tomada de la página de la editorial Pre-textos de España)

Juan José Rondón
visto por Constancio Franco. Colección Museo Nacional. Tomada de El Espectador.

Tomado de:
http://lectonauta.wordpress.com/

Rafael Baena: Malón y Rondón
Enero 15, 2010
Han sido escritas en las revistas Número y El Malpensante dos reseñas sobre esta segunda obra de Rafael Baena. El escritor sincelejano, nacido en 1955 (así lo dicta una de las solapas del libro), no tiene un pelo de bobo. Eso dicen las críticas. Han elogiado, sobre todo, su capacidad de novelar la historia. Que sea válido o no hacerlo no es asunto mío. En mi humilde opinión, cuando la historia se vuelca a la narrativa esta retoma lo único que justifica la existencia: los vicios, las carencias y los desaciertos. Queda pendiente esa discusión para otra ocasión.


¡Vuelvan caras, carajo! tiene, quizá, dos componentes esenciales: el amor y la muerte. Esa dualidad no deja de acompañar a su narrador, Angus Malone. Malone (o el españolizado Malón que le ponen sus compañeros de guerra) es un escocés que ha peleado contra Napoleón y ahora viene a América a pelear contra Fernando VII. Se une, junto a muchos otros ingleses, al ejército (¿en realidad era un ejército?) de Bolívar y conforma la Legión Británica. Allí conoce a Juan José Rondón, un oficial importante, único y (requisito esencial para pasar a la historia) olvidado. La sangre, la libertad y los equinos, convierten a este par de guerreros en amigos.


El grito de José Antonio Páez. ¡Chapetones cabrones! (Tomada de la página de la editorial Pre-textos de España)


He hablado de una dualidad y es preciso examinarla. No se puede negar que la novela gira en torno a esos dos ejes y, por otra parte, que esa apreciación es bastante obvia. El proceso de independencia de América no puede desligarse de ese lenguaje: inevitable que las infidelidades (únicos salvaguardas de los soldados en harapos), los asesinatos, la indiferencia, el desconocimiento del otro y la sevicia sean componentes primarios de esa novela. Baena no niega esa necesidad: Malón juega al descubrimiento de ese mundo nuevo a través de sus hombres. Verbigracia: Bolívar necesita cruzar el río Apure para proveer al ejército. Un pequeño grupo de jinetes, entre ellos Malone, ha encontrado un vado, un lugar poco profundo, para pasar con la caballería. Hay un obstáculo: una “escuadrilla de lanchas flecheras artilladas” cuida el paso. Un intento y varios patriotas caen muertos. Eso es todo. Los patriotas no tienen lanchas ni artillería. Páez reúne a su caballería y se lanza al agua, con todo y caballos. Que hable Malone:


(…) pero lo que sobrevino a continuación una vez las panzas de la caballada tocaron la superficie del río fue casi una epifanía, una visión fantástica que ni la mente más febril hubiese podido imaginar: con sus largas lanzas de palma de abanico asidas entre los dientes, los llaneros dejaron caer las sillas y nadaron cada uno al lado de su montura, guiándola con pequeños palmetazos que daban al agua para salpicar este o aquel lado de la cara del animal, según fuera la dirección deseada. (p. 69)


Y concluye Malón, sorprendido por la intrépida emboscada:

En mi caso particular, el clamor de la victoria terminó dejándome del todo convencido respecto a la futilidad de cualquier instrucción militar que pudiéramos darles yo, o cualquiera de los británicos que formábamos el ejército, a aquellos hombres tan ignaros como osados, tan acostumbrados a plantar cara a las leyes de la naturaleza que se sentían sobrados a la hora de desafiar los cánones de la guerra convencional (p. 70)


El escocés, entrenador de guerreros, experto en el manejo del sable, que ha degollado a muchos hombres en medio de la ira, no comprende (y la suya se suma sorpresa en estado puro) cómo es posible ese espíritu de Libertad o muerte. “¡Debemos apoderarnos de esas flecheras o morir en el intento!”, dice Páez. Claro. Los verdaderos luchadores, en cualquier profesión, o logran su cometido o se mueren. No se puede vivir en la derrota. Se le puede aceptar como una compañera temporal, no permanente.


Los lectores deben agradecer a sus escritores por el trabajo y el rigor a que se obligan en su juego literario. Baena construyó de manera acertada a su narrador: es un extranjero que nos ayuda a descubrir un mundo para él también desconocido; es un foráneo que termina adoptando cierto lenguaje (y con ello, un cuerpo simbólico) perteneciente a América. Incluso el amor a los equinos, tan poderoso en la caballería ya legendaria de Bolívar, se vuelve también suyo. Murat, el caballo que le ha acompañado durante un buen tramo del paso por los Andes, muere a causa de una bala que le dado por error. Dice Malone:


(…) y aún hoy me cuesta trabajo recordar la dimensión de mi dolor, porque más allá de servirme de Murat para que me llevara hasta Santafé, lo consideraba parte de lo que yo era como persona y como soldado. (p. 175)


Malone se vuelve más humano gracias a su relación con Juan José Rondón, de quien habla con mucho respeto y, sobre todo, amor, amistad, admiración. Aquí nos encontramos de frente con otro plano de esta novela: la humanización de sus personajes. Bolívar, Páez, Santander, Rooke, el propio Malone, los soldados, las prostitutas, Morillo, han perdido la estela mitológica impuesta por la historia. Son seres humanos, por encima de todo. Ambiciosos, malhumorados, asesinos, amorosos, infieles. Bolívar (apodado el Tío Por supuesto, el Viejo, el Culoeyerro) es un tipo que cambia de ánimo cada tanto, sin exponer razón alguna. José Antonio Páez sufre de ataques de epilepsia que, en medio de la batalla, le lanzan al piso, totalmente desprotegido. Santander, según Hortense (una de las mujeres de madame Coq Au Vin, un prostíbulo), “tiene solucionados sus asuntos privados con las indias de siempre y con ciertas culifruncidas de Socorro (…)”. Juan José Rondón, nuestro personaje, es un llanero de las planicies venezolanas que ama a muerte a su familia, pero aún así no resiste sus impulsos y necesita de una mujer. Es un autodidacta, además. Malone, quien no desea ser protagonista pero lo es por su memoria misma, es un hombre soñador, tranquilo, cordial, impetuosos en la batalla, líder innegable, amante empedernido.


Esa suerte de “desmitificación” de los personajes hace que la novela histórica sea un trabajo consciente y, además, sincero. No se propone una versión de los hechos sino una interpretación de los mismos*. Baena propone (o, más bien, crea) un Juan José Rondón de carne y hueso. Un llanero que, en su soledad misma, pretende regocijarse en sus compañeros de armas. Ellos forman una comunidad que se identifica por un ideal. Ya para ellos no existe Dios o ley alguna que no sea la de la muerte.


Y aquí tocamos otra fibra sensible: la banalización de la muerte. ¿Se han dado cuenta, lectores confidentes, que la muerte es, en la novela, sólo una expresión más de la guerra? Muertos caen muchos en el paso por los Andes, en las batallas y escaramuzas, en los recorridos arriegados por la geografía de la Nueva Granada. La muerte es castigo y virtud, cosa paradójica. Es amenaza y también recompensa. La batalla, por momentos, no tiene sentido alguno. Dice Rondón a Malone, poco después de entrar victoriosos a Caracas, mirando a la multitud:


Mira bien sus caras, Malón. Son los mismo que hace un tiempo aclamaron la Legión Infernal de Boves y aplaudieron su victoria. Los mismos que tras el derrumbe de la Segunda República permanecieron indiferentes ante el salvajismo chapetón. Pero qué le vamos a hacer, si ya está claro que la masa no piensa ni recuerda sino que se acomoda. (p. 321)


Este es otro Juan José, un tipo que piensa, no un intelectual, apenas un aprendiz feroz. Escribe a Malón, cuando éste ya está en Escocia:
Imaginarás cómo me siento, Malone, al descubrir que la Revolución también puede ser injusta. (p. 327)


¡Concluyamos esto, carajo!
Quería escribir una crítica negativa de la novela que tenía que ver con los datos históricos o una cosa así, pero ya no lo recuerdo. He preferido, sin preámbulos, decir que ¡Vuelvan caras, carajo! es quizá la memoria de un hecho desvalorizado y de un personaje olvidado: la batalla de Independencia y el papel decisivo de los lanceros de Juan José Rondón. Hay algunos errores en la edición de la novela, pero ¿qué se le va a hacer? No la edité yo, no sé que habrá sucedido. Me importan Rondón y los caballos, Malone y Eulalia y, por supuesto, el desenlace, que aquí no contaré pero que conmueve hasta las lágrimas. Que termine Rondón, que le habla a Corazonada, nuevo equino de Malón:
Princesa de mi corazón, hazme el favor de llevar con bien a mi capitán, cuídalo, no lo dejes desviar del camino y, sobre todo, quiérelo, coño, que ya quedan muchos como él.


*Hay una disputa (por cierto, estúpida) entre historiadores y novelistas. El país de la canela de William Ospina, que trata de los viajes por la Amazonía a cargo de Orellana en busca de un país lleno de esa especia, ha enfrentado ciertas críticas por su dizque “simplificación” de la historia. Es un error pensar que narrar la historia signifique simplificarla. Por otro parte, es una necesidad de los lectores conocer el mundo pasado a su misma altura, y no desde los pedestales que han otorgado las pintorescas clases de historia en los colegios. Aquí, lo juro, acabo la discusión.
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Publicado por Juan David Torres Duarte
Archivado en Literatura
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¿Aspectos sociales del gobierno de José Antonio Páez?

¿Aspectos sociales del gobierno de José Antonio Páez?
Tomado de:
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20100114060503AA0zg5z


Responde a la pregunta

Mira recien en el mes de junio se levanta la prohibición de Matrimonio entre súbditos españoles y ciudadanos de Venezuela.


Se había afirmado aún más el poder de estos grupos con la ley de liberación de esclavos de octubre de 1830, que elevó de 18 a 21 años el servicio de los hijos de las esclavas.


Se decretan medidas anticonspirativas y un permanente proceso institucionalizador, a través de la creación de la Academia Militar de Matemáticas.


Con sus actividades, la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1829, promueve nuevos métodos agrícolas, distribuye semillas seleccionadas, imprime cartillas de agricultura y de otros oficios, crea escuelas de artesanos, redacta proyectos para un nuevo sistema monetario y el establecimiento de Bancos.


En noviembre de 1831, atiende Páez personalmente la pacificación del bandido realista Dionisio Cisneros, al obligarlo a negociar con él a través del recurso del compadrazgo.
bye ...!! =D
hace 1 día

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Wednesday, January 6, 2010

Zulia: Fue aprobado nombre de Municipio Guajira al antiguo Municipio Páezmad


Tomado de:
http://www.rnv.gov.ve/noticias/?act=ST&f=&t=116529

La comisión promotora de la consulta explicó que se trató de un acto de participación para rescatar el nombre ancestral del poblado indígena, ubicado en la zona norte del estado Zulia.


Zulia.- A partir del primero de enero de 2010 entró en vigencia el cambio de nombre del municipio José Antonio Páez el cual fue publicado en Gaceta a través de la Cámara Municipal.


En el proceso participaron 14 mil personas, 11 mil de ellas optaron por el nombre de Municipio Guajira, con la denominación Indígena Bolivariano.


Así lo informó Evert Chacón, presidente de la Comisión Promotora del cambio de nombre. "Fue seleccionado por consulta popular por el pueblo del Municipio Páez, hasta ese entonces".


La comisión promotora de la consulta explicó que se trató de una acto de participación para rescatar el nombre ancestral del poblado indígena, ubicado en la zona norte del estado Zulia.ç


Cipriano Castro y un homenaje al general Páez

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Saturday, January 2, 2010

El pintor de Guama (Carmelo Fernández Páez)


El pintor de Guama (Carmelo Fernández Páez)
Tomado de:
http://www.elperiodiquito.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1535

Hechos y personajes
Viernes, 01 enero a las 18:37:12

El 9 de febrero de 1887 fallece en Caracas el culto artista plástico yaracuyano Carmelo Fernández Páez.


Nació en Guama el 30 de junio de 1809, hijo de José María Fernández y de doña Luisa Páez Herrera -hermana del general José Antonio Páez-, a los 12 años se traslada a Caracas para proseguir estudios, bajo la protección del “Centauro de los llanos” y vivirá en casa de éste entre Valencia y la capital. Barbarita Nieves lo toma a su cargo, le enseña a tocar piano y a interesarse en las artes plásticas; un viejo oficial francés Jean Pierre Lessabe lo admite en su Academia de dibujo y pintura y recomienda al general Páez que lo envíe a Nueva York para proseguir allí y desarrollar sus aptitudes.


Con el apoyo de Páez y del posterior líder liberal Tomás Lander, se realiza el viaje y en 1823 está en Norteamérica, donde pasará 4 años estudiando ingeniería y cartografía, en el Colegio Washington, bajo la dirección del maestro mexicano Mariano Velásquez de la Cadena, destacando el pintor italiano Ennio Pinistre, uno de sus mentores.


A su regreso al país en 1827 ingresa al ejército, en Puerto Cabello y será testigo del encuentro entre El Libertador y su tío el general Páez, pasando a Bogotá en 1829, sirviendo a las órdenes del Presidente Simón Bolívar. Toma parte en la batalla del Santuario a las órdenes del coronel Carlos Luis Castelli -de Piamonte, Italia- comandante militar de Antioquia, donde perdió la vida el general disidente José María Córdoba, el 18 de octubre de 1829. Sigue su carrera, ahora bajo la conducción del coronel Agustín Codazzi, en el ejército venezolano de la tercera República, con quien colabora eficazmente en la confección del “Atlas y Geografía de Venezuela”. En julio de 1840, Fernández, Codazzi, Juan Manuel Cajigal, Rafael María Baralt y Ramón Díaz; se embarcan con destino a París, a objeto de supervisar la edición del “Atlas” referido; Baralt y Díaz entregan a los editores su “Resumen de Historia de Venezuela”. Entre 1841 y 1842 se desempeña como profesor de pintura en los colegios caraqueños “Roscio” y “La Paz”.


Con motivo de la repatriación de los restos de El Libertador en 1842, Carmelo Fernández es uno de los integrantes de la comitiva oficial que se traslada a Santa Marta, e inmortaliza en lienzos los momentos más emotivos del evento. Serán 22 dibujos -perdidos lamentablemente la mayoría-, de los cuales 8 servirán de ilustración alegórica en el periódico “El Venezolano” del 17 de diciembre de 1843. Fernández, provisto de nuevas técnicas de litografía, se asocia con la firma “Muller y Stapler” en Caracas y será el responsable de la composición gráfica del semanario “El Promotor” muy importante para la época.


Los sucesos políticos en los que se desenvuelve Venezuela a mediados del siglo XIX -entre Páez y Judas Tadeo Monagas- afectan a Carmelo Fernández decisivamente, su tío el general Páez ha sido desterrado y éste tiene que refugiarse en Colombia. Allí se reencuentra con Codazzi y produce 33 acuarelas que formará parte de los 156 dibujos y pinturas, que conforman el álbum de la Comisión Corográfica Colombiana, obra monumental dirigida por el ilustre italiano, terminada en 1850.


Mientras se suceden los acontecimientos descritos; Carmelo Fernández pinta al general Páez en diferentes poses y facetas, que constituyen el mejor testimonio pictórico iconográfico sobre la vida y la obra del prócer llanero; así como unos hermosos retratos de su protectora Barbarita Nieves. Algunos de los cuadros elaborados por Fernández aparecen en la “Autobiografía” del general José Antonio Páez, publicado en 1869. Siguiendo siempre el destino de su tío, Fernández regresa a Venezuela en 1859 y se establece en Maracaibo y continúa dictando clases de pintura, dibujo y cartografía, en diversos institutos oficiales de la capital marabina, El 7 de diciembre de 1870 el general Venancio Pulgar toma la Presidencia del estado Zulia y designa a Carmelo Fernández ingeniero y pintor oficial del gobierno regional; en esa labor el yaracuyano rediseña la Plaza Bolívar -antigua Plaza Concordia- de Maracaibo y pinta los murales sobre diversos tópicos maracaiberos en el Palacio de las Águilas. Pulgar es cambiado en 1874 y Fernández vuelve a Europa en una gira que lo levará a Italia, Francia y Alemania. De regreso -una vez más- en 1877 el general Francisco Linares Alcántara lo designa como ingeniero al servicio del Ministro de Obras Públicas y miembro principal del Instituto Nacional de Bellas Artes; simultáneamente dirige la sección de dibujo de la institución, cargo que ocupará hasta 1884.


Carmelo Fernández estuvo ligado sentimentalmente con la neogranadina María Teresa Tinoco. Uno de sus trabajos más resaltantes es “Bolívar en el Chimborazo”; Fernández fue un verdadero maestro de la acuarela sobre marfil y experto en el Grabado. Por cierto se le ha atribuido diferencias marcadas con su tío, Páez, y algunos han esparcido la especie de que él fue el creador del dibujo despectivo sobre el Centauro llanero titulado “El Rey de los Araguatos”; allí se ve al derrotado Páez con una corona, figura de mono y una larga cola, y el texto: “Ideado por Carmelo Fernández y dibujado por Olegario Meneses”; a nuestro modesto juicio no lo creemos ni lo aceptamos. Fernández escribió sus “Memorias” en 1880, las cuales fueron publicadas en 1940; y está considerado como uno los mejores testigos de lo que fueron nuestras guerras y así mismo, conoció y trató personalmente a próceres como Antonio José de Sucre, Páez y al gran Padre de la América Meridional, el general en Jefe Simón Bolívar Palacios.

miguelazpurua@hotmail.comMIGUEL AZPÚRUA

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