Tuesday, July 29, 2008

Pensar a Venezuela. Guillermo Morón

Tomado del elnuevodia.com.ve 30 de julio de 2008

Lo que pasa es que Venezuela no está completa sino a partir de 1830 cuando José Antonio Páez, que no ha traicionado a nadie y menos a Simón Bolívar, funda esta imperfecta República sin solución de continuidad hasta esta catastrófica experiencia que vivimos de susto en susto desde 1998, esto es, de cadena en cadena y de viaje en viaje del comandante militar que no baja a la dimensión constitucional de presidente de la República.
Porque el nombre de Venezuela, como lo saben los maestros de escuela, se le debe al cartógrafo Juan de la Cosa, quien lo escribió en su planisferio de 1501 cuando estuvo en el Golfo de Venezuela, que no tenía otro nombre, pues Coquibacoa se denominaba, en lengua indígena, a la perdida Península venezolana (1528-1941) de la Guajira, incluido el Cabo de la Vela, el Valle de Upar y todo el Casanare. Que no se debe llorar, como las mujeres de antes, aquello que no se supo defender como los hombres de antes.

Venezuela es una Gobernación y Capitanía General durante los siglos XVI (1528), XVII y XVIII. A la par, desde todos los puntos de vista político, económico, social y cultural, de las otras circunscripciones (Margarita, Trinidad, Nueva Andalucía, Guayana, La Grita - Mérida - Maracaibo sin Barinas). Venezuela es Venezuela después de que Don Carlos III organizó su territorio, su gobierno y su población: 1776, Intendencia; 1777, Capitanía General; 1786, Real Audiencia; 1793, Real Consulado. Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado, Fray Pedro Simón, José de Oviedo y Baños "pensaron" a una Provincia de Venezuela. Juan Germán Roscio, Rafael María Baralt, Cecilio Acosta, Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz pueden "pensar a Venezuela" ya en su integridad.

Sucede que el otro día el Maestro Elio Gómez Grillo convocó a su biblioteca, frente al bosque donde vive dedicado a estudiar, pensar y escribir, a uno de los escritores fundamentales de la Venezuela contemporánea, José Balza, y a este viejo amigo suyo desde los años del Instituto Pedagógico Nacional de Caracas y el Liceo Santa María que estaba en Sabana Grande, cuando Caracas era todavía la ciudad amable de Oviedo y Baños, de Humboldt y de Santiago Key Ayala. Entre los libros de José Balza que conservo está “El fiero (y dulce) instinto terrestre” - Ejercicio y ensayos (El Libro menor, 137, Academia Nacional de la Historia, Caracas 1988, 259 págs.). Ya en ese libro Balza piensa a Venezuela, si es que no lo ha hecho larga y pausadamente desde “Marzo Anterior”, de 1965, y los “Ejercicios narrativos”, de 1967, género literario de su creación. Novelista, cuentista -y detenida, honda e ilustradamente ensayista- este escritor que conversa con atinada palabra culta, ha dedicado su tarea, en el aula universitaria y en su obra escrita, a "pensar a Venezuela".

Con ese título ha publicado su último libro, muy bien editado en la Colección Intramuros, Serie Literaria (bid & co. Editor, Caracas 2008, 226 págs.). Pensar a Venezuela es una reflexión sobre lo que ha sido y es el país verdadero a lo largo de su historia más profunda y animada, a contrapelo de historiadores, geógrafos, sociólogos y demás eruditos o repetidores. Tal vez si menciono algunos nombres, antecesores de José Balza en la búsqueda e interpretación de esa Venezuela auténtica, permanente pero en continua ebullición y evolución, me acerque a la iluminada intención de este nuevo Pensar a Venezuela del escritor de San Rafael de Manamo, Delta del Orinoco, de Venezuela y de la lengua castellana.

En primer lugar, Cecilio Acosta (1818-1881) con toda su obra en prosa y en verso, pero acertadamente, en este caso, su conocido, divulgado y despreciado ensayo “Cosas sabidas y por saberse”. Que yo sepa, fue publicado por última vez, en el volumen 3 de la colección Clásicos Venezolanos que dirigí para la Academia Venezolana de la Lengua, con un Estudio Preliminar espléndido (¡qué adjetivo mas innecesario!) de Oscar Sambrano Urdaneta. Ramón Diaz Sánchez (1903-1968) reflexionó con agudeza en su ensayo Transición (Política y realidad en Venezuela), de 1937. Nuestro escritor cita con regocijo a Don Augusto Mijares (1897-1979) con su estudio visceral Lo afirmativo venezolano ("Figuras siniestras o grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública", escribió para nuestro tiempo). Y, desde luego, el grande e inmortal Mariano Picón Salas (1901-1965) en su Comprensión de Venezuela, desde 1949 a la edición de 1987.

Antecedentes, quiero decir, sus pares de ayer y de anteayer que es el hoy de este libro iluminado Pensar a Venezuela de José Balza.

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Monday, July 28, 2008

La Primera Lanza de América. Yaliemny Pérez Sardinas

Una Versión y visiòn Cubana del General José Antonio Páez a pesar de lo señalado por el Socialismo del Siglo XXI sobre el fundador de la República de Venezuela.




Tomado del Coloquio Internacional
José Martí y la primera independencia
de la América española”.
Tema: Los libertadores en la obra martiana: Bolívar, San
Martín, Hidalgo y otros.

Titulo: La primera lanza americana. Páez en Martí.
Autora: Yaliemny Pérez Sardinas.



En su medular ensayo Nuestra América, concreción de las ideas latinoamericanistas de Martí, se destaca la importancia del estudio y conocimiento de nuestro continente cuando expresa: “La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia”. El latino americanismo constituye uno de los pilares del pensamiento martiano, su intenso peregrinar por algunos de los países del continente, el contacto con sus gentes y el conocimiento de su historia, la revelación de Nuestra América, se manifestó en muchos de sus escritos, destacando siempre la defensa y el interés constante por demostrar el valor de sus elementos naturales.
Un período tan importante en la historia del continente como el proceso de emancipación de los pueblos hispanoamericanos, que en opinión de Sergio Guerra "constituye, en su conjunto, el movimiento revolucionario más amplio que se ha producido en toda la historia de la humanidad" , fue de gran importancia en la formación del ideario martiano, tema que no dejó de abordar en su obra, donde reservó, además, un lugar para referirse al papel de los libertadores. Sobresalientes figuras como Bolívar, San Martín, el indio venerable Benito Juárez, llenan las páginas de su obra. Otro nombre distintivo del proceso emancipador es el venezolano José Antonio Páez, héroe de la independencia y fundador de la República, quien protagonizo la escena venezolana durante gran parte de la primera mitad del siglo XIX.
Tomando en consideración que aparecen muchísimas alusiones al llanero en sus textos, así como tres retratos independientes, es mi intención realizar un acercamiento a la visión que ofrece Martí sobre esta polémica figura, en tanto es un tema poco tratado, sin la intención de adentrarnos en la actuación de Páez como presidente de la República Venezolana, sino de situar en su justo lugar al hombre que “sin más escuela que sus llanos, ni más disciplina que su voluntad, ni más ejército que su horda, ni más semejante que Bolívar, sacó a Venezuela del dominio español, con tanta furia en la pelea como magnanimidad en la victoria, en una carrera de caballo que duró dieciséis años”.
Su nombre aparece ligado a las más heroicas hazañas militares, y es precisamente el propósito de este trabajo presentar la perspectiva martiana del héroe que aseguró la independencia del continente en Carabobo, mediante el análisis del artículo Un héroe americano, que escribiera para el diario argentino La Nación, con motivo del traslado de los restos del general Páez desde los Estados Unidos hacia Venezuela, y también de otro publicado en el diario neoyorquino El Porvenir, donde considero que el autor, sin soslayar sus errores como político, trata especialmente de honrar al hombre cuya contribución fue decisiva para lograr la independencia de la metrópoli española.
Contamos como principal referencia el trabajo Martí biógrafo. Facetas del discurso histórico martiano , resultado de un grupo de investigadores que abordan, entre otras muchas figuras, la presencia de Páez en la obra martiana, con un enfoque de carácter literario.
De origen humilde, Páez se dedicó al comercio en la adolescencia y también trabajó como peón en los Llanos, donde se forjó en la rígida disciplina de la llanería. Una vez iniciada la guerra de independencia, se estableció en la región del Apure, donde obtuvo sus primeros triunfos militares. Su valentía y decidido patriotismo lo convirtieron pronto en el máximo representante de los llaneros, que lo llamaban el taita [el padre]. Estos meritos le valieron el nombramiento de jefe único en 1816, otorgado por una junta de oficiales neogranadinos y venezolanos.
Las fuerzas emancipadoras culminaron la primera etapa de la lucha por la independencia en una profunda crisis, pero entre 1816 y 1817 la guerra resurgió con todo vigor, y Páez, con sus éxitos en las batallas de Mucuritas y Queseras del Medio, logró transformar los Llanos, antiguo bastión realista bajo las órdenes de José Tomás Boves, en una zona partidaria de la república. En buena parte del imperio colonial español la emancipación solo fue posible mediante una cruenta lucha armada que culminó exitosamente la dilatada y costosa guerra contra la metrópoli con el establecimiento de un rosario de estados libres, guerra en la cual la lanza y la pericia de Páez jugaron un papel de primer orden para conseguir la victoria.
Esta importante participación en la independencia, su disposición en favor de la independencia de los cubanos, el arrojo y el ímpetu que lo destacaba en los combates, hacen que Martí reitere constantemente en su obra la valentía del venezolano, una de las características que más le admire. El trabajo más abarcador dedicado a Páez lo escribe para el diario argentino La Nación, en mayo de 1888, a propósito del traslado de los restos del general desde Nueva York a Venezuela. Aquí reflexiona sobre diferentes facetas de la vida del controvertido héroe: su trayectoria militar, cuya grandeza reconoce, sin dejar de soslayar sus faltas como líder civil. Sin embargo se hace patente que Martí sitúa todo el tiempo por encima su aporte decisivo a la independencia cuando expresa: “Erró después: creyó que el brazo es lo mismo que la frente, vencer lo mismo que juzgar, pelear lo mismo que gobernar, ser caudillo de llaneros lo mismo que ser presidente de la república; pero ¿quién que sea digno de mirar al sol verá antes sus manchas que su luz?” . Sirviéndose de los criterios que de él le ofrecen los que lo conocieron y participaron en las principales acciones, su enfoque “de la compleja personalidad de Páez le permite visualizar simultáneamente su grandeza y su condición de hombre falible” . Recordemos entonces sus palabras cuando dijo que "todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él por que la América fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso, y al último soldado, que es un héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libres a su patria".
La admiración de Martí puede advertirse desde el comienzo del texto, que inicia con una recreación de la ceremonia, donde hace referencia a las personas presentes, todas importantes e influyentes, a la concurrencia a pesar del frío matinal, al desfile marcial, tan sublime, honroso, majestuoso, al “cortejo propio del que con el agua al pecho y la lanza en los dientes salió de los esteros del salvaje para ganar en la defensa de la libertad los grados y riquezas que otros ganan oprimiéndola y morir al fin recomendando a sus compatriotas que 'como no sea para defenderse del extranjero, jamás toquen sus armas'!”.
Su presentación del héroe es ya simbólica: “Nadie comenzó su vida en mayor humildad, ni la ilustró con más dotes de aquellas sublimes que parecen, con el misterio de la vida, venir a los hombres privilegiados del espíritu mismo de la tierra en que nacen” . Es fundamental para Martí el hecho de que el liderazgo del proceso independentista se encuentre en manos de un hombre natural, de la tierra, de origen humilde. La imagen que construye alude constantemente a la entereza del llanero como elemento autóctono, que forma sus ideas de identidad continental y que apoya sus criterios acerca del valor de los hombres de nuestra América.
Como analiza Sergio Guerra en El dilema de la independencia, exceptuando a México, estremecido por la revolución popular de Hidalgo y Morelos entre 1810 y 1815, en los restantes territorios hispanoamericanos la lucha se vio lastrada por los intereses clasistas de la elite criolla que, si bien comprometida con la insurrección, pretendía romper la tutela metropolitana sin afectar la tradicional estructura socioeconómica. Para este sector aristocrático criollo, la independencia se concebía como un conflicto en dos frentes: “hacia arriba”, contra la metrópoli, y “hacia abajo”, para impedir las reivindicaciones populares y cualquier alteración del status quo. A su vez, para una parte apreciable de los sectores sociales oprimidos, la aristocracia criolla constituía su explotador inmediato, lo que facilitó las maniobras realistas para manipularlos, y explica además la participación limitada que tuvieron los estratos populares entre 1810 y 1815.
En Venezuela, el movimiento emancipador había sido desde el comienzo un asunto exclusivo de los grandes plantadores, conocidos como mantuanos. Ello facilitó que las autoridades coloniales lograran indisponer a las grandes masas explotadas del campo con la independencia, tarea que correspondió al jefe realista José Tomas Boves, quien se valió de promesas demagógicas y del odio ancestral de los llaneros contra los opulentos mantuanos.
Pero a partir de 1816, Bolívar declaro la abolición de la esclavitud y el cese de la guerra a muerte, lo que sería el comienzo de un proceso de radicalización. Su ejército logró avanzar sin ser detenido por los realistas, y en su marcha incorporó a sus filas a fuerzas de origen humilde, lo que le abrió una nueva dimensión social a la guerra de independencia en Venezuela. “El ascenso en el ejército patriota del elemento popular a costa de la vieja oficialidad mantuana tuvo su mejor expresión en el caso de José Antonio Páez” , que de oscuro peón de un hato ganadero en Barinas se convirtió, a los 26 años, en jefe indiscutido de los llaneros y en uno de los generales más importantes de la república. Su promoción fue en parte resultado de una serie de resonantes triunfos militares que le permitieron liberar los Llanos y ser aclamado 'Jefe del Ejército del Apure'. La decisiva mutación política de los llaneros, aleccionados por la descaracterización de la demagogia realista, los convertiría en los más firmes puntales de la causa patriótica.
El retrato de Páez que realiza Martí alcanza un tono sublime cuando relata las acciones por la independencia, que hablan de la audacia del llanero y sus lanceros, en las que se puede descubrir la admiración martiana por el hombre que ha dirigido batallas que constituyen verdaderos hitos de heroísmo y gloria para la libertad hispanoamericana: “Grande era Páez al resplandor de las llamas de San Fernando […] grande en los llanos […] grande en las Queseras […] grande en Carabobo”. Y añade: “¡Qué peleas, brazo a brazo, la de la Miel, la de los Cocos, la de Mucuritas, la de las Queseras, la de Carabobo!”. Las proezas militares del llanero y el valor de sus hombres, así como las acciones que realizo para favorecer los triunfos de Bolívar, hacen que el resultado final de su papel para la emancipación de la América hispana sea conclusivo, donde se enlaza su capacidad de mando a la utilidad: “Así venció en su primera pelea formal, en la Mata de la Miel: así en la última, trece años después, cuando aseguró la independencia del continente en Carabobo”.

La estatura magnánima de Páez reluce aún más en sus victorias, en su respeto a los prisioneros. Él mismo escribiría: “No; ni la más estricta obediencia militar, puede cambiar la espada del soldado en cuchilla del verdugo”. A esto agregó nuestro héroe: "ni aquel guerrero, saludado durante dieciséis años a la entrada de los caminos por las cabezas de sus tenientes en las picotas o en las jaulas, venció nunca tanto como el día en que, roto con honor el último acero de España en Puerto Cabello, ni la humilló, ni se vengó, ni le colgó en jaula la cabeza, ni la clavó en picas, sino que le dio salida libre del castillo, a tambor batiente y bandera desplegada”.
Nuestro Apóstol intento ofrecer en su semblanza un homenaje al héroe de la independencia, al centauro de los Llanos, al hombre que con su lanza liberó a Venezuela del dominio español y estuvo dispuesto a luchar por la independencia de Cuba.
La admiración de Martí hacia el valor indudable del llanero se revela en el hecho de que en su oficina existía un retrato de Páez . En el periódico Patria se encuentra una descripción que de su despacho realizara el propio Martí: “Presidiéndolo está, sobre la cornisa del bufete, un retrato de Páez a medio pintar, de Páez de las Queseras y de Carabobo, con el dolmán amarillo de muchos alamares, y dos alacranes por bigote, y la nariz oliendo guerra, y los ojos muy anchos y apartados, y el pelo hosco y rizoso ”.
El reconocimiento de este héroe americano por nuestro apóstol queda perfectamente delineado en las palabras conclusivas de su articulo para el diario neoyorquino El Porvenir: "¡pero jamás fuiste cruel, ni derramaste para tu provecho la sangre de los tuyos, ni deprimiste, para mantener un falso engrandecimiento, el carácter de tus conciudadanos! ¡Dondequiera que estés, duerme! ¡Mientras haya americanos, tendrás templos; mientras haya cubanos, tendrás hijos!"



Coloquio Internacional
“José Martí y la primera independencia
de la América española”.





Tema: Los libertadores en la obra martiana: Bolívar, San
Martín, Hidalgo y otros.

Titulo: La primera lanza americana. Páez en Martí.
Autora: Yaliemny Pérez Sardinas.



Centro de Estudios Martianos
2008


Bibliografía


Álvarez, Luis, Matilde Varela y Carlos Palacio: Martí biógrafo. Facetas del discurso histórico martiano. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2007.

Guerra Vilaboy, Sergio: Historia de América, Ciudad de La Habana, Editorial Félix Varela, 2004.

Martí, José: Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, t. 6, t. 8.

Martí, José: Venezuela (Selecciones Literarias), Caracas, Casuz Editores, 1973.

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Saturday, July 26, 2008

Centro de Historia Inauguró sala de arqueología

Tomado del diario el tiempo del sábado 26 de julio de 2008 http://www.diarioeltiempo.com.ve

Marianela Mavares - Ayer en horas de la tarde se llevó a cabo en el Centro de Historia de Trujillo la inauguración de tres exposiciones como fueron la Sala de Arqueología “Felipe Velásquez, la reinauguración de la Sala de Armas “José Antonio Páez” y de pintura, donde se muestra el desarrollo del centro de historia, así como de las personalidades que la han visitado.

La información fue aportada por la doctora Diana Rengifo, presidenta del Centro de Historia, quien citó que la sala arqueológica se llama “Felipe Velásquez” en honor a un docente del Núcleo Universitario Rafael Rangel, quien se desempeñaba como antropólogo e inició la etapa moderna de exploraciones arqueológicas en el estado como investigador del Núcleo, donde elaboró mapas de sitios arqueológicos , pero debido a su muerte en el mes de agosto del año 1980, se interrumpió el proyecto que había iniciado.

Indicó la doctora Rengifo que en la sala se organizó la colección riquísima que posee el Centro de Historia de forma empírica. La organización de las salas estuvo a cargo del geógrafo Jorge Carrillo, recurso humano de esta institución que trabaja con mucha mística de trabajo y dedicación.

Para nosotros es un avance este tipo de exposiciones, dijo Rengifo, ya que a través de éstas se incentiva al público a visitar este centro y a que se enamore más de la historia y del acontecer del país y la región.

Por su parte, el geógrafo Jorge Carrillo indicó con respecto a las exposiciones que “me estoy formando como paleontólogo y por ello estamos tratando de recuperar, clasificar, restaurar y almacenar las colecciones paleontológicas y arqueológicas que existen en el museo con motivo de la celebración de los 50 aniversarios de esta institución y para ello se creó la sala permanente para exposiciones arqueológica “Felipe Velásquez”. Acá se están exponiendo piezas líticas (piedra) y de cerámica, así como ornamentos realizados en hueso y concha de caracol, todos de edades precolombinas.

Dijo el declarante que las salas se crearon para darle un resalte a nuestros valores culturales y autóctonos de la región y con la idea de promover nuestro patrimonio arqueológico, porque desde muchos años atrás han sido saqueados y distribuidos para el comercio ilegal de estas piezas históricas.

Refirió que esta exposición es también con la intención de motivar a las nuevas generaciones de trujillanos para que se motiven a estudiar las carreras de antropología y arqueología y para que ayuden al rescate de nuestros valores históricos.

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Tuesday, July 22, 2008

RESPETAR LA HISTORIA !!!

G.D. Oswaldo Sujú Raffo
Un pueblo que no conoce su Historia está sujeto a desaparecer y es más proclive a la manipulación del poderoso. Las naciones a través del tiempo, adquieren fortaleza y desarrollo cuando mantienen la aplicación de sus directrices políticas, económicas y sociales enmarcadas en su realidad histórica, resguardando sus costumbres y tradiciones autóctonas y religiosas. Todo ello le otorga consistencia y cohesión a la nación, en un mundo cada día más globalizado y complejo. Por esto es muy grave e inconveniente que se trate de manipular la Historia , que se omitan las realidades y se confundan las mentes de los escolares, con el perverso propósito de un proyecto de dominación política internacional. Afortunadamente existe un claro y determinante rechazo a ese nuevo “ Currículum Educativo”, sobre lo cual no deseo extenderme, pues solo quiero recordarle a quienes le tienen un odio gratuito y ridículo, son muy poco por cierto, a esa gran figura de nuestra historia, al Gral. en Jefe José Antonio Paéz, hacedor de nuestra independencia y fundador de la República, que si él no hubiese existido ni actuado como lo hizo, hoy tal vez fuéramos colonia de España o de Inglaterra . No puede aceptarse que se siga ofendiendo la memoria del “Centauro de los Llanos “ o de “ La mejor lanza del mundo” como lo llamara nuestro Libertador y que por un capricho de Yo El Supremo y las obligadas “jaladas” de sus adláteres, el nombre de Páez no aparezca en ese “Currículum”, en cambio el del esclavista Zamora, está hasta en la sopa... Después de la caída de la II República (1814) y tras la muerte del “Taíta” José Tomás Boves, los feroces escuadrones de llaneros se cobijaron bajo el estandarte de Páez y fue este aporte de intrépidos lanceros, con millares de caballos y acémilas, quienes hicieron “morder el polvo” a las veteranas legiones del “Pacificador” Pablo Morillo. Las proezas de Páez y sus indómitos llaneros , en la prosa narrativa de Don Eduardo Blanco, todavía emocionan al reincidente lector de “Venezuela Heróica”. Sin temor a equivocarme puedo afirmar que, sin el concurso de Páez en la guerra de independencia, hoy fuera otra la historia... Páez con su División ( Infantería y caballería) logró el triunfo en Carabobo y culminó la estrategia de la campaña, planificada por Bolívar, quien lo ascendió al grado de General en Jefe , en el propio campo de batalla... Dos años después fue Páez quien definitivamente expulsa a los españoles de Venezuela, cuando durante la noche toma por asalto el último bastión de España, el Castillo de Puerto Cabello.
Sin escatimar los esfuerzos de esa pléyade de próceres que, bajo el genio de Bolívar, nos dieron la independencia del dominio español, la figura del General Páez destaca y brilla con luz propia...
Ni los hechos de la Cosiata, ni los errores que pudo cometer en sus varias presidencias de la República, lo pueden apartar de nuestra Historia Patria. El General José Antonio Páez, es un ejemplo para la juventud, sus glorias no pueden ser opacadas por nadie y menos quien antes lo personificaba en obras de teatros tropéricas y hasta una marcha a caballo hizo en 1986, para impresionar a los jefes ...
Respeten la memoria de los ilustres héroes civiles y militares, que bastante se “jodieron” para darnos libertad y Patria, nuestros escolares deben conocer la verdadera Historia de esta Venezuela que es tuya, mía y nuestra. Nada de manipulación comunistoide !! La Patria es primero. ¡Hasta luego !

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Monday, July 21, 2008

Irrespeto y Violación al mausoleo del General José Antonio Páez






Una imagen dicen mas que mil palabras, usted amable lector interpretara los hechos que rodean la tumba de tan honorable servidor y fundador de la Nación venezolana.

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Monday, July 14, 2008

José Antonio Páez. Época de su Nacimiento



Oscar J. Màrquez

Para finales del siglo XVIII la Capitanía General de Venezuela estaba integrada por las provincias de Caracas (Antigua de Venezuela), Cumaná (Antigua de Andalucía), Maracaibo, Guayana y la Isla de Margarita, con una extensión aproximada de 1.109.591.7 leguas(de 20 al grado, es decir equivalentes a 5,55555 Km que llevados al cuadrado, equivalen a 30,864 Km2). Su población estaba constituida por 12.000 españoles, 200.000 criollos, 400.000 personas de color y unos 120.000 indígenas de raza pura. Ésta a su vez, estaba conformada por: pardos (mestizos, mulatos, zambos, prietos, cuarterones, quinterones y salto atrás) con un 40%; esclavos, en un 30% blancos; en un 20%, e indios, en un 10%.

Los mantuanos era la aristocracia entre los blancos, constituida por los apellidos Palacios, Blanco, Bolívar, Herrera, Tovar, Madriz, Ribas, Salías y Ustáriz estrato este que intervenía y actuaba, en las principales cuestiones de la Capitanía General. Con derecho a usar manto y espada, los mismos dirigían el mundo económico como el de las finanzas, siendo además terratenientes monopolizando sus productos.

El gobierno del Rey de España, en la Capitanía no era en si un centro de poder financiero, y mientras éste no se entrometiera con la riqueza de los mantuanos, o con sus privilegios sociales, no había peligro de alteraciones públicas. Sin embargo cuando el gobierno del Rey Carlos III apoyo a la Compañía Guipuzcoana, en contra de los privilegios de los mantuanos estos pensaron en un autogobierno, como lo hacían desde décadas atrás los Alcaldes.

Por otra parte los blancos criollos formaban un frente común contra los blancos peninsulares, por sus privilegios e influencias especialmente por ciertos cargos a partir del siglo XVII, y en el que los blancos no mantuanos cada vez iban teniendo menor influencia y oportunidades, para algunos autores esta fue una de las causas de la independencia.

En estos territorios descritos anteriormente nace el 13 de junio de de 1790, José Antonio Páez, de origen humilde, o “blanco de orilla”, expresión esta que fue creada por el historiador y sociólogo Laureano Vallenilla Lanz, quien la utilizó para designar a un sector social perteneciente a la categoría de blancos que dentro de la estratificación de la sociedad colonial se encontraba por debajo de los blancos mantuanos, Vallenilla Lanz llega a la elaboración de esta expresión a partir del análisis de una representación del Ayuntamiento caraqueño ante el Rey en 1796, en la que desmentían y contradecían los informes enviados al Rey por los ministros de la Audiencia donde se afirmaba la existencia de muchos vecinos que siendo pardos habían obtenido la calidad de blancos a través de fraudulentos juicios de limpieza de sangre.
José Antonio Páez inculto en su niñez de ocupaciones muy rudas en el campo en su adolescencia, escalara posiciones por vía de sus propios esfuerzos a través de sus acciones en los campos de batalla y en los sectores castrenses y civilistas demostrando a lo largo de sus años cualidades innatas de un caudillo con una mentalidad despierta, convirtiéndose a lo largo de su existencia en un personaje controversial.

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Saturday, July 12, 2008

Natalicio de Juan Lovera

Un día como hoy, hace 232 años, nació el artista venezolano llamado El Pintor de los Próceres.
Tomado de Prensa Web RNV / Ministerio para la Cultura 11 Julio 2008, 11:25 AM


Nació en Caracas el 11 de julio de 1776, Juan Lovera fue artista, testigo presencial de los acontecimientos que determinaron la Independencia de Venezuela. Perteneció al grupo de pintores llamados imagineros, mucho de ellos anónimos que se dedicaban a pintar imágenes sagradas. Con él comienza el realismo en la pintura venezolana.

Lovera realizó sus primeros estudios en el convento de San Jacinto, en Caracas, donde enseñaban la pintura y en donde estudiaba con Antonio José Landaeta. Allí aprendió las técnicas tradicionales de la pintura colonial: preparación de colores y lienzos, fabricación de marcos y dorados, así como la iluminación de las estampas. En esa época (1799) se ubica uno de sus primeros trabajos, un retrato de Alejandro de Humboldt.

Se dedicó casi toda su vida a los retratos y a la pintura religiosa. De esta última quedan muy pocos ejemplos a que se pueda hacer referencia (por ejemplo La Divina Pastora, 1820), pero gracias a ciertos documentos se sabe que durante su vida, el artista realizó decoraciones de iglesias, imágenes votivas y restauraciones de lienzos religiosos.

Partidario de la causa independentista, Lovera figuró con Lino Gallardo entre los patriotas señalados por la junta de calificación que se formó tras el triunfo del capitán de fragata Domingo de Monteverde, en agosto de 1812. En julio de 1814 forma parte de la emigración a oriente, cuando las fuerzas de José Tomás Boves se acercan a Caracas. Residió breve tiempo en Cumaná.

Durante los años 1823 y siguientes, el Pintor de los Próceres elaboró varios retratos, entre ellos los de José Antonio Páez, Cristóbal de Mendoza, Mariano Herrera Toro, Casimiro Vegas y el del Libertador Simón Bolívar (1827).

Fue maestro de dibujo en varias ocasiones. En 1820 en la escuela de Felipe Limardo y en 1822 en la escuela para niños pobres, pardos y blancos, de don Vicente Méndez. Fue maestro de Pedro Lovera, quien para Enrique Planchart es su hijo y según Carlos Duarte tan sólo un sobrino, hijo de Fernando Lovera.

En 1828, junto con el coronel Francisco de Paula Avendaño, Lovera instaló un taller en el que se imprimieron los primeros trabajos litográficos hechos en Venezuela. Entre sus cuadros más famosos son: El 19 de Abril de 1810 y el 5 de Julio de 1811. No obstante, también se le conocen cuadros como: La Divina Pastora (1820), Presbítero Domingo de Freites (1831), Ecce Homo y La Dolorosa.

Murió en su misma ciudad natal, el 20 de enero de 1841. En la actualidad existe el Premio Municipal de Artes Juan Lovera en homenaje al pintor venezolano.

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Monday, July 7, 2008

PAEZ ¡MOJAR LA LANZA¡



Dibujo de Angel Parra 1973

Tomado del Diario Nacional, de Bogotá, del 2 de Abril de 1919. Del Libro de Recortes de Periódicos existente en la Fundación John Boulton.

El Doctor Teodoro Valenzuela, escritor colombiano, se hizo amigo del General Páez en los Estados Unidos, y luego volvió a encontrarse con él en lima (Perú) EN 1872. EL anciano General le contó algunas curiosas anécdotas, como la que reproducimos.
El Historiador Colombiano le pregunto al General Páez.
-¿cómo se explica, General, que Bolívar, que no era sino un “coronelito” de milicias en Caracas, débil de cuerpo y tan joven, los dominó a ustedes, y sobre todo a los llaneros, rudos y casi salvajes?
-Mi doctor, contestó, porque el Libertador era muy grande.
Esta frase, en boca de Páez, me causó profunda impresión. Ante tales testimonios y de tal modo expresados, no quedaba más que inclinarse y creer.
Pero esta confesión de parte de aquel guerrero singular, lo elevó a él mismo en mi estimación.
Como los semidioses antiguos, los hombres grandes son más o menos iguales entre si, y la envidia no los hace rebajar el mérito de sus congéneres.
Otra vez le preguntaba:
-¿Es cierto, General, que los valientes como usted no tienen miedo en las batallas?
-¡Ah, mi doctor ¡ ¡Si usted hubiera oído el “traqueteo” que yo hacia con los estribos en Carabobo¡
-¿Cómo es eso, General? – le dije.
-Pues el ruido de los estribos con las espuelas, porque me temblaban las piernas.
- Pero, agregó, eso era al principio, porque después no se sentía nada; y a lo que entraba en combate no me volvía a acordar ni de mi mismo.
-¿Cuántos enemigos llegaría usted a poner fuera de combate en una batalla? – Le pregunté otro día.
-Eso es muy difícil saberlo; pero así por cálculo unos cuarenta o cuarenta y tres. En las Queseras del Medio.
-¡Cómo General¡ ¿Usted llegó a matar cuarenta y tres hombres en un solo combate?
-No precisamente matar; no se necesita matar; basta “mojar” para que un hombre quede inútil.
-¿Cómo es eso de “mojar”? – le dije.
-Doctor, usted comprende que cuando un hombre tiene adentro dos dedos de lanza, los nervios hacen lo demás, y el hombre está perdido. En esto consiste, agregó, el juego de la lanza, y el que la maneja así, se expone a quedar desarmado.

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